Los 'Cien D¨ªas' de Obama
Los Cien D¨ªas se refieren al regreso de Napole¨®n Bonaparte de su exilio en la isla de Elba en marzo de 1815, su campa?a militar de Cannes a la Borgo?a, coronada por el regreso a Par¨ªs, la fuga del rey Luis XVIII y, finalmente, la derrota en el campo de Waterloo en junio de ese a?o y el exilio final de Bonaparte a la isla de Elba, donde muri¨® en 1821, prisionero de los ingleses.
Recuerdo el origen de los Cien D¨ªas porque el t¨¦rmino se ha popularizado pol¨ªticamente para indicar el periodo de gracia concedido a un nuevo gobernante, sobre todo en Estados Unidos de Am¨¦rica.
La presidencia de Franklin D. Roosevelt -el Nuevo Trato- se inaugur¨®, en 1932, en medio de la peor crisis econ¨®mica anterior a la que hoy enfrenta Barack Obama. Franklin D. Roosevelt, como Obama, lleg¨® al poder con una ola de optimismo que el presidente aprovech¨® para lanzar, en sus primeros Cien D¨ªas, una ola de iniciativas de ley destinadas a enfrentar a corto plazo, aunque no a resolver para siempre los desaf¨ªos del momento.
El presidente de EE UU propone un nuevo contrato social para pobres, parados y enfermos
Da una respuesta digna de un gallero de Tlaquepaque: "Yo gan¨¦"
Durante los Cien D¨ªas, Roosevelt propuso leyes para los problemas de la agricultura, las hipotecas y el cr¨¦dito, tratando de estimular la recuperaci¨®n, adem¨¢s, con programas de pr¨¦stamos, impulso al trabajo, ayuda a los m¨¢s necesitados, combate al desempleo, reforma del sistema bancario y coordinaci¨®n de los sistemas de transporte.
La Ley de Recuperaci¨®n Industrial (NRA) estableci¨®, a pesar de la oposici¨®n de la derecha, programas de empleo directo, construcci¨®n p¨²blica y reducci¨®n de la semana de trabajo con protecci¨®n de salario.
Y por ¨²ltimo (ojo, presidente Calder¨®n), Roosevelt cre¨® la CCC (Cuerpo de Conservaci¨®n Civil) para dar empleo a un cuarto de mill¨®n de j¨®venes en tareas de reforestaci¨®n, construcci¨®n de presas, preservaci¨®n de bosques, plantaci¨®n de ¨¢rboles e irrigaci¨®n de tierras.
Las medidas de Roosevelt, con ¨¦xitos tanto como fracasos, cobraron sentido pleno cuando Estados Unidos entr¨® en la Segunda Guerra Mundial con una fuerza de trabajo optimista, una industria recuperada y unas finanzas saneadas.
Barack Obama se enfrenta, por clara admisi¨®n, a la peor crisis desde 1932. Su respuesta contiene dos vertientes: la exterior y la interior.
En pol¨ªtica externa, Obama, desde su primer d¨ªa en la Casa Blanca, orden¨® el cierre del campo de tortura en Guant¨¢namo, Cuba. Se ha dado a s¨ª mismo un a?o para cerrar la prisi¨®n. Ha pedido a pa¨ªses amigos de la Uni¨®n Europea que reciban a un buen n¨²mero de los prisioneros actuales. Los europeos, que con tanto vigor demandaron el cierre de Guant¨¢namo, se mues-
tran indecisos a la hora de recibir a los prisioneros. Austria y Holanda se niegan porque sus leyes lo proh¨ªben. Acaso los dem¨¢s Estados acaben por aceptar lo que Europa le pidi¨® a Bush. Obama coloca a los europeos ante un nuevo dilema: cooperar con un Gobierno norteamericano que responde y co-responde al humanitarismo y a la legalidad.
El segundo acto internacional de Obama es a¨²n m¨¢s importante. Entrevistado por la cadena ¨¢rabe Al-Arabiya, el nuevo presidente distingue claramente a la minor¨ªa terrorista de la mayor¨ªa isl¨¢mica y a ¨¦sta, si ella abre el pu?o, Obama le tiende la mano. Obama se muestra dispuesto a negociar con Ir¨¢n y t¨¢citamente comprende que el poder en Teher¨¢n lo tienen los ayatol¨¢s, no el presidente Ahmadineyad, espantap¨¢jaros ¨²til cuando Bush consigna a Ir¨¢n al eje del mal, pero dispensable si Obama "tiende la mano" si Ir¨¢n "abre el pu?o".
Una enorme virtud de la pol¨ªtica en Medio Oriente propuesta por Obama es que comprende la interrelaci¨®n de las partes. La relaci¨®n con Ir¨¢n es inseparable del conflicto entre Israel y Palestina y ¨¦ste de la pol¨ªtica de y hacia Egipto, Siria, L¨ªbano, Afganist¨¢n, Pakist¨¢n e Irak. Obama concibe un Estado palestino con continuidad e integridad territoriales, abierto al comercio exterior y a la creaci¨®n de empresas e inversiones. Una Palestina mutilada, reducida a la Franja de Gaza y trozos de Cisjordania, no puede corresponder a estos objetivos. S¨®lo una Palestina restaurada (?a las fronteras de 1967?) puede aislar a sus propios terroristas, reconocer al Estado jud¨ªo y negociar con Tel Aviv.
Si ¨¦ste es el mensaje expl¨ªcito de Obama, impl¨ªcitamente el presidente pide a Israel, Estado cliente de Estados Unidos, que se comporte, porque la Casa Blanca no le dar¨¢ apoyo incondicional, sino sujeto a la voluntad de paz y convivencia con sus vecinos ¨¢rabes.
La novedad es que Barack Obama es el primer presidente cosmopolita de Estados Unidos de Am¨¦rica: nativo de Hawai, educado en Indonesia, con familia en Kenia, pero tambi¨¦n graduado de la Universidad de Columbia con posgrado en Harvard y experiencia pol¨ªtica y social en Chicago, Obama es un ave a la vez rara y representativa de un futuro mestizo (europeo, africano, latino y oriental) para la Am¨¦rica del Norte.
La semejanza con el Nuevo Trato de Roosevelt la acent¨²a en el virtual Contrato Social que Obama le ofrece a Estados Unidos. Las iniciativas que ha enviado al Congreso caen bajo el rubro general de "paquete de est¨ªmulo", con un costo previsto de 825.000 millones de d¨®lares. Implican, entre otras cosas, un subsidio al desempleo para proteger a los casi nueve millones de trabajadores que han perdido ocupaci¨®n. Obama propone aumentar los servicios de salud en 127.000 millones de d¨®lares durante los pr¨®ximos dos a?os.
Propone, asimismo, federalizar y universalizar el sistema de ayuda m¨¦dica (Medicaid) y enfrentar el cambio clim¨¢tico y las emisiones de gas a partir de las leyes del Estado de California, donde se encuentran la mitad de los autom¨®viles estadounidenses. ?Ser¨¢ este un primer paso para que Estados Unidos se adhiera al protocolo de protecci¨®n del medio ambiente (Kyoto), arrastrando de paso la adhesi¨®n de China y la India?
En todo caso, el paquete legislativo del presidente Obama equivale a un Nuevo Contrato Social para los pobres, los desempleados y los enfermos. Que contar¨¢ con seria oposici¨®n lo indican las cr¨ªticas que, de inmediato, ha recibido. Convencional, oficialista y oficioso: las cr¨ªticas al programa acusan a Obama de preferir la reducci¨®n de impuestos al indispensable aumento del gasto p¨²blico.
Las tasas de inter¨¦s, alegan los cr¨ªticos, no puede rebajarse m¨¢s porque ya est¨¢n en cero -y no son m¨¢s (Paul Krugman) que la ¨²ltima bala de un arsenal vac¨ªo-. La crisis, alega Krugman, se debe a una industria financiera desenfrenada y podr¨ªa conducir a la nacionalizaci¨®n de la banca.
Habr¨¢ oposici¨®n a Obama. Pero el presidente tiene una respuesta digna de un gallero de Tlaquepaque: "Yo gan¨¦". A¨²n le quedan decenas de d¨ªas de los cien iniciales para demostrarlo.
Carlos Fuentes es escritor mexicano.
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