Rajoy pierde el norte
El PP no puede buscar fuera las culpas y causas de los esc¨¢ndalos originados en su interior
El Partido Popular no ha podido resistir el embate de los dos graves casos que afectan a su organizaci¨®n, principalmente en Madrid, y ponen en entredicho la autoridad y el temple como dirigente de su presidente y jefe de la oposici¨®n en el Congreso de los Diputados, Mariano Rajoy. La reacci¨®n ante la avalancha de ceses y dimisiones en relaci¨®n con los esc¨¢ndalos cruzados que sufre el PP ha sido una cascada incontrolada de adjetivos: armado de ellos compareci¨® ayer Rajoy, tras la reuni¨®n del Comit¨¦ Ejecutivo Nacional, y ardi¨® Troya.
Obsceno e inaceptable consider¨® que el juez Garz¨®n y el ministro de Justicia compartieran el pasado domingo una jornada cineg¨¦tica, hecho que en su opini¨®n deber¨ªa obligar al instructor a abandonar la investigaci¨®n. Anunci¨® tambi¨¦n que desde ese mismo instante romp¨ªa relaciones con el Ministerio de Justicia mientras su titular fuera Bermejo, y que solicitar¨ªa una comparecencia parlamentaria del fiscal general para pedirle explicaciones sobre el trato desigual dispensado a los partidos afectados por casos de corrupci¨®n.
"No hay una trama del PP, sino una trama contra el PP", dijo para resumir. No es del todo falso: es gente del PP contra el PP. De una parte, fueron miembros de ese partido quienes grabaron conversaciones comprometedoras y denunciaron los hechos que investiga Garz¨®n; y de otra, como dijo el l¨ªder popular en el Pa¨ªs Vasco, Antonio Basagoiti, mientras algunos afiliados arriesgan su vida por serlo, otros intentan aprovechar su militancia para hacer negocios. Es hacia el interior de su partido donde debe mirar Rajoy, y no hacia quienes desde fuera investigan o piden explicaciones.
Aunque al principio, fiel a su estilo, Rajoy reaccion¨® con parsimonia a las noticias indicadoras de la profundidad de la trama, ayer perdi¨® los papeles y decidi¨® salir personalmente a marcar la posici¨®n, en unos t¨¦rminos que podr¨ªan corresponder a un desahogo personal, pero lamentablemente van mucho m¨¢s lejos y no dejar¨¢n de tener consecuencias -malas-, sobre todo para los propios populares. Los hechos no admiten bromas ni malas excusas: ah¨ª est¨¢n esas pr¨¢cticas corruptas de ediles del PP que en absoluto pueden quedar dispensadas porque tambi¨¦n las haya en otros partidos. Y ah¨ª est¨¢ tambi¨¦n la sensaci¨®n de impunidad con que esas pr¨¢cticas se han extendido en los territorios en que el PP tiene mayor¨ªa absoluta. Hablar de filtraciones o conspiraciones entre la Fiscal¨ªa General del Estado y un juez de la Audiencia Nacional suena a excusas de mal pagador.
Rajoy no va adquirir m¨¢s credibilidad como l¨ªder del partido con mayor n¨²mero de afiliados de Espa?a gracias a sus adjetivos indignados. Tampoco su partido, necesitado de una urgente y dr¨¢stica limpieza interna: no basta una investigaci¨®n para exculpar a los dirigentes, como en otras ocasiones, sino que debe romper con la confusi¨®n entre intereses p¨²blicos y privados enquistada en su seno. La opini¨®n p¨²blica no reacciona tanto contra la corrupci¨®n como contra la pasividad de los dirigentes a la hora de hacerle frente.
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