Aguirre y Rajoy no alcanzan un pacto

Fue la tarde del pasado domingo. Despu¨¦s de su triunfal discurso de estilo obamista, Mariano Rajoy estaba descansando en su casa. Son¨® el tel¨¦fono, y era Esperanza Aguirre. Sobre la mesa estaba lo que los aguirristas consideraban una agresi¨®n: una informaci¨®n de EL PA?S en la que el ex tesorero del PP ?lvaro Lapuerta, hombre muy respetado y clave en la historia interna del partido, aseguraba que en mayo de 2008 hab¨ªa avisado a Rajoy de que le estaban espiando.

Lapuerta pensaba que eran personas de la Comunidad de Madrid, como respuesta a cr¨ªticas que hab¨ªa hecho a adjudicaciones de esta administraci¨®n que consideraba sospechosas. Para colmo, seg¨²n la visi¨®n de los aguirristas, el propio Rajoy, a trav¨¦s de su responsable de Comunicaci¨®n, Carmen Mart¨ªnez Castro, hab¨ªa confirmado la noticia. Lapuerta es adem¨¢s amigo del presidente del PP, con lo que todos los aguirristas atribuyeron al l¨ªder la bomba informativa.

La investigaci¨®n abierta en el partido provoc¨® la protesta de la l¨ªder madrile?a

Espionaje, adjudicaciones y una investigaci¨®n interna en marcha. Eran demasiados fusiles apuntando a Aguirre, y todos de fuego supuestamente amigo, esto es desde G¨¦nova, la sede central del PP.

La presidenta llam¨® al l¨ªder para, seg¨²n diversas fuentes populares, mostrarle su preocupaci¨®n por la situaci¨®n y reclamarle que busque una salida que no le haga da?o a ella ni al partido.

Rajoy, fiel a su estilo, no entr¨® de lleno en el asunto y trat¨® de tranquilizarla con la idea de que seguramente habr¨¢ una soluci¨®n. Pero no hubo acuerdo, y desde entonces la situaci¨®n se ha complicado.

El diario El Mundo ha publicado graves acusaciones de conductas irregulares tanto de Lapuerta como de su sucesor, Luis B¨¢rcenas, por haber presionado a la Comunidad de Madrid en diversas adjudicaciones. Todos los marianistas lo interpretaron como una venganza del aguirrismo.

A mediados de semana, mientras se publicaban dossiers con supuestas irregularidades de la mano derecha de Aguirre, Ignacio Gonz¨¢lez, amigos y familiares suyos, hubo al menos otra conversaci¨®n telef¨®nica entre los dos dirigentes, de tenor similar, seg¨²n las mismas fuentes.

Aguirre insiste en que la investigaci¨®n interna que dirige la secretaria general, Dolores de Cospedal, es una gran muestra de desconfianza hacia ella, que no va a encontrar nada porque nada hay, y que se debe cerrar cuanto antes.

Rajoy insiste en su ambig¨¹edad. En privado buscan un pacto, pero ella quiere un apoyo p¨²blico que ¨¦l no le ha dado. Y por eso las espadas siguen en alto mientras la situaci¨®n es cada d¨ªa m¨¢s explosiva.

El entorno del l¨ªder y algunos dirigentes regionales, muy enfadados por lo que consideran un ataque directo al coraz¨®n del partido, le piden mano dura, un gesto de autoridad. "Casi todos estamos aqu¨ª de paso, pero Lapuerta y B¨¢rcenas son la casa, los que dan continuidad al PP. Ir contra ellos es ir contra el partido, no contra Rajoy. Esto no puede quedar as¨ª", se?ala un marianista.

Mientras, Aguirre no est¨¢ dispuesta a aceptar que el presidente le pida la cabeza de nadie, porque insiste en que no hay ninguna prueba de que el espionaje saliera de la Comunidad ni de ninguna irregularidad en ninguna adjudicaci¨®n.

Cospedal, que a¨²n tiene que interrogar a algunos, se prepara para enviar su informe al Comit¨¦ de Derechos y Garant¨ªas del partido. Si su papel recomienda sanciones, como apuntaba el dur¨ªsimo comunicado de la semana pasada, y ¨¦stas no est¨¢n pactadas con Aguirre, la guerra ser¨¢ total y ella se resistir¨¢ hasta el final. De momento todo sucede en pasillos, pero la pr¨®xima semana probablemente habr¨¢ un Comit¨¦ Ejecutivo Nacional, el ¨®rgano de gobierno, donde se ver¨¢ hasta d¨®nde llega la batalla y si alguien sigue a Aguirre en su resistencia numantina a ofrecer ninguna cabeza, ni siquiera la de alg¨²n jefe intermedio de los esp¨ªas.