Criaturas de cien millones de a?os
El equivalente humano podr¨ªa ser Pompeya. Un mundo que queda congelado en un instante, por un acontecimiento repentino que lo preserva para el futuro. Pero en Pompeya los restos no son -?y menos mal!, podr¨ªa pensarse- tan transparentes y de conservaci¨®n tan perfecta como para apreciar los microsc¨®picos pelillos de los organismos preservados, sus alas semitransparentes, los incre¨ªblemente precisos detalles de sus patas o antenas. Eso s¨ª se ve en muchos de los insectos hallados en el yacimiento de ¨¢mbar de El Soplao, en Cantabria.
Los investigadores acaban pr¨¢cticamente de encontrarlo -lo anunciaron el pasado verano-, y ya no dudan de que es el m¨¢s importante de Europa del periodo cret¨¢cico, hace 110 millones de a?os. No se lo esperaban. Mar¨ªa Najarro e Idoia Rosales, ge¨®logas del Instituto Geol¨®gico y Minero de Espa?a (IGME), llevaban varios a?os investigando los materiales de la zona y hab¨ªan encontrado ¨¢mbar en otros lugares, pero no como ¨¦ste, ni en tanta cantidad. "Hemos sacado varios kilos, en piezas de desde pocos cent¨ªmetros hasta varias decenas de cent¨ªmetros", dice Najarro.
El ¨¢mbar es resina fosilizada. Y el hallado en El Soplao es especialmente valioso porque contiene insectos, hojas, maderas y animales marinos de un periodo preciso en la historia de la vida en la Tierra: el momento -en t¨¦rminos geol¨®gicos- en que aparecieron las plantas con flores. Debi¨® de ser una de esas revoluciones en que lo dr¨¢stico de los cambios hace que parezca imposible una relaci¨®n entre el antes y el despu¨¦s si no se ve una pel¨ªcula conectando a c¨¢mara r¨¢pida ambas etapas. Con las flores lleg¨® una explosi¨®n de creatividad evolutiva en los insectos; con los nuevos insectos, las plantas afinaron y multiplicaron sus estrategias para ser polinizadas, y con m¨¢s biodiversidad vegetal y entomol¨®gica salimos ganando todos los habitantes de la Tierra. El Soplao muestra una instant¨¢nea de ese arrebato de genialidad de la evoluci¨®n.
"Hace 110 millones de a?os, los paisajes eran muy diferentes. Por ejemplo, no hab¨ªa praderas, porque la hierba no hab¨ªa aparecido. Las hormigas a¨²n tardar¨ªan decenas de millones de a?os en llegar. Y para las mariposas hay que esperar otros 50 millones de a?os", explica Enrique Pe?alver, paleont¨®logo del IGME y experto en otros yacimientos de ¨¢mbar espa?oles.
Los investigadores est¨¢n emocionados. Tanto que, en vez de exponer a la periodista los pormenores de su descubrimiento, se lanzan a debatir hip¨®tesis entre ellos y se pisan sin querer explicando la importancia de este u otro aspecto. Un poco de orden, por favor.
Hasta ahora s¨®lo se ha descubierto ¨¢mbar del cret¨¢cico con animales y plantas -bioinclusiones- en Oriente Pr¨®ximo -L¨ªbano, Israel y Jordania-, Francia, Inglaterra y en el noreste de Espa?a -?lava y Teruel-. Pero los expertos creen que El Soplao tiene m¨¢s ¨¢mbar, y m¨¢s y m¨¢s variadas bioinclusiones, que esos yacimientos. Su historia arranca cuando la apertura de la carretera hasta la cueva de El Soplao -acondicionada en 2005 para el turismo por el Gobierno de Cantabria- expuso el ¨¢mbar a la superficie. Aparte de alg¨²n expolio de coleccinistas particulares sin escr¨²pulos, la primera excavaci¨®n en serio se realiz¨® el pasado octubre; trabajaron 14 personas durante dos semanas. Y comprobaron que mord¨ªan en duro. "Ahora sabemos que la bolsada de ¨¢mbar tiene m¨¢s de 25 metros", dice Idoia Rosales, directora del proyecto, que se lleva a cabo en colaboraci¨®n con la Universidad de Barcelona y tras un convenio con el Gobierno de Cantabria. Pe?alver apostilla: "Hay trabajo para toda una vida". Najarro y Rosales no eran expertas en ¨¢mbar, as¨ª que lo primero fue formar un equipo multidisciplinar. Las preguntas eran, y todav¨ªa siguen siendo, muchas: ?Qu¨¦ hizo que todo ese ¨¢mbar se acumulara all¨ª? ?Qu¨¦ especie de ¨¢rbol lo produjo? ?Qu¨¦ fauna hab¨ªa? ?C¨®mo eran los ecosistemas?
Algunas cosas ya se saben. Por ejemplo, el escenario general. Cuesta imagin¨¢rselo, pero ayuda que, mientras lo explican, los investigadores se permitan cierta enso?aci¨®n: "?Te imaginas? En lo que hoy es Cantabria y el Pa¨ªs Vasco, un agua tropical, con corales... Extens¨ªsimos bosques de con¨ªferas... Tal vez manglares... Qu¨¦ cosas", comenta Rafael Lozano, del IGME. "?Y dinosaurios!", a?ade C¨¦sar Menor, bioqu¨ªmico del Centro de Astrobiolog¨ªa (CAB).
S¨ª, hace 110 millones de a?os la pen¨ªnsula Ib¨¦rica ten¨ªa un clima subtropical. En el actual Cant¨¢brico hab¨ªa corales y el nivel del mar era un centenar de metros m¨¢s alto. La cueva de El Soplao est¨¢ hoy en lo alto de un valle, pero los animales marinos -bivalvos, serp¨²lidos y briozoos- hallados en el yacimiento demuestran que el mar quedaba entonces muy cerca. El valle era probablemente una zona de sedimentos depositados por los r¨ªos, como un estuario con lagunas poco profundas y zonas encharcadas. Ideal para que llegara la resina como un sedimento m¨¢s. ?Qu¨¦ pas¨® entonces para que se acumulara tanta resina f¨®sil? Falta un elemento clave antes de esbozar una hip¨®tesis: los incendios. Los restos de maderas quemadas y vitrificadas por las altas temperaturas, hallados junto al ¨¢mbar, revelan que en los bosques de con¨ªferas se produjeron incendios, tal vez por los rayos de tormentas tropicales. "Debieron de ser incendios tremendos", dice Pe?alver. Incendios que dejan a los actuales a la altura de una fogata. "Estamos acostumbrados a un paisaje muy alterado por el hombre. Pero esos bosques deb¨ªan ser interminables, con mucha resina como combustible".
As¨ª que esto es lo que los investigadores creen que ocurri¨® en El Soplao hace 110 millones de a?os. "La gran acumulaci¨®n de ¨¢mbar se explica por un enorme incendio forestal que arras¨® la vegetaci¨®n de los bosques resin¨ªferos", explica Pe?alver. "La falta de ¨¢rboles propici¨® que el suelo de los bosques, ricos en masas de resina enterrada, se desmantelara por la erosi¨®n y durante los siguientes a?os el agua arrastr¨® enormes cantidades de resina junto a la madera quemada". El ¨¢mbar fue as¨ª depositado en la zona de sedimentos y sobre ¨¦l crecieron los invertebrados marinos encontrados.
Uno de los misterios sin resolver, y que constituye un asunto candente en la comunidad internacional en el ¨¢rea, es qu¨¦ tipo de con¨ªferas produjeron el ¨¢mbar. "Por el momento concreto evolutivo, que coincide con la aparici¨®n de las plantas con flores, interesa mucho saber qu¨¦ con¨ªferas hab¨ªa", explica C¨¦sar Menor, que ha dedicado varios meses al an¨¢lisis bioqu¨ªmico de sustancias espec¨ªficas en el ¨¢mbar. Compar¨¢ndolas con otras que producen las con¨ªferas actuales, espera obtener una respuesta.
Y es que en la evoluci¨®n de la vida en la Tierra funciona un cierto principio general que Pe?alver enuncia as¨ª: "No hay especie que aguante 110 millones de a?os". Lo que significa que, sin duda alguna, todas las especies de insectos, escarabajos o ara?as que se encuentren est¨¢n hoy extintas, y la mayor¨ªa ser¨¢n nuevas. En total se han visto hasta ahora unos 50 individuos, pero, dado el material que falta por analizar, los investigadores creen que se superar¨¢ el centenar. Maravillosamente preservados y de una enorme diversidad.
La pegajosa resina fue una trampa mortal para los m¨²ltiples bichitos que compart¨ªan los c¨¢lidos bosques con los dinosaurios. Miden apenas unos mil¨ªmetros, pero algunos se ven a simple vista al trasluz. Hay mosquitos chupadores de sangre, cucarachas, avispillas, moscas, escarabajos, chinches, una de las ara?as tejedoras m¨¢s antiguas del registro f¨®sil... "Es como un microcosmos", dice Rosales. "El que tocaba el ¨¢mbar, ah¨ª se quedaba".
Los investigadores destacan una mosca serpiente de una familia extinguida hace m¨¢s de 65 millones de a?os: un insecto depredador de insectos con un t¨®rax alargado que parece un cuello. Tambi¨¦n un trips de menos de dos mil¨ªmetros, tan bien conservado que se observan los pelos en su cuerpo y sus alas; es un nuevo g¨¦nero y especie que se quiere presentar este a?o en una revista especializada. E impresiona a los entom¨®logos una hembra de avispa con un largo aparato para poner huevos al final del abdomen. Su estrategia consistir¨ªa, explica Pe?alver, en detectar d¨®nde hab¨ªa orugas haciendo galer¨ªas en los ¨¢rboles para atravesar la madera con su aparato ovopositor y poner sus huevos dentro de la oruga; cuando las larvas salieran, devorar¨ªan viva a la oruga.
Con todo esto ?ser¨ªa posible recrear un Parque Jur¨¢sico? ?Ser¨ªa posible extraer ADN de dinosaurio de un mosquito chupador de sangre? "En absoluto", dice Pe?alver. "El ADN no aguanta 100 millones de a?os". De hecho, los insectos dentro del ¨¢mbar est¨¢n huecos.
Queda otra caracter¨ªstica que hace especial a este ¨¢mbar: su color. Para demostrarlo, Rafael Lozano apaga la luz de la sala del IGME en que estamos e ilumina las piezas de ¨¢mbar con luz ultravioleta, de la que se usa en las discotecas. De repente, las muestras se vuelven luminiscentes y empiezan a emitir una luz blanca azulada. ?Qu¨¦ ha pasado? "El color de este material var¨ªa dr¨¢sticamente en funci¨®n del tipo de luz con que se observe", explica Lozano. "Cuando se ve con luz artificial presenta un color miel bastante com¨²n en ejemplares de muchos yacimientos espa?oles y extranjeros, pero cuando se expone a radiaci¨®n ultravioleta resulta ser muy luminiscente". Es m¨¢s, a la luz del sol la tonalidad cambia de nuevo "y aparece un intenso color p¨²rpura, ¨²nico en este tipo de material". El misterio del ¨¢mbar camale¨®n. A los investigadores no les faltar¨¢ trabajo.
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