El evangelista de la sesi¨®n continua
Entrar por la puerta del cine Duque de Alba, una de las ¨²ltimas tres salas X que quedan en Madrid y una de las m¨¢s bonitas de la capital, es entrar en un contraste. Butacas que huelen a litros de ambientador que esconde hombres de edad, unos espigados y con gran percha, otros de ojos asustadizos y cuerpos gruesos y desgastados por mentiras y familias... Fauna de crucero y loza de cuarto de ba?o que se mueven entre sombras y deseos. Todo eso est¨¢, pero al entrar tambi¨¦n uno intuye una tranquilidad amable, una cercan¨ªa que se dir¨ªa impropia en este palacete de principios de siglo erigido por Jos¨¦ Ortega y Gasset, y que fue casa y taller del peri¨®dico El Imparcial. Quiz¨¢ el gran culpable sea Rafael S¨¢nchez, operador de cinemat¨®grafo y responsable de la sala. Extreme?o crecido en el barrio de Arg¨¹elles, S¨¢nchez, vivo retrato del hombre tranquilo que lleva en esta sala m¨¢s de 30 de sus 50 a?os, nos invita a su peque?o despacho a charlar.
"Dibujo carteles e intento que no se vea el porno como algo t¨¦trico"
-Espera que cierre la puerta, que estas chicas de hoy [refiri¨¦ndose a las actrices de la pel¨ªcula que en esos momentos se est¨¢ proyectando] chillan demasiado.
Pregunta. ?C¨®mo empez¨® en esto?
Respuesta. Comenc¨¦ como ayudante de cabina en el cine Quevedo. En los descansos sol¨ªan poner diapositivas -todav¨ªa tengo alguna en cabina- en las que dec¨ªa "visite nuestro bar" o "se necesita conserje o ayudante de cabina". Vi aquello, me atrajo la idea y empec¨¦ a trabajar; ten¨ªa 16 a?os. El mundo de sesi¨®n continua era muy esclavo: empezabas a las dos y media, terminabas a las doce de la noche y pr¨¢cticamente no sal¨ªas de cabina. Cuando terminaba cada bobina, ten¨ªas que irte a repasar la pel¨ªcula, los empalmes, los piquetes... El cine era muy artesanal, ten¨ªa su esencia justamente en eso.
P. ?Defensor de la sesi¨®n continua?
R. Para m¨ª es el cine puro. Ahora, un cine es algo muy fr¨ªo, ficticio. Incluso despu¨¦s de la pel¨ªcula te echan por la puerta de atr¨¢s. Ya no hay esa emoci¨®n que transmit¨ªa la sesi¨®n continua donde el cine se identificaba con el barrio. Por eso sigo pensando que aqu¨ª, salvando las diferencias, mantenemos un poco ese esp¨ªritu.
Despu¨¦s llegar¨ªan el Cristal de Cuatro Caminos, el Condado, el Chamart¨ªn, el cine Tetu¨¢n, el Salaberri de General Ricardos... Cines hoy desaparecidos y en los que Rafael fue aprendiendo el oficio. Luego, en el a?o 1980, Rafael entrar¨ªa en esta sala, que despu¨¦s de pasar por el cine er¨®tico, el llamado cine "S", en 1996 se convertir¨ªa en sala X. Tras unos a?os de gloria, "imag¨ªnate las ganas con que lo cogi¨® la gente despu¨¦s de 40 a?os sin poder ver un tobillo", explica S¨¢nchez. El cine se estabiliz¨® y ya en los noventa comenz¨® a dise?ar, con cartulina DIN A-3, rotuladores y marcadores fluorescentes, los carteles de las pel¨ªculas. Un trabajo que hoy ya reconocen revistas del dise?o m¨¢s pro espa?ol o artistas como Antonio de la Rosa, que lo llam¨® para colaborar en uno de sus proyectos.
P. ?C¨®mo se plantea dibujar un cartel?
R. Fantaseo un poco, juego con los t¨ªtulos y luego le doy un toque intentando que no se vea el porno como algo t¨¦trico. Intento jugar con la atracci¨®n, con los perfiles de las chicas, como diciendo "aqu¨ª est¨¢ una mitad y, si quieres verme entera, tienes que entrar". Es como un aperitivo. Tambi¨¦n en Navidad hago una decoraci¨®n en la entrada, ponemos una hucha para una ONG, damos un regalito y decoramos un maniqu¨ª; un a?o lo ponemos elegante, otro de Pap¨¢ Noel...
P. Me acuerdo de que al Pap¨¢ Noel, si le tocabas el hombro, se le encend¨ªan sus partes.
R. La verdad es que lo del pulsador tiene su historia. En Fuenlabrada, donde vivo, hice de Pap¨¢ Noel. Estuve haci¨¦ndolo varios a?os y pens¨¦ en algo que a los chavales les emocionara, que les dejara pensando. Y se me ocurri¨® ponerme un pulsador en la barriga. Cuando los ni?os lo tocaban, se me encend¨ªa el coraz¨®n. Y c¨®mo lo ten¨ªa por aqu¨ª... Al final lo llamamos San Erotic¨®n, y a las chicas les dec¨ªamos que pensaran un deseo y, que si tocaban y se encend¨ªa, se les cumpl¨ªa.
P. ?Le gustar¨ªa jubilarse en este cine?
R. Me encantar¨ªa. Aunque me gustar¨ªa que me tocara la loter¨ªa para poder quedarme con el local. Seguir¨ªa con el cine de sesi¨®n continua y arriba, que hay una gran terraza, har¨ªa un restaurante con espect¨¢culos. La otra entrada del edificio tiene una gran escalera con m¨¢rmol de Carrara y se podr¨ªa hacer un restaurante muy majo, comiendo y mirando al cielo. Pero eso son sue?os.
P. ?Cree que le quedan muchos a?os a este cine?
R. Si lo tratas bien, es para toda la vida. Tenemos un p¨²blico fiel y, como te dec¨ªa, seguimos guardando la esencia del cine de sesi¨®n continua.
P. Entiendo lo que dice, pero este cine tiene su parte m¨¢s dura. No es meramente un sitio de encuentro y charla, ?no?
R. Mucha gente cree que este sitio es algo oscuro, raro, y no somos el diablo. No creo que en una discoteca haya menos follones.
P. ?Pero es consciente de que aqu¨ª existen intercambios sexuales remunerados?
R. S¨ª, claro. Me imagino, yo veo y no veo. Esto es como el secreto de confesi¨®n, no veo y veo todo. La magia est¨¢ justamente ah¨ª. Es algo que s¨®lo incumbe a quien lo hace. Adem¨¢s, esto mismo, con otro formato, creo que lo hay en muchos sitios. Intercambios remunerados los hay de muchas clases.
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