Las misiones de la universidad
Que el Plan Bolonia aspire a favorecer no solo la movilidad de los estudiantes europeos, sino tambi¨¦n su empleabilidad, no significa que se pretenda erradicar cualquier estudio que no est¨¦ directamente vinculado con sectores o procesos productivos.
Ahora bien, apl¨ªquese aqu¨ª el dicho acerca de la mujer de C¨¦sar. No me cabe duda de que por parte de los responsables ministeriales, auton¨®micos y rectorales no existe la intenci¨®n oculta de hacer ciertas las denuncias de mercantilizaci¨®n y privatizaci¨®n de nuestra ense?anza superior que estamos escuchando d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n.
Pero precisamente por ello, hay que insistir en un discurso inequ¨ªvoco al respecto, algo que puede no estar del todo claro en el documento Estrategia Universidad 2015 que el equipo directivo del nuevo Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n present¨® como primicia en la Universidad de Santiago de Compostela hace tres meses.
?Por qu¨¦ suprimir tan dr¨¢sticamente la transmisi¨®n tambi¨¦n de la cultura?
En el apartado cuarto de su resumen ejecutivo, que se puede consultar en la p¨¢gina web del ministerio, figura, por caso, un cuadro en el que se representan tres misiones para la universidad: formaci¨®n, investigaci¨®n y transferencia de conocimiento y tecnolog¨ªa.
Curiosamente, tambi¨¦n eran tres las misiones que Ortega y Gasset defend¨ªa en uno de los textos m¨¢s influyentes en el pensamiento universitario del siglo XX. Me refiero a su libro, titulado precisamente Misi¨®n de la Universidad, que public¨® Revista de Occidente en 1930 a partir de una conferencia encargada por la Federaci¨®n Universitaria Escolar (FUE), la vanguardia -entonces- del movimiento estudiantil. Y Ortega conclu¨ªa precisamente su propuesta con una palmaria invocaci¨®n europe¨ªsta, al afirmar que si se cumpl¨ªan los requisitos previamente expuestos por ¨¦l, "entonces volver¨¢ a ser la universidad lo que fue en su hora mejor: un principio promotor de la historia europea".
Pues bien, en otra p¨¢gina el fil¨®sofo escribe que la ense?anza superior aparece integrada por estas tres funciones: transmisi¨®n de la cultura; ense?anza de las profesiones; e investigaci¨®n y educaci¨®n de nuevos cient¨ªficos. Pero m¨¢s adelante, en el cap¨ªtulo titulado Cultura y ciencia, Ortega justifica el porqu¨¦ de la preeminencia que entre las funciones de la universidad le ha dado a la difusi¨®n de la cultura: porque estaba convencido de la importancia hist¨®rica que ten¨ªa devolver a la universidad su tarea central de ilustraci¨®n de la humanidad, de ense?arnos la plena cultura de nuestro tiempo. Para ¨¦l, cultura era el sistema de ideas desde las cuales cada ¨¦poca o momento hist¨®rico vive.
Resulta plausible que de las tres misiones mencionadas por Ortega y por el documento ministerial, dos coincidan exactamente: la formaci¨®n profesional y la investigaci¨®n cient¨ªfica. Pero, cuando menos nos sorprende que la misi¨®n primordial del maestro, la transmisi¨®n de la cultura, desaparezca a favor de la transferencia de conocimiento y tecnolog¨ªa.
La inclusi¨®n de esta ¨²ltima funci¨®n est¨¢ m¨¢s que justificada y nadie se opondr¨ªa hoy a ella. Ser¨ªa una triste paradoja que en la sociedad del conocimiento hacia la que nos encaminamos, las universidades, que son aut¨¦nticas "factor¨ªas de conocimiento", quedasen al margen, ensimismadas, sin transmitirlo a la sociedad para enriquecerla (no solo materialmente).
Pero, ?por qu¨¦ suprimir tan dr¨¢stica e injustificadamente la transmisi¨®n tambi¨¦n de la cultura? Bien entendido que, a estos efectos, hoy todos concordamos tambi¨¦n en la suma irrenunciable de lo que Lord Snow denominaba "las dos culturas": la human¨ªstica y la cient¨ªfica. Esa cultura integradora, que nos ayudar¨¢ orteguianamente a entender nuestra sociedad y nuestro siglo XXI, tiene igualmente en las universidades un cultivo incomparable al que se le pueda dar en otros ¨¢mbitos, y ser¨ªa un despilfarro que se renunciara a transferirlo al mismo tiempo que la tecnolog¨ªa. Si lo uno redundar¨¢ en el enriquecimiento econ¨®mico de la sociedad, lo otro producir¨¢ el mismo beneficio en t¨¦rminos de riqueza inmaterial, pero no por ello menos apreciable.
En suma: ser¨ªa muy oportuno que desde las instancias pertinentes se confirmara y defendiera p¨²blicamente que las misiones de la universidad ya no son tres, sino cuatro. Las que Ortega formul¨® y la nueva que el desarrollo de la sociedad del conocimiento demanda.
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