Tratar con una Rusia agitada
Europa necesita una estrategia para abordar sus relaciones con Mosc¨². Hay un pa¨ªs que tiene la clave de una nueva 'ostpolitik' aut¨¦nticamente europea. La pista est¨¢ en la propia palabra
Rusia ha perdido un imperio y todav¨ªa no ha encontrado su papel. Ahora que nos acercamos al vig¨¦simo aniversario de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, deber¨ªamos volver a rendir tributo al hecho de que una superpotencia nuclear renunci¨® a su vasto imperio continental sin que pr¨¢cticamente se disparara ni un tiro. Por desgracia, aunque no es de extra?ar, hay muchos rusos que lamentan desde entonces ese acto de magnanimidad hist¨®rica.
El nuevo papel de Rusia es algo que los rusos deben descubrir por s¨ª mismos. Tardar¨¢n en hacerlo. En el Reino Unido, el pa¨ªs para el que se invent¨® la frase "perdi¨® un imperio y todav¨ªa no ha encontrado su papel", el proceso de redefinici¨®n nacional posimperial ha durado medio siglo, y todav¨ªa no ha terminado.
En Davos hab¨ªa un Putin desafiante en p¨²blico y a la defensiva en privado; tiene motivos para estar preocupado
La UE tiene una actitud d¨¦bil e hip¨®crita respecto a Rusia. Si yo estuviera en el Kremlin tambi¨¦n me burlar¨ªa de ella
Ser¨ªa incre¨ªblemente torpe suponer que la mezcla de capitalismo autoritario y pol¨ªtica agresiva de gran potencia decimon¨®nica que hemos visto con Vlad¨ªmir Putin es el punto final de la historia rusa. El Putin al que vi en el Foro Econ¨®mico Mundial de Davos, la semana pasada, era un Putin desafiante y, a la vez, defensivo: en p¨²blico se vanagloriaba del declive de la hegemon¨ªa estadounidense y en privado suplicaba m¨¢s inversiones extranjeras en Rusia. Con una poblaci¨®n que se manifiesta en la calle, una Bolsa que ha perdido m¨¢s del 70% de su valor y unas reservas de divisa extranjera que disminuyen a toda mecha, tiene motivos para estar preocupado. El capitalismo autoritario con aires de gran potencia ya no parece tan estupendo. Pero veremos muchos m¨¢s giros y sorpresas antes de que Rusia alcance una situaci¨®n semiestable.
Lo que podemos o debemos hacer para influir en la evoluci¨®n interna de Rusia es relativamente poco. La soberan¨ªa, en el siglo XXI, no es ilimitada, ni de hecho ni de derecho, pero sigue siendo un principio y una realidad importantes. Son los rusos quienes deben decidir hacia d¨®nde ir¨¢ Rusia. Sin embargo, aunque el drama posimperial se representa dentro de las fronteras rusas, y durar¨¢, no meses, sino decenios, en el resto de Europa tenemos todo el derecho a proteger nuestros intereses vitales y todos los motivos para hacerlo. Entre esos intereses no s¨®lo est¨¢ el de garantizar el abastecimiento de energ¨ªa a los Estados miembros de la UE, sino tambi¨¦n asegurar las fronteras internacionales, respetar la soberan¨ªa de incluso los Estados m¨¢s peque?os y comprometernos a la resoluci¨®n no violenta de las disputas.
La Rusia de Putin no ha respetado esos principios e intereses. Gran parte de la ¨¦lite de pol¨ªtica exterior rusa considera que la Uni¨®n Europea es una especie de anacronismo transitorio y posmoderno, un resto de finales del siglo XX, con defectos de principio y d¨¦bil en la pr¨¢ctica. Los factores importantes tanto en el siglo XIX como en el XXI, dicen, son la fuerza y la determinaci¨®n de las grandes potencias. Por eso Rusia ha tratado de restaurar el dominio sobre sus vecinos por las buenas o por las malas: enviando tropas (como en agosto, a la ex rep¨²blica sovi¨¦tica de Georgia) o apagando el gas (como en enero, en su disputa con la ex rep¨²blica sovi¨¦tica de Ucrania).
En este aspecto de la soberan¨ªa, lo que vale para Rusia debe valer tambi¨¦n para Georgia y Ucrania. Un Estado no puede pretender que es coherente si insiste en que se respete plenamente su soberan¨ªa pero viola la soberan¨ªa de otros cuando decide que es necesario. Me dir¨¢n ustedes: "?No es eso lo que hizo Estados Unidos con Bush?". A lo que responder¨¦: exacto. Estuvo mal que lo hiciera Estados Unidos con Bush y est¨¢ mal que lo haga la Rusia de Putin. Ahora, Barack Obama est¨¢ modificando la estrategia norteamericana, y el nuevo presidente ruso Dmitri Medv¨¦dev deber¨ªa hacer lo mismo. Pero no parece probable que Rusia vaya a modificar su conducta exterior mientras el resto de Europa no fije l¨ªmites claros y cambie la estructura de incentivos. ?Qu¨¦ razones tiene Mosc¨² para cambiar de rumbo mientras la Uni¨®n Europea siga teniendo una actitud tan d¨¦bil, dividida e hip¨®crita respecto a Rusia como la que ha tenido en los ¨²ltimos 10 a?os? Si yo estuviera en el Kremlin, tambi¨¦n me burlar¨ªa de la UE.
Y que quede clara una cosa: esto es asunto de Europa. El presidente Obama tiene muchas otras cosas de las que ocuparse. Necesita a Rusia para la diplomacia nuclear en relaci¨®n con Ir¨¢n. El plan del Gobierno de Bush de establecer una defensa antimisiles en Polonia y la Rep¨²blica Checa es una distracci¨®n irrelevante que habr¨ªa que abandonar. Y, por ahora, la Administraci¨®n de Obama va a dejar aparcada, con raz¨®n, la ampliaci¨®n de la OTAN a Ucrania y Georgia.
No habr¨¢ pol¨ªtica exterior europea mientras no haya una pol¨ªtica europea respecto a Rusia. No habr¨¢ pol¨ªtica europea respecto a Rusia mientras no tengamos una pol¨ªtica energ¨¦tica europea y una estrategia europea para Ucrania. En el frente energ¨¦tico, dos documentos recientes -uno redactado para el Centro para la Reforma Europea (cer.org.uk) por el economista de la energ¨ªa de la Universidad de Oxford Dieter Helm y el otro por Pierre No?l, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ecfr.eu)- identifican varias medidas fundamentales. Entre ellas, una red conjunta europea de gas y electricidad; un mercado ¨²nico europeo del gas; m¨¢s almacenamiento estrat¨¦gico de gas; y el gasoducto Nabucco, que ofrezca una ruta alternativa hacia Europa para el gas del Caspio. La clase pol¨ªtica de Ucrania, dividida, ineficaz y corrupta, es la peor enemiga de s¨ª misma, pero la UE tampoco ha demostrado tener ninguna voluntad pol¨ªtica seria de ofrecer a Ucrania una perspectiva lejana de incorporaci¨®n, con avances m¨¢s concretos mientras tanto.
Quiero afirmar categ¨®ricamente que ¨¦sta no es una receta en contra de Rusia. En contra de Putin, s¨ª; pero Putin no es Rusia. En Mosc¨² hay gente, aunque es verdad que por ahora es una peque?a minor¨ªa, que reconoce que un entorno internacional claro, estable y respetuoso con la ley ser¨ªa positivo para la evoluci¨®n a largo plazo de Rusia como naci¨®n-Estado pr¨®spera y democr¨¢tica. Esa minor¨ªa crecer¨¢ si el entorno evoluciona. Las buenas vallas tambi¨¦n hacen buenos vecinos.
Ahora bien, la creaci¨®n de esa pol¨ªtica europea depende sobre todo de la potencia central de Europa: Alemania. El ministro alem¨¢n de Exteriores, el socialdem¨®crata Frank-Walter Steinmeier, ha mantenido la relaci¨®n especial y realista con Rusia que se inici¨® bajo el canciller Gerhard Schr?der. Su estrategia de "Mosc¨² primero" se ha apoyado en la relaci¨®n corporativa entre los gigantes energ¨¦ticos de los dos pa¨ªses, E.ON, Ruhrgas y Gazprom. La canciller cristianodem¨®crata, Angela Merkel, que habla ruso y creci¨® en Alemania Oriental, es partidaria de un enfoque m¨¢s esc¨¦ptico y matizado, que establezca un equilibrio entre los intereses nacionales alemanes y la solidaridad y los valores europeos. Tal vez ahora la estrategia alemana est¨¢ variando ligeramente en ese sentido, por el impacto de dos crisis, la de Georgia y la del gas. Ser¨¢ interesante ver qu¨¦ tienen que decir los representantes alemanes en la Conferencia de Seguridad de M¨²nich que se celebra, como todos los a?os, este fin de semana, y cuya sesi¨®n plenaria lleva el intrigante t¨ªtulo de La OTAN, Rusia, el gas natural y Oriente Pr¨®ximo.
No es la primera vez que el futuro de Europa en general depende de la direcci¨®n que tome la ostpolitik alemana. Yo pas¨¦ muchos a?os, m¨¢s de los que me gustar¨ªa recordar, dedicado al estudio y la disecci¨®n de la ostpolitik, con el resultado final de una monograf¨ªa titulada In Europe's Name; ahora, al repasar esa historia, observo una curiosa inversi¨®n de papeles. Hace 40 a?os, cuando Willy Brandt puso en marcha una versi¨®n de ostpolitik que contribuy¨® de manera significativa a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el fin del imperio comunista ruso, ¨¦l y sus colegas supon¨ªan que la clave para lograr una evoluci¨®n positiva a largo plazo en una Berl¨ªn dividida resid¨ªa en un cambio de pol¨ªtica por parte de Mosc¨². Hoy, la clave para una evoluci¨®n positiva a largo plazo en una Mosc¨² dividida reside en un cambio de pol¨ªtica en Berl¨ªn. -
www.timothygartonash.com Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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