Verdasco, a lo grande
M¨¢s maduro y confiado, el madrile?o derrite a Murray, llega a cuartos y espera un cruce con Nadal
Es la hora, el momento, de Fernando Verdasco. Ondean en la grada banderas escocesas. Cruje el piso bajo el peso de sus pisadas. Y sobre el cemento, Andy Murray naufraga. Verdasco tira pelotas con peso de plomo. Verdasco saca con fuego. Verdasco coloca 10 aces, vence (2-6, 6-1, 1-6, 6-3 y 6-4), y luego, mientras juguetea con la pulsera brasile?a en la que ha encerrado tres deseos, recuerda c¨®mo empez¨® todo. Fue el 24 de diciembre de 2008. Est¨¢ haciendo pesas en Las Vegas, bajo la atenta mirada de Gil Reyes, el gur¨² que lo arregla todo. Un tipo calvo y de pasado portentoso se le acerca entonces. Andre Agassi, se llama. De la hora larga que hablan, juntitos en una esquina, separados de todo y de todos, s¨®lo trasciende un comentario, una queja que es en realidad admiraci¨®n envuelta en reproche: "Fernando, a ti s¨®lo te pueden ganar dos tenistas en todo el circuito [Nadal y Federer]. Si te ganan los dem¨¢s, es culpa tuya. Regalas muchas bolas. ?Tienes que meter m¨¢s dentro!".
"S¨®lo dos pueden ganarte. Si te ganan los dem¨¢s, es culpa tuya", le dijo Agassi
"Lo que hablamos es secreto", se sonr¨ªe Verdasco, que entrar¨¢ en el club de los diez mejores del mundo si gana su partido de cuartos de final contra el franc¨¦s Jo-Wilfried Tsonga, finalista el a?o pasado. En el camino puede encontrarse en semifinales con Nadal, que pas¨® por encima de Fernando Gonz¨¢lez (6-3, 6-2, 6-4) y se las ver¨¢ en cuartos con Simon. El triunfo de Verdasco pone en perspectiva el poder de una etiqueta. La marca que viste al madrile?o, que sigue sin entrenador, ha puesto a su servicio al equipo de ¨¦lite de entrenadores y preparadores f¨ªsicos que dedica a sus mejores tenistas. La escena lo dice todo. Verdasco, que antes y despu¨¦s del partido, como todos los d¨ªas, ha hablado con Reyes, acaba de ducharse. Le felicitan a gritos por el pasillo que lleva al vestuario. Abre la boca en forma de o, como diciendo "?madre m¨ªa!". Y enseguida se re¨²ne 10 minutos con Sven Groeneveld, la cabeza t¨¦cnica del grupo de apoyo de su marca, un entrenador prestigios¨ªsimo al que la vida viajera y el roce han convertido en amigo.
Con los dos se sientan el fisioterapeuta y el padre del tenista, que le paseaba en carrito cuando era un beb¨¦ mientras otros jugadores se entrenaban en las pistas de su casa. La conversaci¨®n es animada. "Si Fernando tiene un problema de saque, o con el resto, se lo consulta a Sven", explica Jos¨¦ Verdasco; "pero ¨¦se no era el problema. El problema m¨¢s grande de mi hijo, lo que ha mejorado, es que ha madurado".
Y tanto. Enfrentado a tens¨ªsimos momentos, con el p¨²blico volcado, Verdasco resiste. No tiembla. Quiz¨¢s recuerda entonces lo que ha le¨ªdo en los papeles, los consejos de Nadal: que empuje con su derecha, que madure, temple y trabaje el punto. Surge entonces un tenista tremendo. Imperial. Gigantesco: Verdasco se procur¨® 17 bolas de break durante todo el partido, teniendo en frente a uno de los mejores sacadores del mundo. "Un partidazo", que resume Feliciano L¨®pez, oculto en la grada por unas gafas de sol, y preparado para disputar hoy junto al madrile?o los cuartos del torneo de dobles.
"Jug¨® demasiado bien, mejor que yo", concluy¨® Murray, el n¨²mero cuatro y, antes de empezar, uno de los favoritos a ganar el primer grande del a?o. "Antes, cuando jugaba contra ¨¦l, comet¨ªa m¨¢s errores. Ahora tiene confianza. Quiz¨¢s piense m¨¢s sobre la pista. Y, definitivamente, sirve mucho mejor. Cuando jugu¨¦ contra ¨¦l en San Petersburgo, hizo siete dobles faltas en los primeros nueve saques. Aqu¨ª, ha sacado a lo grande. La consistencia de su primer servicio es impresionante. No lo esperaba. No es algo por lo que se le conozca".
Dicen que Nadal vio el punto que decid¨ªa el partido por televisi¨®n, aprovechando la intimidad del vestuario. Es dif¨ªcil pensar que respirara aliviado. En semifinales, si vence al franc¨¦s Simon ma?ana, aparece un amigo, y no el tremendo escoc¨¦s. Murray ya no juega en Australia. Verdasco sigue avanzando.
El peligro de la pista dura
?Qu¨¦ es la dureza? La dureza es jugar al tenis con 40 grados. La dureza es buscar la victoria con viento huracanado. La dureza es moverse a toda velocidad, remando y remando, sobre el peligroso cemento australiano, puro chicle bajo el calor del verano. Ayer se jugaron ocho partidos de individuales en el Abierto de Australia.
Tres de ellos los ganaron Verdasco, Nadal y Carla Su¨¢rez, que pas¨® a cuartos tras ganar a Anabel Medina (6-3 y 6-2) y espera a Dementieva. Otros tres, sin embargo, no terminaron por lesi¨®n. El dato carga de razones a los tenistas que avisan contra los peligros de la pista dura. No ha cumplido un mes la temporada, y ya hay cuerpos fastidiados.
El primero en despedirse fue la pantera negra. Sometido su cuerpo a acrob¨¢ticas posiciones, golpeados m¨²sculos y huesos por sus malos apoyos, el franc¨¦s Gael Monfils se lesion¨® una mu?eca y tuvo que abandonar el partido que le med¨ªa en octavos contra Simon (4-6, 6-2, 1-6 y retirada). Luego sigui¨® apretando el sol, avisando de lo que queda el resto de la semana: puro fuego. Victoria Azarenka, que iba dominando su partido contra Serena Williams por 6-3 y 2-4, no pudo aguantarlo. Empez¨® a dar se?ales de mareo. Sufri¨® arcadas.
Serena, a la que el fisioterapeuta le tuvo que remendar el tobillo, pens¨® en ir a ayudarla. Y dos personas tuvieron que servirla de b¨¢culo mientras se marchaba. "Puede que fuera un virus", explic¨® luego; "ya no me sent¨ªa muy bien por la ma?ana. Vomit¨¦. Tengo fiebre. He ido al doctor, y no sabemos lo que es".
S¨ª se sabe lo que le doli¨® a la china Jie Zheng ante la rusa Kuznetsova: la mu?eca. "Es la primera vez que me tengo que retirar de un partido. Me dol¨ªa mucho. No me he podido hacer una radiograf¨ªa. El hospital est¨¢ de vacaciones".
Mala suerte. Hubo tres abandonos en pleno d¨ªa de Australia.
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