?ltima noticia de Larra en Madrid
Se cumplen 200 a?os del nacimiento del periodista y escritor - Recorrido por los escenarios donde vivi¨® y se suicid¨®, 28 a?os despu¨¦s, F¨ªgaro
Un d¨ªa como ayer, 172 a?os atr¨¢s, la ma?ana sonre¨ªa a un joven escritor madrile?o. Acababa de recibir una oferta de 40.000 reales por escribir durante un a?o sus art¨ªculos -los m¨¢s le¨ªdos y cotizados de Madrid- en una prestigiosa revista. Apenas contaba 28 a?os, y su pluma le hab¨ªa encumbrado a la fama. Su nombre, Mariano Jos¨¦ de Larra, se escuchaba por doquier desde el paseo del Prado hasta la antesala del trono de Fernando VII, en el Palacio Real.
Mariano Jos¨¦ hab¨ªa nacido un 24 de marzo de 1809 en unas viviendas para empleados de la Casa de la Moneda, en Pretil de los Consejos, junto a la calle de Segovia, donde resid¨ªa su abuelo, administrador de esta instituci¨®n. Larra era hijo de un m¨¦dico que huy¨® de Espa?a en el cortejo de Jos¨¦ Bonaparte en 1814. Por ello vivi¨® siete meses de su infancia en Burdeos y cuatro a?os en un internado de Par¨ªs, durante el exilio paterno. En 1818 regres¨® a Madrid y curs¨® estudios en los Escolapios de San Ant¨®n de la calle de la Farmacia y en el Colegio Imperial de la calle de Toledo. Empieza Derecho en Valladolid, pero se harta y decide vivir de sus escritos, que firmar¨ªa bajo seud¨®nimos como F¨ªgaro, El Duende, El Pobrecito Hablador y Andr¨¦s Niporesas. En Madrid residir¨ªa consecutivamente en Santa Isabel, 2; en la calle de la Visitaci¨®n, en Prado, 2 y en Caballero de Gracia, 21. Casado "pronto y mal", seg¨²n confesar¨ªa, con Josefa Wertoret, y separado, Mariano Jos¨¦ hab¨ªa tenido con ella dos hijas, Baldomera y Adela, y un hijo, Luis Mariano.
Sus descendientes ceder¨¢n al Ateneo la camisa del d¨ªa de su suicidio
"Era taqu¨ªgrafo y yo aprend¨ª taquigraf¨ªa por tradici¨®n", dice su tataranieto
Aquella ma?ana de febrero de 1837 viv¨ªa en la calle de Santa Clara, 3, el mismo edificio donde habitaba el entonces ministro de Justicia. Tras atildarse y rizarse el pelo, vestirse con su mejor levita y tocarse de su mejor chistera, Mariano Jos¨¦ baj¨® a la calle a dar primero un pase¨ªto y a visitar luego a su amigo Ram¨®n de Mesonero Romanos. Un descendiente del regidor madrile?o conserva hoy el peque?o sof¨¢ donde aquella ma?ana se sent¨® F¨ªgaro a departir con su amigo. Larra parec¨ªa alegre, pero una m¨¢cula de inquietud se dibujaba en su mirada. Al poco acudir¨ªa a una cita con su amante, Dolores Armijo, con la que manten¨ªa un t¨®rrido y tormentoso idilio. Ella era la esposa de Cambronero. "Dolores acudi¨® a la cita con la hermana de su marido", explica Jes¨²s Miranda de Larra, descendiente del egregio periodista. "Le anunci¨® que hab¨ªa recompuesto su relaci¨®n con su esposo, le pidi¨® sus cartas de amor y se despidi¨® de ¨¦l", a?ade Miranda. Larra, cuyos escritos anunciaban ya un hondo desencanto vital, subi¨® a su casa de Santa Clara, 3, sac¨® de la cajonera de su aparador un cachorrillo, peque?a pistola de un solo proyectil, y, frente a un espejo, coloc¨® el ca?¨®n sobre su pecho, apret¨® el gatillo, dispar¨® y se dio muerte.
Su suicidio cay¨® como una bomba en Madrid. Su vecindad con el ministro Jos¨¦ Landero le procur¨® en la iglesia de Santiago funeral en sagrado, vetado a los suicidas. Sus restos siguieron un tortuoso peregrinaje: primero fueron enterrados en el cementerio General del Norte, entonces en lo que hoy ser¨ªa la calle de Escosura, en Arapiles; en 1902 fueron trasladados al cementerio de San Nicol¨¢s, hoy desaparecido, cerca de M¨¦ndez ?lvaro, donde acudir¨ªan a homenajearle Azor¨ªn, P¨ªo y Ricardo Baroja y otros representantes de la generaci¨®n literaria de 1898, que se consideraban herederos del "maestro de la juventud presente". Por ¨²ltimo, Larra fue enterrado en la sacramental de San Justo, donde comparte sepultura con Ram¨®n G¨®mez de la Serna y Gerardo Manrique de Lara, inhumados luego.
La pluma de Larra hab¨ªa sido el flagelo m¨¢s eficaz de las mezquindades de la pol¨ªtica y las costumbres del Madrid del arranque del siglo XIX. Ada del Moral, poetisa, lo define como "un patriota no complaciente". Martillo del carlismo y de toda forma de absolutismo, su capacidad anal¨ªtica y su prosa sustantiva, pr¨ªstina, se erigieron en artefacto cr¨ªtico perfecto para desmenuzar el atraso secular de Espa?a desde el formato del art¨ªculo de prensa.
"Heredero de Quevedo y Cadalso, fue el mejor juez de su tiempo, que filtraba un enorme deseo de modernizar Espa?a desde la plazuela intelectual que eran entonces los peri¨®dicos", explica el catedr¨¢tico de Literatura Jos¨¦ Montero Padilla. Jos¨¦ Luis Abell¨¢n, catedr¨¢tico de Historia del Pensamiento en la Universidad Complutense y presidente del Ateneo de Madrid -del que Larra fue primer socio de cuota-, se?ala: "Como su amigo Espronceda, fue un liberal progresista comprometido con la causa de la libertad". A su juicio, "su vida expres¨® el desgarro entre un coraz¨®n apasionado, rom¨¢ntico, y el pensar cartesiano de un joven educado en el racionalismo franc¨¦s".
Abell¨¢n, con una treintena de personas m¨¢s, evocaron ayer, ante su sepultura, la "actualidad plena" de la obra Larra dos siglos despu¨¦s de su nacimiento. El acto hab¨ªa sido convocado por las familias de Fernando Ontiveros, tataranieto del escritor, y Jes¨²s Miranda de Larra, chozno (hijo de tataranieto), as¨ª como por el Ateneo y la Asociaci¨®n de la Prensa de Madrid (APM), que estren¨® su coro en homenaje al inmortal periodista. El presidente de la APM, Fernando Gonz¨¢lez Urbaneja, defini¨® a F¨ªgaro como "un santo civil". El poeta Alejandro Sanz ley¨® ante la tumba el mismo poema que el d¨ªa de su entierro leyera Jos¨¦ Zorrilla.
Jes¨²s Miranda ceder¨¢ al Ateneo la camisa que F¨ªgaro llevaba el d¨ªa de su muerte. El Ateneo celebrar¨¢ el 24 de marzo, fecha de su nacimiento hace 200 a?os, una solemne velada evocadora de Larra, a la que asistir¨¢n los Pr¨ªncipes de Asturias.
Fernando Ontiveros revel¨® a este diario una confidencia: "Mi tatarabuelo fue un gran taqu¨ªgrafo y yo mismo aprend¨ª taquigraf¨ªa por tradici¨®n familiar".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.