"Quien no tiene vocaci¨®n por este trabajo no aguanta dos a?os"
Gabino Ab¨¢nades es alto, fuerte, tiene las manos grandes, la voz grave y el cabello ondulado blanco. Rezuma sinceridad y energ¨ªa. Nacido en un pueblo de Guadalajara, Canales del Ducado, en febrero de 1946, estudi¨® en Sig¨¹enza y pronto vino a Madrid a hacer el servicio militar. Unos familiares le hablaron de un puesto de jardinero en el cementerio de la Almudena y accedi¨®, mientras lo simultaneaba con otro vespertino en una compa?¨ªa de seguros. Hoy es un hombre clave en el sistema funerario de la ciudad.
Hasta los 47 a?os, en sus ratos libres Ab¨¢nades ha jugado a la pelota vasca; de ah¨ª, quiz¨¢, sus grandes manos. "No llegu¨¦ a ser un Astano II, pero se me daba bastante bien", se jacta. Adora la caza y cocinarla luego. "M¨¢s que cocinero, me siento ranchero, disfruto dando de comer a mucha gente", dice. Todos los meses procura asistir a una cena de los Amigos de la Boina, si acaso no se encuentra en el extranjero, porque ¨¦l viaja mucho: hoy puede estar en la capital h¨²ngara, Budapest, para visitar el cementerio m¨¢s grande de Europa -"el Fiumei, que supera al de la Almudena s¨®lo porque est¨¢ a¨²n m¨¢s ajardinado", explica. Ma?ana "conversando con una delegaci¨®n surcoreana que quiere saber c¨®mo Madrid cuenta con uno de los sistemas de organizaci¨®n de los servicios funerarios que mejor funcionan y a cuyo despliegue ¨¦l contribuy¨®", subraya un subordinado suyo. "Su pasi¨®n es el trabajo", a?ade.
"Reorden¨¦ el archivo de la Almudena y dej¨¦ la tierra por tareas administrativas"
Gabino Ab¨¢nades tiene a su cargo la direcci¨®n de servicios de la Empresa Mixta de Servicios Funerarios, que rige 13 de los 22 cementerios con los que cuenta Madrid y que gestiona casi la mitad de la actividad de los cementerios restantes. "Sabe de cementerios m¨¢s que nadie y, en Europa, hay muy pocos que sepan lo que ¨¦l sabe", a?ade otro colaborador, que reconoce admirar su capacidad de trabajo y temer, tambi¨¦n, su genio "cuando alguien hace mal sus cometidos".
Hasta acceder a su cargo, cruz¨® por todos los estadios, desde operario temporal de los jardines en el cementerio de la Almudena hasta su actual posici¨®n como virtual n¨²mero tres de la empresa mixta madrile?a.
Cuando Madrid ha sido escenario de grandes cat¨¢strofes -como el incendio de la discoteca Alcal¨¢ 20, los accidentes a¨¦reos de Mejorada, en 1983, y el de la T-4, en agosto del a?o pasado, y los atentados del 11 de marzo de 2004 - , Ab¨¢nades siempre ha sido convocado a los gabinetes de crisis. Desde su direcci¨®n general, en la segunda planta de los tanatorios de la M-30 de la calle de Salvador de Madariaga, dirige un ej¨¦rcito de operarios, conductores, tanatopraxas (los que preparan los cad¨¢veres), empleados de la incineradora y administrativos que frisa las 270 personas. ?se es el mismo ej¨¦rcito que realiz¨® en el a?o 2007 hasta 13.280 enferetraciones, de ellas 8.970 incineraciones de los fallecimientos que se registraron ese a?o en Madrid, en torno a unos 27.000.
?C¨®mo dirigir un colectivo as¨ª? "Mandar es f¨¢cil ahora, todo est¨¢ reglamentado, hay protocolos y normas abundantes; pero cuando yo empec¨¦ era algo tremendo, porque no hab¨ªa nada escrito ni reglamentado".
Su promoci¨®n laboral y profesional fue un golpe de suerte coadyuvado por la esgrima de un peculiar sentido com¨²n. "Resulta que en 1969, reci¨¦n entrado yo como jardinero, en el cementerio de la Almudena sobrevino un incendio que da?¨® su archivo; me llamaron para reordenarlo y emple¨¦ un criterio clasificatorio sencillo y claro; aquello al parecer gust¨® mucho y, desde entonces, dej¨¦ la tierra para pasar a las tareas administrativas... Pas¨¦ a encargado de cementerio, luego subencargado, encargado general... Y de ah¨ª, tras oposiciones, hasta ahora".
?Le gusta mandar? "S¨ª, me gusta, pero para ello es preciso saber obedecer bien", reconoce. Para regir el ej¨¦rcito de empleados a su cargo, es necesario desenvolverse con extrema delicadeza. "Todo ha de ser gradual", explica. "No se puede enviar a un reci¨¦n llegado a recoger a un judicial [persona muerta en accidente] o a un hospital a trasladar un cad¨¢ver: hay que ir poco a poco, tratar de que el nuevo pierda el temor que suele producirse al principio". Eso s¨ª, aclara, "quien no tiene vocaci¨®n por este trabajo, que es muy duro, no aguanta dos a?os, y se va antes".
?Y cu¨¢l es el desaf¨ªo del que se siente m¨¢s orgulloso? "Quiz¨¢ haber conseguido convencer a los pol¨ªticos de un cambio decisivo y humano en los cementerios: los enterramientos temporales en nichos. Porque son m¨¢s humanos para las familias, para los enterradores y para la sociedad, ya que resultan mucho m¨¢s ecol¨®gicos, porque las sepulturas en tierra requieren muy costosas operaciones de exhumaci¨®n".
?l cree que la cultura funeraria en Madrid ha cambiado favorablemente: "En 1973, el primer a?o en que entr¨® en funcionamiento una incineradora en Madrid, hubo tan s¨®lo 43 incineraciones. Hoy son casi 9.000.
Cerca hoy de la jubilaci¨®n, le preocupa dejar de golpe la actividad desbordante que despliega con 14 horas diarias de trabajo intenso.
"?Un consejo para la gente que afronta el trance de un duelo? "Que digan todo lo que deseen y que, en caso de duda, cumplan la voluntad del finado". Y a?ade: "Las mujeres, en esos trances, se enteran mucho m¨¢s de cuanto se les dice; los hombres, que quieren ser m¨¢s resolutivos, no suelen escuchar tan bien. En cuanto a nosotros, no podemos llorar con los familiares de los difuntos, pero s¨ª estar muy cerca de ellos y, sobre todo, informarles para que cobren seguridad y su dolor se mitigue".
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