Miedo a la deflaci¨®n
No ganamos para sustos. Metidos en una recesi¨®n econ¨®mica considerable con una fuerte destrucci¨®n de empleo y una crisis de consumo, ahora amenaza con aparecer el cuarto jinete del Apocalipsis, la deflaci¨®n, que es como el mismo diablo para los economistas.
Los datos publicados por el INE el viernes pasado se?alan que los precios al consumo de enero, medidos a trav¨¦s del IPC armonizado de la UE, han ca¨ªdo m¨¢s del 1% respecto al mes anterior. Dicho de otra manera, la inflaci¨®n ha sido negativa. Por lo tanto, lo que en diciembre costaba 10, en enero costaba menos de 9.
?Y qu¨¦, acaso no es bueno que bajen los precios? De esa manera aumenta nuestra renta real, porque con un mismo nivel de ingresos podemos consumir m¨¢s. A este efecto positivo de la ca¨ªda de precios sobre la renta de las familias los economistas lo llaman efecto Pigou, en honor a un destacado economista ingl¨¦s de la d¨¦cada de 1930.
La deflaci¨®n es una hipotermia... pero uno no se puede meter en el horno para calentarse
Entonces, ?por qu¨¦ nos ha de preocupar esa reducci¨®n del nivel de precios? Preocupa porque es el quinto mes en que tiene lugar una ca¨ªda r¨¢pida y repentina del nivel de precios. Y a¨²n no sabemos si se trata de una desinflaci¨®n producida por la ca¨ªda de los precios del petr¨®leo y materias primas, cosa que ser¨ªa buena, o de una deflaci¨®n causada por el hundimiento del consumo y de la inversi¨®n, que ser¨ªa mala.
?Es posible que la econom¨ªa espa?ola haya entrado en deflaci¨®n? Antes de intentar una respuesta a esta cuesti¨®n perm¨ªtanme ver por qu¨¦ los economistas temen la deflaci¨®n como al mism¨ªsimo diablo.
Con los precios pasa algo as¨ª como con la fiebre. Imaginen que una persona tiene fiebre elevada, una hipertermia. Si baja hasta la temperatura normal esa ca¨ªda es buena. Pero el problema surge cuando la temperatura sufre una baja repentina por debajo del nivel normal. Aparece entonces una hipotermia.
La hipotermia es m¨¢s peligrosa que la hipertermia, porque para la primera hay remedios de urgencia, como meter a la persona en una ba?era de agua fr¨ªa. Pero con la hipotermia la cosa se complica, porque no se la puede meter en el horno para calentarla.
La deflaci¨®n es para los economistas como una hipotermia para los m¨¦dicos. No tiene f¨¢cil soluci¨®n. Y puede conducir a una Gran Depresi¨®n.
Existen dos teor¨ªas para explicar c¨®mo la deflaci¨®n desestabiliza una econom¨ªa y la lleva a la depresi¨®n. La primera es la teor¨ªa de la deflaci¨®n y la deuda. En la econom¨ªa existen deudores y acreedores. Si un deudor debe a un banco 300.000 euros por compra de una vivienda y el nivel de precios cae el 1% ahora la cantidad real de la deuda es de 303.000 euros, porque ¨¦sa es la cantidad de poder adquisitivo que tendr¨¢ que pagar al banco.
Esta transferencia de renta entre deudores y acreedores en principio no tendr¨ªa por qu¨¦ afectar al consumo total: lo que no consumen unos lo consumen otros. Pero los economistas piensan que la propensi¨®n a consumir es mayor entre los deudores, que son muchos, que entre los acreedores, que son pocos. Si es as¨ª, la reducci¨®n de los precios, al empobrecer a los deudores genera un efecto Pigou negativo, una ca¨ªda del consumo y una ca¨ªda en la renta nacional. Una recesi¨®n.
La segunda teor¨ªa es la de la inflaci¨®n esperada. Si todo el mundo espera de repente que el nivel de precios descienda en el futuro, la inflaci¨®n esperada se convierte en negativa. Si un empresario ten¨ªa un cr¨¦dito a un tipo nominal del 3% y la inflaci¨®n esperada es -2%, el tipo de inter¨¦s real es entonces del 5%. Esta subida del tipo de inter¨¦s real reduce el gasto en inversi¨®n de las empresas. Y, a su vez, esta reducci¨®n de la inversi¨®n reduce la renta nacional, contribuyendo a la recesi¨®n.
En ambos casos, como se ve, el descenso de los precios reduce la renta nacional al originar una disminuci¨®n del consumo y de la inversi¨®n. Por tanto, una deflaci¨®n puede producir el efecto contrario al que se?al¨¦ m¨¢s arriba, es decir, puede reducir la renta de las familias en lugar de elevarla. Si, adem¨¢s, la deflaci¨®n se prolonga en el tiempo puede convertir una recesi¨®n normal en un per¨ªodo sin precedentes de elevado paro y disminuci¨®n de la renta. En una depresi¨®n. Eso es lo que probablemente ocurri¨® en la d¨¦cada de 1930, cuando el estallido de una burbuja inmobiliaria, el crash de la Bolsa y las quiebras bancarias del a?o 1929 en la Gran Depresi¨®n de los treinta.
?Ha entrado la econom¨ªa espa?ola en deflaci¨®n? Con los datos que tenemos no se puede afirmar. Las partidas de la cesta de la compra que m¨¢s fuertemente est¨¢n experimentando reducciones de precios son las de transporte y alimentaci¨®n. Eso indicar¨ªa que la causa es la ca¨ªda del precio del petr¨®leo y el de los productos alimenticios en origen. Si es as¨ª, estar¨ªamos ante una desinflaci¨®n buena y no ante una deflaci¨®n.
Pero a¨²n no cabe descartar la deflaci¨®n. La fuerte ca¨ªda del consumo y de la inversi¨®n hace temer que las causas sean la deflaci¨®n de la deuda y la inflaci¨®n esperada negativa. Hay que esperar unos meses.
?Cu¨¢l ser¨ªa el remedio? Que las familias pierdan el miedo al futuro y consuman. Y que el Gobierno se pusiese como loco a crear inflaci¨®n. Pero aunque les pueda sorprender, en un pa¨ªs serio que est¨¢ dentro de un ¨¢rea de moneda ¨²nica como en el euro, con un Banco Central que tiene como objetivo evitar la inflaci¨®n y con unos gobiernos que se han comprometido a la estabilidad presupuestaria, no es f¨¢cil crear inflaci¨®n.
Mientras tanto, otro problema surge en el horizonte: ?c¨®mo negociar salarios con inflaci¨®n esperada negativa? ?Reducir los salarios nominales? En un escenario de falta de consumo, la ca¨ªda de los salarios acentuar¨ªa la deflaci¨®n y la depresi¨®n. El remedio ser¨ªa peor que la enfermedad.
En cualquier caso, el mejor remedio para la deflaci¨®n es no caer en ella.
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