Las tres claves secretas del enredo

Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, ha recibido uno de los encargos m¨¢s envenenados de su carrera: investigar las supuestas malas pr¨¢cticas de un Gobierno del PP, el de la Comunidad de Madrid, que lidera con aplastante autoridad Esperanza Aguirre, el principal y, a estas alturas, casi ¨²nico referente de la corriente cr¨ªtica del partido.

La tarea se complica porque las personas a las que debe investigar Cospedal (Esperanza Aguirre, Ignacio Gonz¨¢lez o Francisco Granados, entre otros) han sido, hasta hace muy poco, sus jefes pol¨ªticos directos, sus principales mentores o sus amigos de escapada veraniega.

Pese a todo, seg¨²n cuentan algunas de las personas que han pasado ya por la "sala de interrogatorios" de Cospedal est¨¢ intentando hacer una investigaci¨®n fr¨ªa y profesional. Y eso que algunos de los sujetos que pueden resultar cruciales para desentra?ar todo lo ocurrido (principalmente ex polic¨ªas que han trabajado en el servicio acusado de espionaje) se niegan a comparecer con la excusa de que no pertenecen al PP.

Gonz¨¢lez debe de ser el cargo con m¨¢s 'dossiers' sobre sus adjudicaciones

Empresas molestas al perder concursos han indagado sobre su patrimonio

El escenario en el que se maneja Dolores de Cospedal tiene unos actores que se mueven en un c¨ªrculo de intereses pol¨ªticos y tiene otros actores en una obra de teatro paralela donde lo que manda son las implicaciones econ¨®micas.

La decisi¨®n de Cospedal respecto a la investigaci¨®n abierta puede marcar un antes y un despu¨¦s en la historia del PP. As¨ª est¨¢n las cosas.

- La guerra de los dossiers. La guerra de los dossiers es muy vieja en la Comunidad de Madrid. A comienzos de la primera legislatura de Esperanza Aguirre, octubre de 2004, proliferaron los informes secretos que se lanzaban contra el PP buscando vinculaciones entre algunos dirigentes populares y el denominado tamayazo (la fuga de dos diputados socialistas en una votaci¨®n crucial que impidi¨® a Rafael Simancas ser presidente de la Comunidad de Madrid y dio una segunda oportunidad a Esperanza Aguirre para ganar en las urnas ese puesto). Se hallaron muchos v¨ªnculos entre el PP, sus aleda?os y Eduardo Tamayo, el ¨²ltimo gran tr¨¢nsfuga de la democracia espa?ola, pero nadie acredit¨® una compra del voto que hubiera implicado responsabilidades penales.

M¨¢s tarde lleg¨® la adjudicaci¨®n de la explotaci¨®n de la Plaza de Toros de las Ventas, un negocio supuestamente muy apetitoso, en el que el vicepresidente de la Comunidad, Ignacio Gonz¨¢lez, empez¨® su exitosa carrera para reclutar a legiones de enemigos. La empresa perdedora recurri¨® a los tribunales. Y Gonz¨¢lez, seg¨²n explican desde el Gobierno regional, empez¨® a sospechar que Alfredo Prada, entonces segundo vicepresidente de la Comunidad, que compart¨ªa con ¨¦l los m¨¢ximos galones despu¨¦s de la presidenta, le hac¨ªa luz de gas y se aliaba con sus enemigos para informar contra ¨¦l. Prada siempre lo ha negado. Por si acaso, Gonz¨¢lez y la presidenta le pusieron a Prada, que era consejero de Interior, un guardi¨¢n ex polic¨ªa llamado Sergio Gam¨®n al que colocaron como director general de Seguridad, neutralizando a la persona de confianza de Prada que hasta entonces ejerc¨ªa, sin tanto cargo, ese mismo puesto. Luego llegaron m¨¢s dossiers sobre las propiedades de Gonz¨¢lez, las hipotecas de sus casas, las adjudicaciones a sus familiares, amigos y conocidos, sus tratos de favor a empresarios especialmente beneficiados en el Canal de Isabel II, la poderosa compa?¨ªa p¨²blica que preside.

- Empresas molestas. Los intereses econ¨®micos de empresas molestas por no haber sido beneficiarias del man¨¢ de la Comunidad de Madrid, una administraci¨®n rica y gran inversora, han arrojado durante los ¨²ltimos cuatro a?os una concienzuda cadena de sospechas sobre el honor de Gonz¨¢lez y algunos cargos de su confianza a los que ha colocado en sitios estrat¨¦gicos. Esas empresas perdedoras en m¨²ltiples concursos encuadernaron sus sospechas y denuncias en carpetas donde aparec¨ªan datos p¨²blicos que se pueden encontrar en el Registro Mercantil o en el Bolet¨ªn Oficial de la Comunidad junto a algunos detalles, a veces sorprendentes, de la vida privada de Gonz¨¢lez. As¨ª completaban un panorama sombr¨ªo sobre supuestas pr¨¢cticas corruptas del vicepresidente de la Comunidad. ?l siempre lo ha negado. Es el alto cargo de Madrid, y probablemente de Espa?a, que m¨¢s dossiers por adjudicaciones sospechosas tiene. Y lleva dando explicaciones de su honorabilidad mucho tiempo. Lo tuvo que hacer ante su propio partido porque ?lvaro Lapuerta, tesorero nacional los ¨²ltimos 25 a?os, quiso saber m¨¢s de sus propiedades en 2006. Y en 2008, el propio Lapuerta se sent¨ªa espiado por las personas sobre las que puso sus sospechas, entre ellas el propio Gonz¨¢lez.

- Enemigos irreconciliables. Desde la Consejer¨ªa de Interior se hicieron seguimientos al vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo; al ex consejero de Justicia, Alfredo Prada; y a su hombre de confianza y director de Seguridad en la Ciudad de la Justicia, Juan Carlos Fern¨¢ndez. Los dos pol¨ªticos espiados no apoyaban precisamente a Esperanza Aguirre en la batalla por el poder del PP y se declaraban enemigos irreconciliables de Ignacio Gonz¨¢lez. El espionaje, documentado, ocurri¨® entre marzo y mayo de 2008, cuando ca¨ªan chuzos de punta sobre el PP tras la derrota electoral. Los ex polic¨ªas que hicieron el seguimiento citaban en sus partes a sus jefes directos: Sergio Gam¨®n y Miguel Casta?o, que no despachaban casi nunca con el consejero de Interior, Francisco Granados, seg¨²n ha declarado. El viceconsejero de Interior, Alejandro Halffter, es qui¨¦n manda en Gam¨®n. Y Halffter conf¨ªa tan poco en Granados como el consejero conf¨ªa en ¨¦l, porque sabe que es un hombre de Gonz¨¢lez. El consejero del Interior ya intent¨® acabar con Sergio Gam¨®n cuando ¨¦ste irrumpi¨® con cuatro de sus hombres en un despacho de la consejer¨ªa de Justicia donde pensaba que se guardaban dossiers muy comprometedores para ¨¦l mismo y para miembros del Gobierno regional. Pero una semana despu¨¦s de destituir a Gam¨®n, le volvi¨® a nombrar. Y ah¨ª sigue.