Ultras, morir matando
La violencia se resiste a desaparecer del f¨²tbol - Nuevos incidentes y su abrumadora presencia en Internet demuestran que los hinchas radicales siguen activos y con apoyos
Marcos es "muy espa?ol", talaverano y de pelo corto. En 1993 fund¨® junto a otros amigos, tambi¨¦n "muy espa?oles" y apasionados del f¨²tbol, los Ultras Tala. Dej¨® el grupo hace poco, "cuando empez¨® a degenerar". La degeneraci¨®n comprende batallas con hinchadas rivales, tambi¨¦n las batidas de caza en las que los ultras se lanzaban a la calle con palos y pu?os americanos en busca de inmigrantes, homosexuales, aficionados del Toledo... Un enemigo cualquiera de los muchos que tiene un ultra.
Ning¨²n bar de Talavera (86.000 habitantes) le parece a Marcos seguro. Tampoco quiere dar su verdadero nombre. "Se enteran de que hablo, y ya ves", se justifica. Los ocho Ultras Tala detenidos el 14 de enero por asociaci¨®n il¨ªcita, agresiones y provocaci¨®n al odio y la violencia est¨¢n en libertad con cargos. Para hablar de las cacer¨ªas prefiere resguardarse de la lluvia en un portal. Baja la voz cuando oye pasos.
La nueva generaci¨®n parec¨ªa menos adrenal¨ªnica, de ah¨ª la nostalgia radical
"Son chavales a los que les gusta animar", defienden algunos aficionados
Los 'talawarriors' imparten su doctrina de odio racista desde Internet
"Soy un 'ultra', no un criminal", es uno de los gritos de guerra del colectivo
Los clubes nunca se librar¨¢n de la sospecha de que apoyan a exaltados
Aislamiento y polic¨ªa evitan su expansi¨®n, pero no destruyen el n¨²cleo
La intervenci¨®n policial ha recordado que los hinchas fan¨¢ticos siguen vivos y con ganas de guerra. Marcos representa la trayectoria cl¨¢sica: el hincha radical llega a una cierta edad, encuentra novia o trabajo, y se aleja de la violencia. La generaci¨®n de relevo parec¨ªa menos adrenal¨ªnica que la hornada de Ricardo Guerra, ultra del Atl¨¦tico de Madrid que asesin¨® al hincha de la Real Sociedad Aitor Zabaleta en 1998. Los grupos parec¨ªan en las gradas cada vez menos numerosos y violentos, por eso los ultras de la vieja escuela han vivido estos a?os hundidos en la nostalgia. Todo pasado fue mucho mejor, insisten en sus foros de Internet. Al relevo generacional se a?aden incentivos importantes para dejar el bate en casa: la firmeza policial, la nueva ley contra la violencia deportiva y las distancias que los clubes comienzan a tomar frente a los aficionados agresivos, espoleados por la mala prensa y las sanciones.
Pero el fen¨®meno vive peri¨®dicamente repuntes furibundos. Rebasando los muros de los estadios, reductos en los que se toleran comportamientos inadmisibles en otros ¨¢mbitos, la violencia a veces sale del campo. En Talavera, muy a menudo. Por ejemplo, el 5 de noviembre de 2006, cuando los Bukaneros, ultras que acompa?an al Rayo Vallecano, destrozaron con palos, bengalas y escudos claveteados, un bar frecuentado por los Ultras Tala. Tambi¨¦n cuando unos neonazis, seg¨²n la Fiscal¨ªa Provincial de Toledo relacionados con los Ultras Tala, arrasaron en ferias una caseta de Izquierda Unida, o cuando otros 20 se citaron por m¨®vil para apalear a un inmigrante.
"Los nuestros son chavales a los que les gusta animar", les defienden los aficionados en las calles de la ciudad. Pero algunos entre la veintena de miembros de los Ultras Tala no s¨®lo tienen inter¨¦s en animar. No son un grupo cualquiera, por eso la polic¨ªa les sigui¨® durante meses. Representan una aut¨¦ntica reserva espiritual dentro de las hinchadas de ultraderecha espa?olas. Tienen conexiones entre los animadores m¨¢s violentos del Legan¨¦s y los Ultras Sur del Real Madrid y "especialmente estrechas con sectores radicales del Frente Atl¨¦tico", explica Javier Corrochano, subdelegado del Gobierno en Toledo. Marcos coincide en que hay "muchos flipados que van al Bernab¨¦u o al Calder¨®n y se creen que Talavera es lo mismo".
Donde se ha hecho especialmente fuerte el grupo es en foros y blogs de Internet. All¨ª se les conoce como los talawarriors e imparten su doctrina de odio racista desde p¨²lpitos como Superhincha o Mundoultra. En este ¨²ltimo foro, un cabecilla de los Ultras Tala se despide de una entrevista con "un saludo al estilo NS a todos los verdaderos camaradas". La Fiscal¨ªa Provincial de Toledo orden¨® bloquear la p¨¢gina del grupo, pero saltando de un blog a otro se pueden rastrear sus haza?as en la ¨²ltima Eurocopa, en Austria, envueltos en banderas preconstitucionales y parafernalia ultraderechista.
No es un hecho aislado. En encuentros digitales de mentalitosos (locos por el f¨²tbol), se desencadenan constantemente discusiones con t¨ªtulos tan sugerentes como "racismo iltra [ultra]". Las fotos de componentes de los grupos siempre aparecen con las caras difuminadas u ocultas, conscientes de que se exponen a persecuciones legales. Por Internet se fortalecen tambi¨¦n los v¨ªnculos con otras aficiones violentas europeas y americanas.
Otra caracter¨ªstica ultra es la fascinaci¨®n por la ficci¨®n violenta. Alex, el carism¨¢tico delincuente de la pel¨ªcula La naranja mec¨¢nica, es un icono para ellos. Los talawarriors lo pasean en camisetas y su local social est¨¢ lleno de pinturas que le homenajean. El equipo de ultras catalanes que la semana pasada arremetieron contra un grupo de inmigrantes durante un partido de la Tercera Divisi¨®n Regional tom¨® su nombre, Bada Bing, del bar de strippers donde se reun¨ªan los mafiosos de la serie Los Soprano.
Orejas desprendidas, costillas fracturadas... el balance del encuentro entre el Bada Bing y el Club Atl¨¦tico Rosario Central de Catalu?a, compuesto por jugadores de siete nacionalidades, fue escalofriante. Estuvo lleno de escupitajos, cabezazos y pu?etazos en la nuca, hasta que la hinchada que acompa?aba al combinado ultra tambi¨¦n salt¨® al campo de juego para apalear a los extranjeros que les estaban ganando 3-1. Los jugadores del Rosario se quejan de la pasividad de las autoridades que precedi¨® al linchamiento: al Bada Bing le hab¨ªan anulado ya cuatro partidos por comportamientos antideportivos, y entre los detenidos estaba Valent¨ªn Moreno, de 27 a?os, condenado por asesinar a un joven a la salida de una discoteca en 2000. Los Boixos Nois, hinchas extremistas del F. C. Barcelona, desmintieron inmediatamente en su web la relaci¨®n con el Bada Bing, pero componentes del grupo reconocen en privado que "s¨ª que existe una conexi¨®n".
Esteban Ibarra, del Movimiento contra la Intolerancia, mantuvo a ra¨ªz de su presencia en el Observatorio del Racismo en el Deporte una reuni¨®n con el Fiscal General del Estado, C¨¢ndido Conde-Pumpido, en la que le plante¨® el peligro que representaban ciertos colectivos. "Pedimos que grupos como el de Talavera no gozaran de impunidad. No es un ataque especial contra esa ciudad: ultras hay en muchos lados, pero es que ellos han sido muy activos y visibles". La Fiscal¨ªa Provincial de Toledo tom¨® nota. "La operaci¨®n tendr¨¢ un efecto correctivo, seguro que s¨ª", dice el subdelegado Corrochano.
La relaci¨®n entre f¨²tbol y violencia parece probada aunque las autoridades insistan en la necesidad de disociar los dos mundos. La petici¨®n de no criminalizar a los ultras es constante. A esa voluntad de no generalizar se opone Ibarra: "Cuando se disocia f¨²tbol e intolerancia, no se entiende lo que est¨¢ pasando. Las gradas son el gran vivero neonazi".
Es innegable que no todos los hinchas fan¨¢ticos son nazis, pero tambi¨¦n que incluso con las vetas m¨¢s violentas persiste cierta manga ancha. En el estadio Santiago Bernab¨¦u, el domingo pasado en el encuentro entre el Real Madrid y el Osasuna, los Ultras Sur compon¨ªan la mayor¨ªa de c¨¢nticos que el p¨²blico coreaba sin ning¨²n complejo. Sorprende ese liderazgo moral despu¨¦s de haber visto la entrada de los ultras al estadio. Acceden a la Grada joven por una ¨²nica puerta, pasando por unos tornos enjaulados donde se les cachea, y quedan confinados entre dos paredes de metacrilato. Las medidas de seguridad han rebajado el n¨²mero de conflictos, pero tambi¨¦n alimentado un discurso victimista muy ¨²til a los ultras. "Soy un ultra, no un criminal", se ha convertido en uno de los gritos de guerra del colectivo. Lo repet¨ªa como un mantra Santos Mirasierra, el seguidor del Marsella condenado a tres a?os y seis meses de prisi¨®n por herir a un polic¨ªa en el Vicente Calder¨®n el 1 de octubre. Los hinchas ultras se quejan de que muchas veces sus ataques son una reacci¨®n a la fustigaci¨®n de la polic¨ªa -o, como les llaman ellos, los ACAB (All Cops Are Bastards: Todos los Polis Son Bastardos)-, pero lo cierto es que en las gradas del Bernab¨¦u angustiaba la visi¨®n de 10 agentes frente a un coro de cientos de voces que amenazaban con la c¨¢mara de gas a los jugadores del Osasuna. En la grada de enfrente, tampoco tranquilizaba la visi¨®n de los Indar Gorri (Fuerza roja), ultras del Osasuna, rumiando la derrota de su equipo. No son angelitos: hace un a?o la polic¨ªa detuvo uno de sus autobuses de camino a Valladolid. Iba lleno de bates, bengalas, cadenas y bolsas de tornillos.
Fuentes de la Comisi¨®n Estatal contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte apuntan que parte de la soluci¨®n al problema pasa por encontrar f¨®rmulas atractivas para que los grupos ultras se inscriban como pe?as con un mediador legal. El aislamiento y los antidisturbios son un arma efectiva para evitar la expansi¨®n de los grupos, pero no sirven para neutralizar su n¨²cleo, cuya pervivencia alimenta la posibilidad de una nueva explosi¨®n de locura. No es un panorama imposible: hace s¨®lo dos temporadas, el aire estaba tan viciado en el Calcio italiano -con muerte de un polic¨ªa incluida- que numerosas voces exigieron detener el campeonato.
Prueba del peligro es que las agresiones a ¨¢rbitros en las categor¨ªas modestas del f¨²tbol espa?ol son continuas. La Federaci¨®n Catalana de F¨²tbol ha constatado en los ¨²ltimos tiempos un "preocupante" aumento de la violencia en los campos, como reconoci¨® un portavoz a este diario el 12 de enero. Por ello cre¨® en noviembre una Comisi¨®n Antiviolencia. Esteban Ibarra opina que "hay un crecimiento muy importante de la actividad ultra y neonazi en Espa?a. Se est¨¢ produciendo un incremento de la xenofobia organizada en el marco de la crisis".
Los clubes nunca se librar¨¢n de la sospecha de que los exaltados pocas veces caminan solos. Ram¨®n Mendoza, difunto presidente del Real Madrid, declar¨® en 1997 en una revista ultra: "Yo, si tuviera ahora 20 a?os, ser¨ªa Ultras Sur". El grupo funcion¨® durante a?os como guardia pretoriana de la directiva a cambio de entradas que revend¨ªan para financiarse. Y hace menos de un a?o, Oriol Giralt, promotor de una moci¨®n de censura contra el presidente del Bar?a, Joan Laporta, recibi¨® el respaldo de los Boixos Nois. Entre ellos, de su l¨ªder y fundador, Manel Omar, quien intent¨® agredir a Laporta despu¨¦s de que ¨¦ste acabara con los privilegios de que disfrutaba el grupo radical. Inmediatamente despu¨¦s de las detenciones, la directiva del Talavera Club de F¨²tbol se apresur¨® a negar cualquier parentesco con los talawarriors; la semana pasada ninguno de los hinchas imputados pudo entrar en el campo. Aun as¨ª, una idea extendida entre los aficionados es que el presidente del club, Tino Mu?oz, y los ultras se han hecho gui?os en m¨¢s de una ocasi¨®n. El club no responde a la acusaci¨®n.
Son ¨²tiles para atemorizar al ¨¢rbitro y al equipo rival, pero el contrapunto es que los ultras, propios o ajenos, pueden estallar en cualquier momento. Alberto Retana, el directivo del Talavera que con m¨¢s dureza se ha posicionado frente a los Ultras Tala, recibi¨® el pasado domingo amenazas de muerte en el campo, seg¨²n relatan varios asistentes al partido. Para muchos, son s¨®lo una veintena de animadores; otros no quieren olvidar que les gusta salir de cacer¨ªa.
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