Para salir del laberinto, gire a la izquierda
Pasatiempos vegetales donde holgaba la aristocracia en parques dieciochescos de Segovia, Madrid y Barcelona
Los laberintos llegaron a Espa?a con los Borbones y, como ellos, ah¨ª siguen plantados. Y, mientras, el pueblo se divierte perdi¨¦ndose entre sus altos setos de carpe, laurel o cipr¨¦s. Observaba Borges que para llegar al centro de un laberinto basta con doblar siempre a la izquierda. Todo pudiera ser. Tambi¨¦n hay quien dice que un m¨¦todo infalible para salir es avanzar pasando una mano -la zurda o la diestra, lo mismo da- por la pared, sin despegarla en ning¨²n momento. Tambi¨¦n pudiera ser. En realidad, lo que importa en los laberintos, y lo que los hace tan sugestivos, no es la posibilidad de orientarse, sino la de perderse. Esa extra?a idea -un lugar concebido para extraviarse- es la que ha fascinado a 200 generaciones de hombres desde que el rey Minos de Creta encarg¨® a D¨¦dalo el suyo.
Un laberinto vivo, palpitante y enrevesado como un cerebro o un intestino, que respira, bebe, suda, tiembla, muda, crece y devorar¨ªa a los paseantes de no ser porque una cuadrilla de domadores lo mantiene todo el d¨ªa a raya con la podadera. Como tantos otros monstruos, estos seres geom¨¦tricos hunden sus oscuras ra¨ªces en la Edad Media, si bien fue en el Renacimiento cuando se propagaron por Europa, de las villas italianas a los Reales Alc¨¢zares de Sevilla, favorecidos por el amor de los pr¨ªncipes a todo lo que ol¨ªa a mitolog¨ªa, no digamos ya a Minotauro.
El siglo XVIII, con el auge de la jardiner¨ªa formal francesa, produjo una espectacular floraci¨®n de ellos. Curioso que el Siglo de la Raz¨®n fuera tambi¨¦n el de la sinraz¨®n de los laberintos. Viendo estos jardines, nada cuesta imaginar una fiesta como las que pintaba Watteau, los arist¨®cratas holgando en las arboledas de tras palacio, refrescados por un aire suave de mandolina; alg¨²n invitado, o quiz¨¢ el propio rey, propondr¨ªa jugar al escondite, y mientras aquel hatajo de par¨¢sitos se mimetizaba con las esculturas de los templetes y las fuentes, en lo m¨¢s rec¨®ndito del laberinto una Ariadna de carne y hueso musitar¨ªa, dejando caer el largo ovillo de sus anhelos contenidos: "Majestad, no deber¨ªamos...". A ese siglo juguet¨®n corresponden los mejores laberintos vegetales que hay en Espa?a.
01 La Granja
En el a?o 1713, decimocuarto de los Borbones en el trono espa?ol, Dezallier d'Argenville trazaba el laberinto de los jardines de La Granja de San Ildefonso. Aunque peque?o en comparaci¨®n con lo que ocupa el resto del parque, es un rect¨¢ngulo como cuatro campos de f¨²tbol -222,5 por 122,5 metros-, con 2.504 metros de paseos y 6.063 de setos de carpe y haya. Su elegante dise?o, en el que se combinan las rectas y las curvas, consiste en una espiral central flanqueada por dos grupos de calles que doblan en ¨¢ngulo recto y suelen acabar en cul-de-sac. Despu¨¦s de sufrir largos periodos de abandono y tres restauraciones -la ¨²ltima, entre 1985 y 1993-, sigue siendo uno de los m¨¢s bellos bosquetes del real sitio y, sin duda, el m¨¢s elaborado, la m¨¢xima expresi¨®n del jard¨ªn de estilo franc¨¦s en Espa?a. Concebido para el juego galante, hoy es la mayor atracci¨®n de las familias que visitan estos jardines segovianos, las cuales invierten, por t¨¦rmino medio, entre una hora y hora y media en recorrerlo. Los claustrof¨®bicos pueden contemplarlo en Google Earth (http://earth.google.es/), introduciendo las coordenadas: 40 53' 52" N, 3 59'56" W.
02 El Capricho
Sobre planos de otro franc¨¦s, Jean Baptiste Mulot, se form¨® entre 1787 y 1834 la perla de los jardines hist¨®ricos madrile?os, El Capricho de la Alameda de Osuna. El nombre le viene al pelo (o al follaje), porque sus 14 hect¨¢reas est¨¢n llenas de los caprichos de su fundadora, Mar¨ªa Josefa Alonso Pimentel de la Soledad, novena duquesa de Osuna. Un palacio, un casino de baile, una ermita, una r¨ªa, un lago con isla y embarcadero, un fort¨ªn de juguete, un templete consagrado a Baco, una exedra custodiada por esfinges, una vivienda al modo campesino, un invernadero, una casa de vacas e incluso un abejero donde la flor de la holgazaner¨ªa patria se deleitaba observando a trav¨¦s de un cristal a las laboriosas hacedoras de miel. Otro capricho, quiz¨¢ el mayor, es su laberinto de 6.000 metros cuadrados, con setos de m¨¢s de dos metros de altura, varios pl¨¢tanos grandecitos, un grupo de granados, una lluvia de oro (Laburnum anagyroides) y, en el centro, un ¨¢rbol de J¨²piter. Tambi¨¦n es el m¨¢s fr¨¢gil, porque los laureles que delimitan sus curvil¨ªneas calles no soportan bien, aristocr¨¢ticos ellos, el roce continuo de la plebe. Por esa raz¨®n no puede recorrerse, pero s¨ª admirarse desde la altura, siguiendo el paseo que va desde la plaza de los Emperadores hasta el palacio. Y todav¨ªa desde m¨¢s alto, con Google Earth (40 27'20" N, 3 35'47" W).
Reflejos versallescos en Segovia y Madrid
03 Laberint d'Horta
Casi al mismo tiempo que el anterior, en 1791, empez¨® a construirse el barcelon¨¦s Parc del Laberint d'Horta, un capricho en este caso de Joan Antoni Desvalls i d'Ardena, sexto marqu¨¦s de Llupi¨¤, due?o de una finca que entonces quedaba a una buena tirada de la ciudad, en la falda de la sierra de Collserola, y hoy est¨¢ pegada a la Ronda de Dalt. El elemento principal del parque, y al que debe su nombre, es un laberinto formado por 750 metros de setos de cipr¨¦s, especie que se presta bien a la poda, lo que permite dar al recinto vegetal un acabado perfecto, casi arquitect¨®nico. A la entrada hay un bajorrelieve de Ariadna y Teseo; en la plazoleta central, una escultura de Eros, se?al de que este d¨¦dalo no fue concebido para prisi¨®n de bestias antrop¨®fagas, sino para refugio de t¨®rtolos como los que arrullarse suelen en los bancos. Desde la terraza superior, donde se alzan los templetes de Ariadna y de D¨¢nae, se observa bien el alocado ir y venir de los ni?os y de los padres tras ellos; aunque con cierta aprensi¨®n, sobre todo si se ha visto recientemente la escena del laberinto de El resplandor. Una visi¨®n cenital perfecta, como de revista de pasatiempos, es la que ofrece el sat¨¦lite (41 26'25" N, 2 08'45" E).
Gu¨ªa
? Jardines de La Granja. Plaza de Espa?a, 17, Real Sitio de San Ildefonso (921 47 00 19; www.patrimonionacional.es). A 12 kil¨®metros de Segovia por la CL-601; en autob¨²s, La Sepulvedana (www.lasepulvedana.es). Abre todos los d¨ªas, desde las 10.00 hasta la puesta del sol. Gratuito.
? Parque El Capricho. Paseo de la Alameda de Osuna, s/n; Madrid (915 88 01 14; www.esmadrid.com). Abre s¨¢bados, domingos y festivos, de 9.00 a 18.30 (hasta las 21.00 en verano). Entrada libre hasta completar el aforo, 1.000 personas. Visitas guiadas gratuitas para grupos entre semana, previa reserva. Por la M-40 (salida avenida de Logro?o), estaci¨®n de metro El Capricho (l¨ªnea 5) y autobuses 101, 105 y 151.
? Parc del Laberint d'Horta. Germ¨¢n Desvalls, s/n, Barcelona (934 28 70 88; www.barcelonaturisme.com). Abre todos los d¨ªas, desde las 10.00 hasta el anochecer. 2,17 euros. Aforo, 750 personas. Visitas guiadas para grupos los martes por 1,75 euros llamando al 932 37 47 43. Metro Mundet (l¨ªnea 3) y autobuses 10, 27, 60, 73, 76 y 85.
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