"Soy un producto de la modernidad y puedo acabar como Bartleby"
"Al final somos gente que duerme mal los martes / y busca entre las luces de la ma?ana un modo / de reescribir las l¨ªneas del ¨²ltimo prop¨®sito". As¨ª comienza el ¨²ltimo poema del ¨²ltimo libro de Miguel Mu?oz (51 a?os), C¨®mo perder (DVD ediciones). Poeta al que le gusta moverse en la baja frecuencia cercana a la invisibilidad; hombre triste y l¨²cido que, por no querer, no quer¨ªa ni ser poeta. Manuel, de formaci¨®n fil¨®logo, es bibliotecario desde hace veintitantos a?os en la Facultad de Econ¨®micas de la Universidad Aut¨®noma: "Estoy todo el d¨ªa en el ordenador volcando datos. Llevo m¨¢s de 20 a?os. Casi, podr¨ªa decir, que sentado en la misma silla. Pero no resulta inc¨®modo. Si no tienes ambiciones, corres el riesgo de aburrirte, pero est¨¢s bien", explica.
La noche aqu¨ª es sin¨®nimo de tensi¨®n. Es la anticipaci¨®n de una ca¨ªda
Mi ex me dej¨® claro que era imposible estar con alguien tan melanc¨®lico
Miguel naci¨® en Valdepe?as, en una casa manchega llena de recovecos. Abajo, el comercio familiar, el bar El Espa?ol; arriba, la vivienda. "Desde esa ¨¦poca para m¨ª era important¨ªsimo Madrid, sin¨®nimo del mundo y de viaje", recuerda. Poemas amorosos y primerizos con una finalidad, ligar, piso de estudiante en la plaza de la Marina, Madrid que se le abre con sus plazas y sus mujeres, la literatura moderna que se confunde con la vida, la poes¨ªa endecas¨ªlaba que acaba un d¨ªa de justicia literaria quemada por completo en una ba?era, una novela, Los cobardes, que queda a las puertas de publicarse...
Van pasando los a?os, llegan una mujer, un hijo; y vuelta a la poes¨ªa, dos premios, y una poes¨ªa m¨¢s despojada cada d¨ªa, f¨²nebre, reflexiva y melanc¨®lica. Una poes¨ªa en la que en su ¨²ltimo libro aparece Madrid como ciudad enferma que es, espejo y escenario de la realidad.
Pregunta. En su libro C¨®mo perder la noche de Madrid parece un laberinto.
Respuesta. Son momentos de un errar no agradable. Tendr¨ªa que remontarme muy atr¨¢s para encontrar una noche placentera en Madrid, para m¨ª la noche aqu¨ª es sin¨®nimo de tensi¨®n. Caos y dolor. Aunque me atrae, la reh¨²yo. Adem¨¢s, es la anticipaci¨®n de una ca¨ªda. Asocio mucho la desolaci¨®n con una hora muy determinada de la madrugada, con la calle mojada porque acaban de regarla, con los cubos de basura descolocados... Desde hace tiempo esos momentos no pueden ser alegres.
P. Alejado de la visibilidad del autor, de los foros literarios, del reconocimiento. ?C¨®modo en la baja frecuencia?
R. Me gusta moverme en la invisibilidad. Me da cierto gusto que la gente me lea, pero me gusta tanto m¨¢s cuanto m¨¢s desconocimiento hay de la persona.
P. En su poes¨ªa hay un elogio, un tanto ir¨®nico pero muy serio, de la conformidad, del preferir no luchar por ser o por querer ser.
R. Es que para hacer eso hay que cre¨¦rselo. Qu¨¦ dif¨ªcil es creerse algo de verdad, que no haya nadie vi¨¦ndote vivir detr¨¢s. En cuanto hay alguien vi¨¦ndote, alguien observando, dando cuenta de lo que vives y que eres t¨² mismo, ya la hemos fastidiado.
P. ?Tampoco alaba la infancia como territorio libre?
R. Me resulta dif¨ªcil darme un para¨ªso, ni perdido ni por conseguir, ni presente. No es una virtud. La modernidad es ¨¦poca dedicada a desmitificar. Creo que soy un producto de esta ¨¦poca, creo que me he especializado en ese trabajo. Eso tiene un precio; de hecho, el precio puede ser acabar como Bartleby [el protagonista del libro de Herman Melville Bartleby, el escribiente]. Me cuesta mitificar.
P. ?Qu¨¦ cree que significa la melancol¨ªa?
R. [Silencio prolongado] La melancol¨ªa es una manera de estar en la realidad que consiste quiz¨¢ en no saber responder a la pregunta: ?Vivir vale la pena? Un melanc¨®lico no sabe responder y tampoco pasa nada por ello. Ni siquiera la lucidez es la causa ni el efecto. No eres capaz de convencerte de que est¨¢s aqu¨ª por algo en particular, que ese algo est¨¢ bien, que vas a alguna parte. La melancol¨ªa no tiene que ver con el pasado necesariamente. Uno es capaz de inventarse sus propias p¨¦rdidas precisamente para seguir siendo melanc¨®lico. Yo he experimentado, casi desde fuera, con una visi¨®n cient¨ªfica, c¨®mo me fabricaba un para¨ªso perdido que todav¨ªa no hab¨ªa perdido para poder echarlo de menos. Aunque no creo que sea una patolog¨ªa, una patolog¨ªa necesita una normalidad a la que referirse.
P. ?Se acuerda de la primera vez que se vio inmerso en ese estado?
R. Ya con nueve a?os me apartaba para buscar ese puntillo que me pon¨ªa. Uno de los momentos en los que se repet¨ªa era camino de Madrid. Me tumbaba en el asiento trasero, me pon¨ªa a mirar las nubes y a recordar mentalmente algunas canciones, cuyo t¨ªtulo no voy a confesar, que me sum¨ªan en la melancol¨ªa.
P. Siendo melanc¨®lico, ?se puede ser buen compa?ero?
R. No lo s¨¦, sobre todo lo de buen compa?ero. Yo estoy separado y ahora mismo no vivo con ninguna mujer. Mi ex, que es la madre de mi hijo, fue una de las cosas que me dej¨® claras: que era imposible estar con alguien tan melanc¨®lico como yo. Bueno, ella dec¨ªa depre.
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