La pat¨¦tica humanidad del monstruo
No resist¨ª la tentaci¨®n de leer la excelente novela de Bernhard Schlink El lector antes de ver la adaptaci¨®n al cine que ha realizado Stephen Daldry. Me conmovi¨® su historia y su complejidad emocional, la sucesiva desvelaci¨®n de misterios en una trama en la que nada es lo que parece, que encuentra razones inquietantes y pat¨¦ticas en comportamientos monstruosos. Por tanto, al acercarme a la pel¨ªcula ya conoc¨ªa la resoluci¨®n de los terribles enigmas y la sorpresa quedaba anulada. Tampoco tengo actitudes prejuiciosas respecto a la fatigosa cuesti¨®n de comparar la literatura con el cine. Unas veces las im¨¢genes mejoran el relato original, en otras ocurre lo contrario y en alguna feliz ocasi¨®n se mantiene id¨¦ntico nivel art¨ªstico.
A pesar de disponer de un argumento tr¨¢gico, a 'The reader' le falta alma
Kate Winslet tiene una apabullante veracidad para los matices de su papel
Veo en los t¨ªtulos de cr¨¦dito de The reader que figuran como productores Sydney Pollack y Anthony Minghella, dos sensibles y expresivos directores que lamentablemente ya se han muerto y que prolongaban su poder creativo cuando avalaban desde la producci¨®n las obras de otros directores. Aqu¨ª le han encargado la autor¨ªa a Stephen Daldry, alguien que demostr¨® en Las horas un conocimiento profundo de mujeres torturadas por sus demonios interiores. La protagonista de The reader tambi¨¦n es una se?ora que siempre ha estado a la deriva, un verdugo cuya conducta ante la vida, los sentimientos y el horror viene ancestralmente condicionada por lacerantes carencias y por taras que pueden explicar aunque no justificar sus degradantes acciones.
Todos los materiales parec¨ªan adecuados para que Daldry retratara ejemplarmente las sensaciones, las heridas y la desesperaci¨®n que refleja la novela. Y tanto el guionista David Hare como el director Stephen Daldry son escrupulosamente fieles al texto de Bernhard Schlink. Est¨¢ bien contada la relaci¨®n sexual y el subterr¨¢neo o transparente amor entre un apasionado chaval de 15 a?os y una extra?a y solitaria mujer de 36, la incertidumbre del precozmente iniciado ante esa amante imprevisible de la que no sabe casi nada y que le exige que le lea libros antes de consumar su abrasivo erotismo, la huida de ella y el reencuentro de ambos a?os m¨¢s tarde en un tribunal que va a juzgar el tenebroso pasado de esa desconcertante mujer, la experiencia adolescente que va a marcar para siempre la amargada existencia del adulto, el retrospectivo sentido de culpa y la inconsolable soledad de alguien que form¨® parte de un engranaje criminal no por vocaci¨®n sino para no tener que enfrentarse a sus traum¨¢ticas limitaciones.
Daldry no se hace l¨ªos al combinar el pasado y el presente a lo largo de 30 a?os; la ambientaci¨®n es primorosa; la m¨²sica, abusiva, y dispone de una actriz tan excepcional como Kate Winslet, dama con apabullante veracidad para hacerte comprender los matices de un personaje espinoso. Pero incomprensiblemente, a pesar de disponer de un argumento tr¨¢gico y l¨ªrico, con acreditados talentos para desarrollarlo en im¨¢genes y sonidos, a esta pel¨ªcula le falta p¨¢lpito, capacidad de conmoci¨®n, alma. En mi caso, reconociendo que la ilustraci¨®n del drama original est¨¢ muy cuidada, el resultado final me deja fr¨ªo, todo lo contrario que me ocurre con la novela. Los m¨²ltiples aplausos al final de la proyecci¨®n me hacen intuir que a lo peor el problema es m¨ªo; no me sirve de consuelo ya que no me puedo enga?ar con lo que a m¨ª me provoca. Su brillantez me parece epid¨¦rmica, no me toca en ning¨²n momento las entra?as.
El director franc¨¦s Fran?ois Ozon siempre ha sentido afici¨®n por las historias retorcidas, el reverso angustioso de la aparente normalidad y las relaciones turbias. En ocasiones la expresi¨®n de ese desasosegante universo est¨¢ muy lograda y en otras las pretensiones superan a los resultados. En Ricky prevalece lo segundo. Durante la primera parte, Ozon describe con promesa de suspense la agobiada vida de una madre soltera y proletaria con su turbadora hija. Igualmente, es cre¨ªble su inicialmente feliz relaci¨®n con un compa?ero de trabajo con el que se atreve a formar pareja y a tener un cr¨ªo. Resulta que a la criatura le salen alas y el angelito volador se convierte en un tremendo problema para sus padres y en atracci¨®n de feria para el morbo que quieren explotar los medios informativos. Imagino que el prop¨®sito de Ozon es jugar a la simbolog¨ªa y a la par¨¢bola, pero aunque la imagen de un beb¨¦ volando tiene al principio alguna gracia, todo obedece al disparate gratuito.
Babelia
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