"El negocio del cami¨®n se ha convertido en la ley de la selva"
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Emilio Iniesta tiene 43 a?os, un cami¨®n y un mont¨®n de historias, ¨²ltimamente bastante negras, relacionadas con su actividad profesional. Desde hace cinco meses est¨¢ sin trabajar debido a una par¨¢lisis facial que le complic¨® la visi¨®n. Como no puede conducir, no factura. Y al no ingresar tiene graves dificultades para pagar su cami¨®n.
Pero todo puede empeorar. En el banco le est¨¢n poniendo much¨ªsimos problemas para refinanciar el cr¨¦dito con el que pag¨® su herramienta de trabajo, porque se trata de un sector de riesgo. Y encima, cuando vuelva al volante, se encontrar¨¢ con una ca¨ªda de la actividad brutal. Un negro panorama para quien ha vivido en la ¨¦poca de las vacas gordas del negocio, cuando hab¨ªa cargas para elegir.
Aut¨®nomo desde hace doce a?os, m¨¢s o menos coincidiendo con la expansi¨®n de la econom¨ªa y la subsiguiente la explosi¨®n del transporte por carretera, Iniesta mont¨® una sociedad con cinco camiones. "Me anim¨¦ a comprar y empezamos a funcionar, pero luego las cosas se pusieron dif¨ªciles", cuenta este transportista de la localidad alavesa de Estavillo.
La crisis y la competencia brutal en el sector afilaron la voracidad de los intermediarios, que manejaban m¨¢rgenes cada vez mayores. "El precio de la tonelada transportada pod¨ªa oscilar entre los 17 y los 35 euros". Eso significa que el que gestiona la carga se queda con mucho dinero sin pr¨¢cticamente costes, "salvo un tel¨¦fono y un ordenador". Y al no haber asociaciones fuertes que controlaran la situaci¨®n el sector se les ha ido de las manos. "La crisis ha convertido el transporte por carretera en la ley de la selva", dice Iniesta, al constatar que hay gente que trabaja por debajo de coste, en muchos casos para alimentar a su familia. "No me qued¨® m¨¢s remedio que vender y ahora no me queda m¨¢s remedio que esperar a ver que pasa", concluye.
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