Ver cine desde un sill¨®n rosa
El Forum des Images de Par¨ªs revoluciona la relaci¨®n del espectador con las salas
Llama la atenci¨®n tanto rosa en una filmoteca: neones rosa, sillones rosa, paredes pintadas en rosa, una barra de bar rosa... Uno piensa que en cualquier momento va a aparecer la Pantera Rosa de los dibujos animados de la infancia. La directora general de la instituci¨®n, Laurence Herszberg, sonr¨ªe y lo admite: "Quisimos meter color, convertirlo todo en algo alegre, acogedor, que anime a la gente a entrar a ver cine".
?se es el objetivo del recientemente renovado Forum des Images de Par¨ªs, enclavado en el Les Halles: arrancar a la gente de su casa (o de las tiendas del centro comercial contiguo) y atraerla a estas salas para que hablen de cine, descubran el cine o, simplemente, vean pel¨ªculas. Despu¨¦s de tres a?os de obras, e inaugurado el pasado mes de diciembre, esta filmoteca municipal renovada presenta nuevas maneras de entender la relaci¨®n sala-espectador.
Hay espacios para 450 personas pero tambi¨¦n pantallas individuales
Un domingo al mes, Bertrand Tavernier comenta un t¨ªtulo de su videoteca
A la directora de la instituci¨®n no se le escapa que el mundo audiovisual est¨¢ en perpetua revoluci¨®n y que el cine cada vez se reduce m¨¢s a comprar un DVD y conectarlo en la pantalla plana del sal¨®n de casa, con o sin amigos.
En el Forum des Images hay salas como las de toda la vida, con capacidad para 450 personas, que se utilizan para proyectar buenas pel¨ªculas en silencio. Pero tambi¨¦n hay una habitaci¨®n enorme llena de pantallas individuales enfrentadas a unos sillones muy c¨®modos (y de colores chillones). Por cinco euros, un espectador puede ver la pel¨ªcula que echen en la sala grande (por lo general muy buena: ahora se desarrolla un ciclo sobre Nueva York).
Cuando termine, y est¨¢ incluido en el precio, el espectador puede acercarse a la sala grande con pantallas individuales y c¨®modos sof¨¢s. All¨ª, de una manera muy f¨¢cil, puede elegir cualquiera de las 5.500 pel¨ªculas relacionadas con Par¨ªs que est¨¢n archivadas en la filmoteca y que constituyen la memoria de esta ciudad. Basta con un movimiento del mando incorporado a la pantalla. Tan f¨¢cil como manejarse con Google. Despu¨¦s se pone uno los cascos y ve la pel¨ªcula como en casa. Tal vez el secreto sea ¨¦se: ver el cine como en casa, pero sin estar en casa, sin las limitaciones y engorros de tu casa: interrupciones, tel¨¦fonos, ni?os, visitas...
Hay m¨¢s posibilidades: cerca de esta sala enorme hay otra un poco m¨¢s peque?a, insonorizada, con capacidad para siete butacones. Al fondo de esta salita, una pantalla plana por la que m¨¢s de alg¨²n cin¨¦filo matar¨ªa con tal de poder colgarla en la pared de su dormitorio. Todo se alquila por 14 euros, durante cuatro horas. Ideal para siete amigotes. Es lo m¨¢s parecido que existe en esta ciudad a ver una pel¨ªcula en tu casa con un grupo de amigos..., pero (otra vez) sin estar en casa.
Una modalidad original es la que incluye, por nueve euros, una comida y la proyecci¨®n de un cortometraje. Es una oferta destinada a los oficinistas, trabajadores y empleados de jornada partida que habitan el centro de Par¨ªs y que cuentan con un rato despu¨¦s de comer. "Tratamos de tener una enorme diversidad de p¨²blico, no s¨®lo el p¨²blico experto, sino de todo tipo", explica Laurence Herszberg.
Es cierto. No se desde?a al cin¨¦filo: una vez al mes, un cineasta reputado (este mes es Claude Chabrol) habla de su vida y de su obra. Tampoco se olvida a los padres con ni?os a cuestas: actualmente se desarrolla un ciclo de cine infantil, especialmente elaborado para espectadores desde los 18 meses a los cuatro a?os. Para ellos se eligen cuidadosamente pel¨ªculas adaptadas, cintas m¨¢s cortas de lo normal, viejas filmaciones en blanco y negro animadas por cantantes o m¨²sicos. "Intentamos ense?arles a amar el cine, a que aprendan a ver pel¨ªculas, a la oscuridad, a la que se acostumbran gradualmente. Y es asombroso lo callados que est¨¢n los peque?os, lo que les gusta...", explica la directora.
Y un domingo al mes, el incomparable Bertrand Tavernier desarrolla un ciclo particular que s¨®lo tiene que ver con ¨¦l mismo. Durante una tarde, en una sala enorme y por lo general repleta de p¨²blico, el cineasta franc¨¦s habla y comenta viejas pel¨ªculas que trae de la inacabable videoteca de su casa. La directora cierra los ojos al recordarlo: "Convierte esas tardes en algo irrepetible. No s¨®lo por su cultura cinematogr¨¢fica, sino por la manera que tiene de contar las cosas. No da conferencias: cuenta una historia, es eso lo que le convierte en alguien fascinante".
Vest¨ªbulo futurista para pasar la tarde
Y si a pesar de todo a uno no le gustan las pel¨ªculas, da igual. Puede entrar en el Forum des Images, quedarse en ese vest¨ªbulo futurista de la Pantera Rosa, conectar su ordenador a uno de los enchufes gratuitos que se encuentran a mano y sentarse en un sill¨®n morado a pasar la tarde, aprovech¨¢ndose del wi-fi que flota en el entorno.
La directora Herszberg lo sabe y lo aprueba: "Se trata de que la gente entre y se quede. Para entrar no hay que pagar, s¨®lo al acceder a las salas. Hemos intentado crear un espacio en el que todos se sientan c¨®modos. Ya ir¨¢ luego a la sala, o al d¨ªa siguiente; o se pondr¨¢ a hablar con otro que s¨ª ha ido. Queremos que la gente hable aqu¨ª de cine. Porque el cine depende de la imagen. Pero tambi¨¦n de la palabra".
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