As¨ª fue... en las artes y en las calles
Jos¨¦ Enrique Ruiz-Dom¨¦nec viaja por la historia de Espa?a a trav¨¦s de sus hitos culturales y cotidianos - La Hispania romana y la Guerra Civil acotan la obra
"La historia del matrimonio de Alfonso XII con su prima Mar¨ªa de las Mercedes, hija de los condes de Montpensier, se hizo para ser recitada en las plazas p¨²blicas, como la de su tataranieto Felipe de Borb¨®n con Letizia Ortiz se hizo para las c¨¢maras de televisi¨®n". Con este p¨¢rrafo, el historiador Jos¨¦ Enrique Ruiz-Dom¨¦nec ilustra el papel que la Monarqu¨ªa jug¨® para asentar la Restauraci¨®n, un sistema pol¨ªtico que se prolong¨® en Espa?a durante m¨¢s de medio siglo (1876-1931).
La relevancia concedida a los movimientos culturales y a la vida cotidiana, junto a una cuidada elecci¨®n de an¨¦cdotas hist¨®ricas que llegan a elevarse a categor¨ªas, como en la famosa boda de Alfonso XII que ha llegado al imaginario popular e incluso al cine, figuran entre los ejes de Espa?a, una nueva historia (Gredos). El libro, que aparecer¨¢ la semana pr¨®xima, responde al intento de Ruiz-Dom¨¦nec, historiador formado en Francia y en el Reino Unido, de ofrecer una obra de s¨ªntesis, divulgativa y rigurosa al mismo tiempo.
"Analizar los factores humanos", se?ala el catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, "y c¨®mo inciden en los grandes hechos hist¨®ricos ha sido mi objetivo. Hay que tener en cuenta que detr¨¢s de cada decisi¨®n con trascendencia se halla el factor humano. Cuando hablo de nueva historia, de un enfoque distinto para abordar la evoluci¨®n de Espa?a, quiero decir que estoy mezclando el microrrelato con el macrorrelato, subrayando siempre la importancia de las mentalidades, de la vida cotidiana y de la cultura. De este modo, utilizo mucho las obras de artistas como Cervantes, Quevedo, Farinelli, Larra, Sorolla, Falla o Pardo Baz¨¢n para ayudar a entender las distintas ¨¦pocas de Espa?a, m¨¢s all¨¢ de los sucesos pol¨ªticos o los avatares econ¨®micos".
Para conseguir esos objetivos resulta necesario que el historiador escriba como un novelista o, incluso mejor, como un periodista. "Mi maestro Georges Duby me impuso como deberes que aprendiera a escribir bien, con ritmo y estilo. Es b¨¢sico para una buena narraci¨®n hist¨®rica saber contar los acontecimientos para que los comprenda cualquier lector de peri¨®dicos y no s¨®lo los eruditos. De hecho, yo escribo historia por responsabilidad ciudadana".
Persuadido de que Internet ha acabado con la necesidad de notas a pie de p¨¢gina y con las bibliograf¨ªas infinitas, Ruiz-Dom¨¦nec no tiene dudas de que el ¨¦xito que vive el g¨¦nero hist¨®rico en Espa?a, desde la novela al ensayo pasando por las biograf¨ªas, obedece a las carencias del sistema educativo.
El autor defiende un salto interpretativo y argumenta que muchas fechas hist¨®ricas han afectado m¨¢s a la memoria colectiva que a la realidad diaria de los que la vivieron. Y a la hora de analizar, el catedr¨¢tico de Historia Medieval, aunque con vocaci¨®n de generalista, resalta las dos o las m¨²ltiples Espa?as que convivieron en algunas etapas de la Edad Media.
Musulmanes y cristianos Califatos y territorio
A pesar de t¨®picos y de lugares comunes, hasta la llegada del siglo XX ninguna otra centuria ha marcado tanto la organizaci¨®n territorial y pol¨ªtica de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica como la que comienza en el a?o 1000. "Los motivos ¨²ltimos", se?ala el autor en su libro, "debemos encontrarlos en el hundimiento del califato musulm¨¢n de C¨®rdoba, con la fragmentaci¨®n en reinos de taifas, y en la formaci¨®n de una moral de conquista entre los cristianos".
Conquista de Am¨¦rica Matar para ser alguien
Mucho se ha escrito sobre las motivaciones de los espa?oles que acudieron al descubrimiento y la conquista de Am¨¦rica en el siglo XVI. Espa?a, una nueva historia ofrece una interpretaci¨®n que apela a lo material, pero tambi¨¦n a la psicolog¨ªa social de la ¨¦poca. "La historia de la conquista de M¨¦xico ense?a hasta qu¨¦ punto la idea de sacrificarse por la monarqu¨ªa universal afect¨® a los conquistadores. Su enloquecido proceder en las d¨¦cadas siguientes muestra una verdad m¨¢s concreta y m¨¢s oscura, que reposa en los motivos esgrimidos para salir de casa en busca de aventuras en aquellas lejanas tierras: el hallazgo de El Dorado. Y de esta supercher¨ªa bien tramada en el imaginario colectivo de los espa?oles del siglo XVI llegamos a otra m¨¢s profunda, m¨¢s terrible, porque en ella repercute el gesto at¨¢vico de los siglos, el incesante zumbido devorador de unos hombres que matan para ser alguien en la vida; en el horizonte ya pueden aparecer Lope de Aguirre y los dem¨¢s".
Guerra de Sucesi¨®n Mito y realidad catalana
El ensayo de Ruiz-Dom¨¦nec trata algunas fechas hist¨®ricas desde la influencia que tuvieron entre sus contempor¨¢neos y desde la proyecci¨®n hacia el futuro en forma de mitos. Con esta actitud aborda momentos como 1492 o 1808. Tras explicar que la Revoluci¨®n Francesa se dej¨® sentir mucho m¨¢s a partir de los a?os del terror en 1793 que inmediatamente despu¨¦s de la toma de la Bastilla en 1789 -un acontecimiento que represent¨® m¨¢s un s¨ªmbolo para las generaciones siguientes que un suceso que cambiara la vida de aquellos que lo presenciaron-, el historiador dedica especial atenci¨®n a la guerra de Sucesi¨®n de 1714. Una guerra que supuso el paso de los Austrias a los Borbones y de una Espa?a descentralizada a un pa¨ªs mucho m¨¢s unitario. "S¨®lo para nosotros", cuenta en su libro, "que estamos al corriente de lo que ocurri¨® en los dos siglos y medio siguientes, ¨¦se fue el fin del autogobierno catal¨¢n. Para el viajero que franqueaba las viejas murallas medievales, Barcelona aparec¨ªa en su innegable esplendor".
Los afrancesados El drama de Morat¨ªn
Como hace en numerosas ocasiones a lo largo de Espa?a, una nueva historia, Ruiz-Dom¨¦nec usa un personaje del mundo de la cultura para describir las contradicciones de un periodo.
Pocos intelectuales han vivido m¨¢s el desgarro y la pugna entre el cerebro y el coraz¨®n que los ilustrados afrancesados, partidarios de la libertad, la igualdad y la fraternidad y que apoyaron la ocupaci¨®n de Napole¨®n. "Para m¨ª", afirma Ruiz-Dom¨¦nec, "el caso m¨¢s tr¨¢gico de aquel ¨¦xtasis a la vez popular y patri¨®tico fue el del dramaturgo Leandro Fern¨¢ndez de Morat¨ªn. (...) S¨®lo vio una salida: recogerse en s¨ª mismo y callar mientras los dem¨¢s tomaban posiciones.
Salones y caf¨¦s Entre literatura y pol¨ªtica
Como un term¨®metro muy revelador de la intenci¨®n de este enfoque de la historia de Espa?a y como pauta del estilo de este libro, que abarca desde la ¨¦poca romana hasta la Guerra Civil, el historiador analiza el paso de los salones literarios a los caf¨¦s a finales del XIX y comienzos del XX.
Ruiz-Dom¨¦nec recurre a Emilia Pardo Baz¨¢n y su obra La quimera. "Los caf¨¦s representaban para muchos escritores y artistas espa?oles sin recursos un refugio contra los rigores de la existencia cotidiana. En ellos se forj¨® la ilusi¨®n de una vida m¨¢s brillante, m¨¢s libre, parecida a la vida mundana de Par¨ªs o de Viena, cuyos modelos se imitaban de forma descarada; en ellos se desarroll¨® un cambio de est¨¦tica radical que sustituye la matriz rom¨¢ntica por el realismo y el naturalismo".
Espa?a, una nueva historia se queda en 1939, pero su autor ya prepara la segunda parte.
Junto a Hobsbawn
- Jos¨¦ Enrique Ruiz-Dom¨¦nec. Nacido en Granada en 1948, es catedr¨¢tico de Historia Medieval de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona desde hace a?os y esa doble condici¨®n de andaluz residente en Catalu?a ha marcado buena parte de su visi¨®n amplia y poco dogm¨¢tica de Espa?a. Autor de obras como El despertar de las mujeres, El Gran Capit¨¢n o El Mediterr¨¢neo, Ruiz-Dom¨¦nec es el representante espa?ol en una comisi¨®n de historiadores de los 27 pa¨ªses de la UE, que preside Eric Hobsbawn, y es miembro del prestigioso FestivalStoria, de Tur¨ªn.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.