El Irak de Obama
El nuevo presidente de EE UU quiere retirar sus tropas de un pa¨ªs en lucha contrala insurgencia y con instituciones todav¨ªa d¨¦biles. Un periodista de EL PA?S lo ha visto sobre el terreno, seis a?os despu¨¦s de la apuesta de Bush por una guerra r¨¢pida y barata
Los soldados norteamericanos escrib¨ªan y pintaban en Vietnam en los cascos de combate para sacar fuera su irritaci¨®n. La sigla m¨¢s repetida era FTA: Fuck The Army [Que se joda el Ej¨¦rcito]. En Irak est¨¢ prohibido, cuesti¨®n de uniformidad e imagen. Aqu¨ª la favorita es WTF: What The Fuck [Qu¨¦ jodienda]. La v¨ªa de escape es Internet y las paredes de algunos retretes: "Matar musulmanes en el nombre de Dios o de Bush, qu¨¦ mierda importa". Tambi¨¦n se pueden leer citas m¨¢s intelectuales y una de Plat¨®n: "S¨®lo la muerte ha visto el final de la guerra".
Cuando el blindado serpentea entre los mojones del ¨²ltimo control y abandona las defensas de la base, los militares cargan sus armas y tensan los nervios. Entran en territorio hostil. Los iraqu¨ªes tienen orden de echarse a un lado y detener sus veh¨ªculos. Todos obedecen las instrucciones dadas a trav¨¦s de la televisi¨®n y la radio. Cuando no, salta la alarma: "?Qu¨¦ hace ese imb¨¦cil sigui¨¦ndonos!". Los peatones adultos observan el paso de los convoyes sin mover un m¨²sculo. Nadie sonr¨ªe, nadie saluda, nadie parece tener esperanza de que Barack Obama represente un cambio en sus vidas. S¨®lo los ni?os agitan las manos y levantan el pulgar. Para ellos se trata de una pel¨ªcula de acci¨®n.
"Cuando matan a un compa?ero nos cortan las comunicaciones para que no lo contemos antes que el mando"
"No estaremos listos antes de 15 a?os: es el precio de haber destruido el Estado", dice un jefe de los Hijos de Irak
De las pintadas "Amo al Ej¨¦rcito y amo matar musulmanes" se ha pasado a soldados que dan caramelos y balones
El otro agujero negro es la corrupci¨®n. Los que buscan la mordida no se quedan en el 10%: en Irak aspiran al 50%
En el norte de Bagdad, el enemigo son los francotiradores emboscados en viviendas y edificios semiderruidos. En la provincia de Diyala, donde opera la organizaci¨®n de Al Qaeda en Irak, el peligro son los explosivos. All¨ª se viaja en Striker, un veh¨ªculo en teor¨ªa resistente a las bombas. El tirador principal rastrea el tr¨¢fico desde un monitor que detecta fuentes de calor. ?sa es una zona de guerra, como la provincia de N¨ªnive, en el norte.
"Cuando matan a un compa?ero de la base nos cortan las comunicaciones telef¨®nicas e Internet para que no contemos lo ocurrido. Quieren seguir el protocolo, que sea el Ej¨¦rcito el que se presente en el domicilio e informe a la familia de lo sucedido", asegura el sargento de origen peruano Carlos Mora-Pacora. "Hace un par de semanas, tras varios d¨ªas incomunicados por la muerte de dos chicos, pude hablar con Katia, mi mujer. Estaba preocupada. Le expliqu¨¦ que se hab¨ªa estropeado el generador. Si le dijera la verdad, vivir¨ªa aterrada cada vez que no haya comunicaciones, mirando la puerta a la espera de que alguien llame para dar la noticia".
La guerra destinada a salvar el mundo de la amenaza de unas armas de destrucci¨®n masiva que nunca se hallaron ha costado la vida a 4.214 soldados estadounidenses, seg¨²n The Washington Post, y heridas a m¨¢s de 33.000, seg¨²n el Pent¨¢gono. Tambi¨¦n hubo 316 bajas de militares de pa¨ªses que participaron o participan en la llamada Coalici¨®n Multinacional; entre ellos, 11 espa?oles. Aunque no existen datos oficiales del n¨²mero de iraqu¨ªes muertos desde el 19 de marzo de 2003, fecha de la invasi¨®n, la revista brit¨¢nica The Lancet public¨® hace dos a?os un informe que estimaba la cifra por encima de los 600.000. La web antiwar.com ofrece otra que incluye los fallecidos en atentados y por falta de atenci¨®n m¨¦dica de calidad: 1.300.000.
A Ted Englemann, veterano de Vietnam empotrado con las tropas estadounidenses en busca de material para un libro que apague sus fantasmas, le preocupa que el ¨ªndice de suicidios sea muy superior al de otras guerras. "Los disimulan como bajas en combate y nadie cuenta los que regresan a casa; compran una moto, aceleran y se estrellan". El Ej¨¦rcito admite la muerte por suicidio en Irak de 121 soldados en 2007, un 20% m¨¢s que en 2006. Cuando se conozcan las cifras de 2008, lo m¨¢s probable es que sean similares; hasta agosto se suicidaron 93 soldados. El Ej¨¦rcito admite que una media de cinco soldados por d¨ªa intenta quitarse la vida o herirse.
Un cabo de apellido espa?ol que s¨®lo habla ingl¨¦s y a quien le queda un mes para regresar a casa, en Colorado, se declara "cansado de luchar". Es su tercera misi¨®n. Combati¨® a Al Qaeda en la provincia de Diyala en 2006 y a la milicia chi¨ª del Ej¨¦rcito del Mahdi en Ciudad S¨¢der entre marzo y mayo de este a?o. "Los que no matamos huyeron a Siria e Ir¨¢n o se escondieron. Cada vez que sales fuera, te la juegas. Es mucha la tensi¨®n. La cabeza necesita alejarse para que no te vuelvas loco. Hace unos d¨ªas mataron a un chico de la unidad. Una granada le arranc¨® media cara. No se pudo hacer nada por ¨¦l".
Hay bases McDonald's: comida basura de varios tipos, lavander¨ªa en 48 horas, camas aceptables, tiendas y duchas calientes. Pero la mayor¨ªa de los soldados en misiones de seguridad vive en Combat Out Post (COP, bases avanzadas de combate) cuyas condiciones son espartanas: retretes indescriptibles, patrullas constantes y colchones alfombrados de chinches. "Me cambio de camiseta cada tres d¨ªas; de casaca, cada siete, y me ducho cuando puedo. No te preocupes por el olor. Aqu¨ª nadie se va a dar cuenta del tuyo", dice un capit¨¢n del COP Apache.
La guerra que el Pent¨¢gono de Donald Rumsfeld calcul¨® ser¨ªa r¨¢pida, productiva y a un precio de ganga, unos 60.000 millones de d¨®lares, ha resultado ser un desastre. El ya ex presidente George W. Bush ha gastado en la Operaci¨®n Libertad para Irak 10 veces m¨¢s de lo que cost¨® la primera guerra del Golfo y tres veces m¨¢s de lo que se gast¨® en la de Vietnam. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, calcula que el coste real del periodo 2003-2008 supera los tres billones de d¨®lares, unos 2,3 billones de euros.
"Hemos perdido cuatro a?os", asegura Husam Alwan Abd, jefe de los Hijos de Irak en Murtadiya, la segunda ciudad en importancia de Diyala. "Luchamos contra Al Qaeda desde 2006. Al principio lo hicimos solos en la provincia de Al Anbar. Nadie nos ayud¨®. Ahora contamos con el apoyo norteamericano. Han tardado mucho tiempo en darse cuenta de que los sun¨ªes no somos el enemigo [Sadam Husein era sun¨ª]. Entre todos hemos destruido este pa¨ªs e Ir¨¢n es ahora el gran beneficiado".
Los Hijos de Irak es el nuevo nombre del Despertar, un movimiento iniciado por las principales tribus sun¨ªes hartas del extremismo de Abu Musab al Zarqaui y de Al Qaeda. El general David Petraeus, jefe militar en Bagdad entre febrero de 2007 y septiembre de 2008 y ahora jefe del Comando Central que se ocupa adem¨¢s de Afganist¨¢n, lo supo aprovechar: los atrajo con la promesa de una cierta amnesia sobre el pasado y sueldos de 300 d¨®lares mensuales (que ahora abona el Gobierno de Bagdad), a pesar de que muchos son antiguos insurgentes que atentaron contra soldados norteamericanos.
"?Qu¨¦ esperaban al invadirnos? La resistencia es un derecho. Antes los ve¨ªamos como ocupantes; ahora son fuerzas que nos ayudan. No estaremos preparados antes de 15 a?os. Es el precio de haber destruido el Estado. Ahora hay que construirlo. Si se fueran los americanos ma?ana ser¨ªa el desastre, nos invadir¨ªa Ir¨¢n", a?ade Husam.
Despu¨¦s de tres guerras, embargos internacionales y la dictadura de Sadam Husein, ¨¦ste es un pueblo de actores, gente que pretende representar un personaje con el objetivo de sobrevivir. Nunca se sabe qui¨¦n dice la verdad y qu¨¦ cantidad de verdad. "Carecen de iniciativa, siempre esperan a que alguien haga algo por ellos, pero las cosas est¨¢n cambiando. Despu¨¦s de cinco a?os y medio hemos roto las barreras culturales: entendemos mejor el sistema de las tribus y ellos nos entienden mejor a nosotros", dice el coronel Burt Thompson, jefe de la 1? Brigada de la 25 Divisi¨®n, con sede en Baquba, capital de Diyala, y experto en estrategia.
Los norteamericanos no fuman cigarrillos, s¨®lo mascan tabaco y eructan. Los ¨¢rabes eructan y fuman cigarrillos, pero no mascan tabaco. A¨²n quedan diferencias insalvables.
El mayor de los errores de Paul Bremer, el proc¨®nsul colocado por los neoconservadores tras la ocupaci¨®n de Irak, fue la disoluci¨®n de las Fuerzas Armadas iraqu¨ªes en mayo de 2003. Desde entonces, Estados Unidos ha viajado en direcci¨®n equivocada. Cada a?o resultaba peor que el anterior: atentados contra las fuerzas extranjeras, grandes matanzas de civiles, secuestros indiscriminados, ciudades enteras como Faluya, Ramadi y Samarra en manos de la insurgencia, violencia sectaria y limpieza ¨¦tnica (religiosa)... Decenas de miles de muertos hasta que Petraeus tuvo la inteligencia y el coraje de cambiar el enfoque. Pese a las cr¨ªticas recibidas en EE UU por los sectores m¨¢s conservadores -le acusan de olvidar la sangre derramada-, la estrategia funciona; la violencia se ha reducido, incluso en las a¨²n problem¨¢ticas Diyala y N¨ªnive. Ahora el general Petraeus la quiere exportar a Afganist¨¢n para combatir a los talibanes.
?Se trata de un avance s¨®lido? ?Depende s¨®lo de la presencia de las tropas estadounidenses y del aumento de 30.000 soldados en febrero de 2007? ?Una retirada anticipada por orden de Obama provocar¨ªa problemas? "Las percepciones son importantes en Irak", asegura el coronel Thompson. "La percepci¨®n de que existe un mejor gobierno logra que el Gobierno funcione mejor. La percepci¨®n de una mayor seguridad genera seguridad. ?sta no es una guerra convencional, es una guerra contrainsurgente; se lucha en muchos frentes: el militar, el econ¨®mico, el social y en las percepciones de la gente".
De las pintadas de Generation kill de los retretes -"Amo el Ej¨¦rcito y amo matar musulmanes"- se ha pasado en los ¨²ltimos meses a soldados que se llenan los bolsillos de caramelos, reparten balones de f¨²tbol desde los blindados y aprenden frases coloquiales en ¨¢rabe. Han aprendido empat¨ªa.
El Humvee (el sucesor del cinematogr¨¢fico Jeep) cruza una calle de Bagdad en la que decenas de ni?os saludan a sus actores favoritos. "Igual est¨¢n diciendo con una sonrisa: os odio, hijos de puta", exclama entre carcajadas un soldado. Los tres hombres que viajan en el blindado se enzarzan en conversaciones triviales y se alertan de la presencia de mujeres hermosas sin la abaya (vestido tradicional que cubre todo el cuerpo y la cabeza): "Una de siete puntos, a la derecha, a las dos y diez". La salida de un colegio femenino de bachillerato se convierte en un acontecimiento. Todos miran con disimulo, para no ofender sensibilidades.
Uno de esos hombres cuenta que antes del Ramad¨¢n recibieron instrucciones de c¨®mo comportarse en el mes de ayuno musulm¨¢n. "Un d¨ªa me baj¨¦ del veh¨ªculo mascando pan y un hombre me rega?¨®: 'No puedes comer, es Ramad¨¢n', dijo. Despu¨¦s vi c¨®mo se encend¨ªa un cigarrillo y corr¨ª para advertirle de que tampoco se pod¨ªa fumar. El hombre se encogi¨® de hombros y respondi¨® que ¨¦l s¨ª pod¨ªa fumar porque Al¨¢ estaba mirando para otro lado".
En los comedores de las bases hay televisiones enormes. Se siguen los canales militares que retransmiten baloncesto y f¨²tbol universitario, las noticias del Pent¨¢gono y anuncios para alistarse en cualquier fuerza. Aunque tambi¨¦n gustan algunos programas de la ultraconservadora Fox News, el rey de la audiencia es la lucha extrema. Cuando uno de los combatientes le propina una patada en la entrepierna al rival, el comedor ruge como un estadio. En salas de ocio se proyectan v¨ªdeos. Abundan los argumentos de guerra, de buenos y malos. En los ordenadores conectados a Internet hay soldados que navegan por p¨¢ginas que anuncian coches y objetos de lujo. Es su conexi¨®n con el mundo que dejaron atr¨¢s. Su forma de pintar el casco.
El sargento Jerry pertenece a la Guardia Nacional de su Estado y acaba de prolongar voluntariamente su estancia. Su obsesi¨®n es alcanzar los tres a?os de servicio en zona de guerra para acceder a unos beneficios especiales aprobados en Estados Unidos despu¨¦s del 11-S. "Me quedan seis meses y con esas ayudas podr¨¦ costear los estudios universitarios de mi hija. Tengo familia y una hipoteca. Si estoy all¨¢ puedo verlas, pero no pagar la casa. Aqu¨ª hago frente a los gastos, pero no estar con ellas. ?Qu¨¦ hubieras elegido?". Cuando narra su historia se le humedecen los ojos, apenas una leve pel¨ªcula. Dentro de ¨¦l bulle un volc¨¢n que pugna por expresarse.
En Vietnam hubo un reclutamiento forzoso; en Irak es voluntario, un eufemismo que esconde urgencias econ¨®micas.
"Muchos soldados son chicos de 19 y 20 a?os que acaban de salir del instituto. El otro d¨ªa, uno mat¨® a un hombre que pretend¨ªa entrar en la base e inmolarse. Le dije que hab¨ªa hecho bien, que hab¨ªa salvado la vida de muchos de sus compa?eros, pero nunca sabes c¨®mo funciona el proceso por dentro", dice el capit¨¢n Charles Brown, destinado a una COP en territorio de Al Qaeda. "Una vez tuvimos varios heridos en la explosi¨®n de una casa. Un chaval corri¨® hasta el helic¨®ptero con el pie de un compa?ero metido en hielo en un intento de salvarlo. Son experiencias dif¨ªciles".
"Al Qaeda en Irak es un enemigo din¨¢mico e interactivo que se mueve en peque?as c¨¦lulas. Nosotros aprendemos de ellos y ellos de nosotros. Nunca buscan el enfrentamiento directo porque saben que los barremos. Utilizan explosivos contra las tropas y contra la poblaci¨®n civil. (...) Los Hijos de Irak han hecho un trabajo extraordinario. Hay que ser realistas y buscar la efectividad. (...) Hist¨®ricamente, las guerrillas tienen una duraci¨®n media de 10 a?os. En ese caso, nos quedar¨ªan cuatro", bromea Thompson. El capit¨¢n Brown, que luch¨® en Faluya a finales de 2004, es optimista: "Por primera vez veo luz al final del t¨²nel y me parece que la mayor¨ªa de los iraqu¨ªes, tambi¨¦n".
Los soldados norteamericanos se retirar¨¢n de Irak en diciembre de 2011, seg¨²n el Acuerdo del Estatuto de Fuerzas, llamado SOFA por sus siglas inglesas. Quedan tres a?os, la mitad si Obama cumple una de sus promesas de la campa?a electoral. Nadie cree que el Ej¨¦rcito iraqu¨ª est¨¦ preparado en 16 meses ni en 36. Thompson asegura que el problema es de material y capacidad para sostener un combate prolongado. Tambi¨¦n de confianza -otra vez las percepciones-. Desde el 1 de enero, el mando militar norteamericano tiene que solicitar permiso al Gobierno de Bagdad para actuar, salvo en caso de peligro para sus tropas, y dejar¨¢ de patrullar en las ciudades a partir del pr¨®ximo mes de junio.
El otro agujero negro, adem¨¢s de la inseguridad, es la corrupci¨®n. En un pa¨ªs con unas reservas de petr¨®leo estimadas en m¨¢s de 115.000 millones de barriles no existe Mister 10%; aqu¨ª, el que aplica la mordida aspira al 50%. Cuando la cadena del desfalco desciende hasta el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil, apenas queda nada que meterse en el bolsillo. "En todos los pa¨ªses existe corrupci¨®n. La hay en Estados Unidos y en Europa", reconoce un mando militar norteamericano. "Pero la corrupci¨®n que pueda haber en nuestros pa¨ªses no afecta a nuestro modo de vida; aqu¨ª, en Irak, impide que funcionen la electricidad, el agua y los comercios", explica el mismo jefe militar.
Si el Ej¨¦rcito iraqu¨ª ha mejorado mucho en los ¨²ltimos 12 meses, tras la incorporaci¨®n de algunos mandos del anterior r¨¦gimen, no se puede decir lo mismo de la Polic¨ªa Nacional, compuesta por antiguos miembros de las milicias Badr del Consejo Supremo para la Revoluci¨®n Isl¨¢mica en Irak y las del partido Dawa, ambos chi¨ªes. La polic¨ªa civil es todav¨ªa peor: est¨¢ muy infiltrada por el Ej¨¦rcito del Mahdi. Frente a ellos, los Hijos de Irak, unos 100.000 sun¨ªes en armas que no se f¨ªan del Gobierno de Bagdad ni de sus instituciones de seguridad. Son ingredientes para el enfrentamiento civil o para la incubaci¨®n de otro dictador. Ser¨ªa la madre de todas las iron¨ªas. -
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