Entre castidad y sexualidad
Narrativa. De Daniel Sada (1953), el escritor mexicano que se alz¨® con el Premio Herralde de Novela de este a?o, el lector pudo conocer Porque parece mentira la verdad nunca se sabe (Tusquets, 2001). Una novela dir¨ªamos casi rabelesiana, por la amplitud de sus registros narrativos y ling¨¹¨ªsticos, por su frondosidad argumental (hay quien contabiliz¨® 25 tramas entrecruzadas y 90 personajes) y por su apego a la verbosidad festiva. Ahora, Sada nos entrega Casi nunca, una novela en la estela formal de la anterior. S¨®lo que su peso argumental se reduce dr¨¢sticamente y los personajes que le dan vida son f¨¢cilmente identificables. El trasfondo hist¨®rico de ambas novelas remite a un mismo segmento cronol¨®gico, los a?os cuarenta. Pero ese encuadre temporal apunta en el libro que ahora se comenta a desvelar el viejo litigio entre castidad y sexualidad, a narrar sus flagrantes y, por qu¨¦ no, c¨®micas contradicciones. Pero antes de avanzar en este terreno, insistamos en la reflexi¨®n estil¨ªstica. Daniel Sada no usa el idioma como si se tratara de un ejercicio de prestidigitaci¨®n. La lengua plebeya compite con la culta. El giro coloquial, la lengua fronteriza, la dicci¨®n mestiza descubren pliegues psicol¨®gicos con mayor precisi¨®n que lo que se obtendr¨ªa con cualquier otro recurso introspectivo en la novela. Y descubre sobre todo la contradicci¨®n crucial que se va desplegando durante toda la narraci¨®n: los rodeos o atajos ideol¨®gicos de que se nutren la moral de nuestra civilizaci¨®n (la judeocristiana) para posponer (que no suprimir) el goce del cuerpo. La novela de Sada bascula entre estos dos polos: el cuerpo que se vende (probablemente con remordimientos judeocristianos) frente al cuerpo que se oculta (para, a la postre, venderse luego mejor, sin ning¨²n remordimiento). As¨ª, Sada une nudo moral con escritura, para entendernos, inmoral.
Casi nunca
Daniel Sada
Anagrama. Barcelona, 2008
376 p¨¢ginas. 18 euros
Casi nunca est¨¢ dividida en cinco partes. La voz que narra es omnisciente. Digamos algo al respecto. Es una voz (a la vez que sujeto y objeto de la novela) que parece acompa?arnos, lectores del siglo veintiuno. Est¨¢ muy cerca de cada personaje, respira con ellos pero tambi¨¦n parecer¨ªa respirar con nosotros. Tiene cierto sentido del decoro. No cede, por ejemplo, a ciertas indiscreciones, como si no tuviera acceso a los pensamientos de los personajes. Si alguien atraviesa una puerta, esa voz es impotente para violar su intimidad. Dicha voz tambi¨¦n nos ahorra detalles de la trama, si considera que resultar¨ªan innecesarios para el lector. Este criterio ir¨®nico de la voz en tercera persona forma parte del fest¨ªn novelesco que nos regala Sada. El h¨¦roe de la novela se llama Demetrio Sordo (su nombre, por cierto, nada tiene que ver con el motivo literario que arrastra desde el siglo XVI). Es agr¨®nomo y su existencia se debate entre la prostituta Mireya de Oaxaca y la casta y paciente Renata de Sacramento. Demetrio debe elegir entre la carnal realidad de la primera y la promesa virginal de la segunda. Alrededor de Demetrio adquieren significaci¨®n narrativa el dibujo de varios secundarios de lujo: la madre y la t¨ªa del protagonista, y la madre de Renata. Esta novela no tiene la sustancia desmitificadora de la historia de M¨¦xico que ten¨ªa la m¨¢s arriba mencionada, pero el narrador no evita, cuando puede, darnos indicaciones hist¨®rico-sociales concretas del pa¨ªs de 1945.
Sin su propuesta ling¨¹¨ªstica, esta novela hubiera sido otra. No m¨¢s o menos diferente. Otra. Y eso porque dicha propuesta arrastra un prop¨®sito mucho m¨¢s sustancial. Tiene que ver con lo c¨®mico y lo serio en la literatura y en la Historia. Y por supuesto, en la sexualidad. Es lo que nos dice Milan Kundera en El arte de la novela: "Los aut¨¦nticos genios de la comicidad no son los que m¨¢s hacen re¨ªr, sino los que descubren una zona desconocida de lo c¨®mico". Casi nada se desenvuelve en este privilegiado territorio. Y adem¨¢s, puede que termine significando lo que G¨®gol se?alaba para una historia graciosa. "Si se observa atentamente y durante mucho tiempo una historia graciosa, se vuelve cada vez m¨¢s triste". -
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