Impunidad
Abundan las noticias inaplazables y gratas sobre la abolici¨®n de pesadillas institucionalizadas. Obama se ha dado prisa en demostrar que es un hombre de palabra al anunciar la clausura de Guant¨¢namo y de las mazmorras secretas de la CIA a lo largo del planeta, esa organizaci¨®n tan tenebrosamente legendaria como escandalosamente inepta al no percatarse del desastre que le iban a montar a su invulnerable pa¨ªs un 11 de septiembre. Dice tambi¨¦n la gran esperanza negra que a partir de ahora est¨¢ proscrita la practica de esa cosita tan repulsiva como ancestral llamada tortura. O sea, que se le acab¨® el curre al patriota de ficci¨®n Jack Bauer y a sus infinitos maestros y disc¨ªpulos en la vida real, a esos pavos que despu¨¦s de pasarse el d¨ªa estrujando los genitales de sus indefensas v¨ªctimas se quejar¨¢n al llegar a casa ante su mujer y sus hijos de que el trabajo y el estr¨¦s les tienen agotados. Dudo que los torturadores tengan que apuntarse al paro. Tampoco ser¨¢n juzgados. Ni le ofrecer¨¢n a los que machacaron la oportunidad de lincharlos.
Muestran el catat¨®nico estado f¨ªsico y mental en el que han quedado los habitantes de Gaza que tuvieron la suerte (?o la desgracia?) de que Sion no les enviara a criar malvas. Alguien habla de cr¨ªmenes de guerra, de bombas de f¨®sforo blanco, de similitud entre la barbarie que se ha cebado con Gaza y la masacre que perpetraron los nazis en el gueto de Varsovia. Pero jam¨¢s existir¨¢ un proceso de Nuremberg contra los que practican con los pavorosamente d¨¦biles la Ley del Tali¨®n multiplicada por mil.
Y aceptan todas las reivindicaciones de los proletarios pilotos, pero no tendr¨ªan problema en mandar a las fuerzas del orden que gasearan a los setenta mil viajeros a los que les han jodido la vida durante una semana infernal si ¨¦stos hubieran hecho algo tan justo e higi¨¦nico como quemar el maldito Barajas.
Y largan a Calder¨®n del reino del trapicheo, pero al d¨ªa siguiente la Federaci¨®n Espa?ola le hace presidente de algo, esa mafiosa federaci¨®n que acoge fraternalmente a cantidad de colegas que causaron la ruina a sus clubes y tuvieron que dimitir echando leches ante el comprensible encabronamiento de los socios. Nadie medianamente instalado en el poder paga por sus delitos. Y da ira, da bochorno.
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