Lo de todos
El problema de abominar de la eutanasia, para el PP, es que no puede hacerse el haraquiri y refundarse una vez m¨¢s tras dejar de sufrir. Ah¨ª lo tenemos, en plan vegetativo, respirando de manera mec¨¢nica mientras la necrosis devora cruelmente todos y cada uno de sus ¨®rganos. De no tomar pronto una decisi¨®n, la gangrena acabar¨¢ atacando aquellas zonas que todav¨ªa presentan un aspecto saludable. Nos referimos, por poner un ejemplo, a la boda de la hija de Aznar, que podr¨ªa sucumbir a la agon¨ªa generalizada de un cuerpo que no responde ya a est¨ªmulo alguno. Pero esa boda no es patrimonio del PP ni de la Conferencia Episcopal. Nos pertenece a todos. Se trata de uno de los s¨ªmbolos de la posmodernidad que ha inspirado obras de arte y piezas teatrales y que merecer¨ªa en el futuro ser el argumento de alguna zarzuela. Nadie, hasta el advenimiento de Agag, se hab¨ªa atrevido a mezclar a Felipe II con el g¨¦nero chico. Nadie hab¨ªa encontrado el modo de reunir a los Austrias con Berlusconi. Tal hallazgo estil¨ªstico y formal deber¨ªa permanecer intacto para las generaciones venideras. Resulta pat¨¦tico ver c¨®mo uno de los actos sociales m¨¢s importantes del siglo, y que contribuy¨® a sacar a Espa?a (y quiz¨¢ a Europa) del rinc¨®n de la historia, se ve contaminado por la repetici¨®n de esas im¨¢genes en las que Francisco Correa y se?ora, entre otros, avanzan con paso decidido hacia la puerta del monasterio en el que reposa gran parte de nuestra historia patria. Mientras el cad¨¢ver del PP contin¨²e vivo, valga la paradoja, los medios adictos al PSOE no dejar¨¢n de recordarnos que entre los testigos de la boda, junto al gran Berlusconi, figuraban delincuentes de medio pelo y comisionistas del tres al cuarto. El PP puede hacer con su cuerpo lo que quiera, pero deber¨ªa respetar las gallinejas que pertenecen a la historia com¨²n. Ya basta.
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