?Quo vadis, Benedictus?
La guerra cultural de Ratzinger contra el relativismo marca su pontificado con el sello de la intransigencia y la ambici¨®n de copar el debate p¨²blico. Con errores garrafales como el perd¨®n al negacionista Williamson y los lefebvrianos o la injerencia en el caso Eluana Englaro
Benedicto XVI es un papa pensador. Intelectual, te¨®logo, historiador, tiene fama de escribir libros y discursos redondos, de una erudici¨®n inalcanzable. A la vez, es el hombre que ha decidido que la religi¨®n, es decir Dios, deb¨ªa dejar de ser un complemento espiritual y ocasional de las vidas de la gente para dar el salto adelante y colocarse, siempre y en todos los temas, en el primer plano del debate p¨²blico.
Esa bipolaridad resulta algo extra?a. Ratzinger es un papa que se deja ver poco. Pasa la mayor parte del tiempo en su habitaci¨®n, leyendo y escribiendo. Ahora anda culminando la segunda parte de su obra sobre Jesucristo y su primera enc¨ªclica social, que debe ver la luz el mes pr¨®ximo, por San Jos¨¦. Y viaja, cosas de la edad (84 a?os), bastante menos que su hiperactivo antecesor. Al Papa le gusta estar solo.
El perd¨®n a los lefebvrianos ha aireado la ca¨®tica gesti¨®n del asunto realizada por la diplomacia vaticana
Ratzinger es gran amante de la tradici¨®n lit¨²rgica preconciliar, y eso le acerca profundamente a la Sociedad San P¨ªo X
Benedicto XVI ha quitado prestigio al Vaticano con sus ¨²ltimos movimientos. Pero ¨¦l es cualquier cosa, menos tonto
El Papa concibe la cultura laica y liberal dominante como un demonio similar, aunque benevolente, al nazismo
Un experto vaticanista italiano, Marco Tossati, escribi¨® hace unos d¨ªas en La Stampa el art¨ªculo "La soledad del papa Ratzinger" que comparaba su estilo de vida y de trabajo con el de Juan Pablo II. "De ¨¦ste, los cr¨ªticos dec¨ªan que su apartamento parec¨ªa una taberna, siempre entrando y saliendo gente. Ahora se dice que el apartamento papal parece una c¨¢mara blindada". Si esa imagen de soledad abstra¨ªda aflige y despista a los vaticanistas de medio mundo, ?qu¨¦ decir de los ciudadanos corrientes?
En pa¨ªses como por ejemplo el suyo, Alemania, la opini¨®n p¨²blica recibi¨® su llegada al trono de San Pedro con el alegre titular de "?Somos Papas!" Hoy, las cosas han cambiado tanto que hace unos d¨ªas otro peri¨®dico escrib¨ªa de Raztinger: "Podr¨ªa haber sido el Obama del catolicismo, pero se est¨¢ demostrando como su Bush". La frase del Suddeutsche Zeitung es quiz¨¢ demasiado optimista en su primera parte, pero su final resume seguramente bien la imagen que, m¨¢s de tres a?os despu¨¦s de ser elegido Papa, se han formado muchos ciudadanos sobre Joseph Ratzinger.
Sobre todo, ¨²ltimamente. ?ltimamente parece que el Vaticano ya no es lo que era. Se dir¨ªa que ha sido tomado por un ej¨¦rcito de enemigos dispuestos a acabar con el prestigio del Estado pontificio.
El pasado 21 de enero, Benedicto XVI perdon¨® a cuatro obispos lefebvrianos, todos ellos preconciliares, es decir, enemigos ac¨¦rrimos del Concilio Vaticano II que determin¨® la puesta al d¨ªa y la apertura del catolicismo entre 1962 y 1965. Todos hab¨ªan sido consagrados por el obispo integrista y rebelde Marcel Lefebvre en 1988, y fueron excomulgados por Juan Pablo II inmediatamente despu¨¦s. Uno de ellos, el brit¨¢nico Richard Williamson, est¨¢ cerca de la ideolog¨ªa neonazi. Los dem¨¢s son s¨®lo ultraconservadores. Odian a los jud¨ªos y a los musulmanes, no creen en el di¨¢logo interreligioso, y sostienen que todos los papas, desde Juan XXIII en adelante, son ileg¨ªtimos.
La decisi¨®n de Ratzinger de incorporar a los fan¨¢ticos ha desconcertado a los sectores progresistas y moderados de la Iglesia y ha generado un clamor mundial. La empat¨ªa y popularidad del Papa ha sufrido un desgaste indiscutible. La airada reacci¨®n de la canciller Angela Merkel, que exigi¨® aclaraciones a Ratzinger por el perd¨®n a Williamson, es quiz¨¢ el mejor s¨ªntoma del alcance del error cometido.
El estupor glacial de los obispos que tratan de mejorar el di¨¢logo con el mundo jud¨ªo, la sublevaci¨®n de 60 te¨®logos cat¨®licos alemanes, la congelaci¨®n moment¨¢nea de las relaciones entre el Rabinato de Israel y el Vaticano, y el proceso abierto en Alemania contra Williamson acabaron forzando al Papa a dar marcha atr¨¢s. Williamson no volver¨¢ a la Iglesia si no se retracta.
Pero, m¨¢s all¨¢ de la cuesti¨®n ideol¨®gica, el levantamiento del castigo a los lefebvrianos ha aireado la ca¨®tica gesti¨®n del asunto realizada por la siempre eficaz diplomacia vaticana.
A dos semanas vista, es dif¨ªcil encontrar una explicaci¨®n razonable a lo sucedido, y eso ha abierto la puerta a las interpretaciones. ?Se trata de una provocaci¨®n, de un mero error de c¨¢lculo, de una agresi¨®n a los sectores progres? ?Quiz¨¢ todo a la vez, al modo de Lenin: "Que hablen mal de nosotros, lo importante es que hablen"?
Raztinger ha justificado su acci¨®n esgrimiendo motivos estrictamente t¨¦cnicos, "internos". Le movi¨® ¨²nicamente, ha explicado, su voluntad de "unir a la Iglesia" y la de evitar el "prolongado sufrimiento" de los obispos excomulgados. Razones humanitarias, por tanto.
Quiz¨¢ por tratarse de un "asunto interno", la oficina de prensa vaticana no fue informada por los responsables de la decisi¨®n. La secuencia temporal delata el nivel de negligencia: la firma de la revocaci¨®n de la excomuni¨®n se hizo el 21 de febrero; dos d¨ªas antes, el 19, Der Spiegel hab¨ªa dado noticia de la entrevista-bomba que Williamson concedi¨® en noviembre a una televisi¨®n sueca, en la que negaba el Holocausto de los jud¨ªos y la existencia de las c¨¢maras de gas.
?Es posible que nadie se enterara en el Vaticano? ?Acaso no leen el Papa y su secretario personal, monse?or Georg Genswein, b¨¢varos ambos, la prensa alemana? ?No se pudo aplazar el perd¨®n hasta que Williamson se retractara? ?O quiz¨¢ se prefiri¨® mantener el debate a la luz del sol, cara a cara con los lefebvrianos, los jud¨ªos y Angela Merkel?
El Papa recibi¨® el jueves a la presidencia de las Organizaciones Jud¨ªas Americanas, y pidi¨® perd¨®n de nuevo por el Holocausto, "un crimen contra Dios y la humanidad", dijo. Anunci¨® que est¨¢ preparando para mayo el viaje a Tierra Santa y espera que esa visita sea "una se?al de paz" para la regi¨®n.
El encuentro sirvi¨® para cerrar de momento la herida jud¨ªa. El rabino David Rosen, presidente del Comit¨¦ Jud¨ªo Internacional, dio por cerrado el caso Williamson, y revel¨® que el Papa les asegur¨® que "el catolicismo no puede admitir a nadie que niegue el Holocausto y que nunca lo har¨¢".
Rosen, gran impulsor del di¨¢logo entre cat¨®licos y jud¨ªos, cree que la crisis ha supuesto graves da?os y tambi¨¦n algunas ventajas. "Al final hemos reforzado las relaciones interreligiosas, y creo que la desastrosa gesti¨®n administrativa del perd¨®n ha servido para que el Vaticano sea ahora mucho m¨¢s riguroso sobre la admisi¨®n de la Fraternidad San P¨ªo X. Ahora nada se har¨¢ a escondidas, y el proceso ser¨¢ responsable y transparente. Y creo que veremos serios conflictos internos en la organizaci¨®n de los lefebvrianos".
El incisivo rabino Rosen tiene la impresi¨®n de que el problema de fondo que vive el catolicismo es su actitud ante al Concilio Vaticano II. "Est¨¢ en curso un debate sobre la interpretaci¨®n del concilio, y las tesis m¨¢s conservadoras est¨¢n ganando terreno".
Sobre los fallos de comunicaci¨®n dentro de la Santa Sede, nadie tiene dudas. El propio Federico Lombardi, director de la sala de prensa vaticana, los ha admitido en una entrevista al diario franc¨¦s La Croix. Lombardi ha reconocido que la "mala comunicaci¨®n" interna origin¨® la confusi¨®n, y responsabiliz¨® de la mala pr¨¢ctica al cardenal que se encarg¨® del proceso, el colombiano Dar¨ªo Castrill¨®n, por centrarse en las opiniones de Bernard Fellay, el superior de la Fraternidad de San P¨ªo X, y no tener en cuenta las de Williamson. "Sin duda las personas que han gestionado la cuesti¨®n no sab¨ªan la gravedad de las posiciones de Williamson. Lo cierto es que el Papa las ignoraba".
Pero hay otras cosas que se comprenden mal. En Argentina, por ejemplo, el pa¨ªs elegido por el lefebvrismo para irradiarse por toda Am¨¦rica, la rehabilitaci¨®n ha sido recibida por muchas v¨ªctimas de la dictadura como una ofensa. No se olvida que Lefebvre viaj¨® y colabor¨® con la dictadura militar, y que durante los a?os negros levant¨® cuatro conventos y dos iglesias en el pa¨ªs (en uno de ellos, el de La Reja, vive Williamson).
Castrill¨®n, presidente de la Comisi¨®n Pontificia Ecclesia Dei, consigui¨® que Benedicto XVI recibiera al superior Fellay en 2005 y 2007. Seg¨²n relat¨® ¨¦ste, durante la segunda cita mencion¨® entre los logros de la Fraternidad la denuncia que condujo a la prohibici¨®n en C¨®rdoba (Argentina) de la p¨ªldora del d¨ªa siguiente por la juez Cristina Garz¨®n, y la "incre¨ªble actitud" del obispo de C¨®rdoba, Carlos ?a?ez, que, se?al¨®, "nos llam¨® terroristas". El Papa le contest¨® que la forma de pertenecer a la Iglesia Cat¨®lica es "interpretar el esp¨ªritu del Concilio Vaticano II a la luz de la Tradici¨®n".
La entrevista al padre Lombardi revela fisuras en el equipo del Papa, incomunicaci¨®n entre los dicasterios, escasez de reflejos en la preparaci¨®n y prevenci¨®n de decisiones problem¨¢ticas. Una vez listo el perd¨®n, Castrill¨®n no inform¨® de la decisi¨®n al cardenal Walter Kasper, encargado del di¨¢logo con los jud¨ªos. Kasper, que conoce tan bien a los rabinos como a los lefebvrianos, habr¨ªa podido advertirle de que el antisemitismo, dentro de la Sociedad P¨ªo X, no se limita a Williamson. Se calcula que hay 500 curas m¨¢s ejerciendo el oficio bajo el influjo de Lefebvre. ?Sabe el Vaticano cu¨¢ntos comulgan con las ideas del brit¨¢nico irreductible?
Porque no se trata s¨®lo de antisemitismo. Entre otras perlas, Williamson ha sostenido que la ca¨ªda de las Torres Gemelas fue un autoatentado, que jud¨ªos y mormones son "enemigos de Cristo", que es un disparate que las mujeres lleven pantalones o falda corta, que Pinochet fue un gran estadista...
En Italia, la Fraternidad San P¨ªo X anunci¨® el d¨ªa 6 la expulsi¨®n por "graves motivos de disciplina" del sacerdote Floriano Abrahamowicz. La raz¨®n: sus reiteradas declaraciones negacionistas.
En Austria, como en Alemania, el n¨²mero de apostas¨ªas se ha disparado. El mi¨¦rcoles, el arzobispo de Salzburgo, Alois Kothgasser, se preguntaba en un art¨ªculo de prensa si "es necesario que la Iglesia cat¨®lica sea purificada para verse reducida a una secta en la cual quedar¨ªa solo un pu?ado de miembros fieles a la l¨ªnea oficial".
El mismo d¨ªa, en la conferencia de Decanos de la di¨®cesis de Linz, 31 de los 35 religiosos rechazaron el nombramiento por parte del Papa del ultraconservador Gerhard Maria Wagner como obispo auxiliar. Wagner afirm¨® en 2004 que el tsunami de Tailandia y el hurac¨¢n Katrina que devast¨® Nueva Orleans deb¨ªan ser considerados castigos divinos. El clero austriaco, que tiene fama de conservador y sumiso con Roma, hizo saber que negaba el nombramiento para "defender la credibilidad de la Iglesia". "Cuando no hay confianza en la Iglesia local", dijo monse?or Kothgasser, "la confianza en la autoridad central de la Iglesia desaparece".
El asunto, como se ve, ha puesto la infalibilidad papal en entredicho dentro de la propia Iglesia. Pero, dejando aparte puntuales errores de gesti¨®n, la l¨ªnea teol¨®gica que marca el perd¨®n a los lefebvrianos parece del todo coherente con la dura l¨ªnea ideol¨®gica mantenida siempre por Ratzinger, que ha ofendido a los musulmanes (en el discurso de Ratisbona), enfurecido a los jud¨ªos y agraviado a los homosexuales.
Siendo cardenal, Ratzinger dijo que la homosexualidad constitu¨ªa "una tendencia hacia un mal moral intr¨ªnseco". Ahora ha negado el apoyo del Vaticano a la declaraci¨®n de la ONU sobre los derechos de los homosexuales.
Todo el mundo sabe que Ratzinger es un hombre de ideas conservadoras, especialmente en las costumbres. Se ha revelado como un gran amante de la tradici¨®n lit¨²rgica preconciliar, y eso le acerca mucho a la Sociedad San P¨ªo X. Ha vuelto la misa en lat¨ªn, incluso consagrada de espaldas a los fieles, y ha recuperado la oraci¨®n del Viernes Santo (que anima a los descarriados jud¨ªos a abrazar la verdadera fe). Adem¨¢s, ha tra¨ªdo de la noche de los tiempos las indulgencias plenarias y ha editado un cat¨¢logo de prohibiciones sobre bio¨¦tica que deja a los parejas cat¨®licas sin posibilidad de recurrir a t¨¦cnicas de fertilidad.
La ¨²ltima batalla ha sido el tr¨¢gico y lamentable caso Eluana Englaro, que resume de forma ejemplar su forma de ver las cosas. Con tal de influir en el debate p¨²blico, no hay aliado malo. Ratzinger no ha dudado en enviar a su Curia a las trincheras del pagano Silvio Berlusconi con el fin de convertir en "verdugo" y "asesino" al sufriente padre de Eluana. Como dicen los blogueros italianos, la extra?a pareja se ha fundido en Berlustzinger. O en Ratzusconi. ?Cabe imaginar una alianza m¨¢s chocante que la de Berlusconi para un Papa serio, intelectual y alem¨¢n?
Aunque la Iglesia est¨¢ en contra del encarnizamiento terap¨¦utico, y aunque su antecesor pidi¨® a los m¨¦dicos que le dejaran en paz de una vez cuando les pidi¨® irse "a la casa del Padre", Ratzinger se ha mostrado en contra de que Eluana fuera desconectada de la sonda que la mantuvo viva durante 17 a?os, ignorando el dolor de una familia que ha pasado un calvario y cargando, a trav¨¦s de su n¨²mero dos, Tarcisio Bertone, contra el Tribunal Supremo y el presidente de la Rep¨²blica italiana.
No se puede negar una cosa: el Vaticano ha trabajado a fondo el tema. Ha convertido un asunto privado en un asunto de Dios. Ha presionado, aplaudido, criticado, acudido a televisi¨®n, lanzado anatemas contra el padre, los m¨¦dicos y los jueces, deslegitimado el Estado de Derecho, movilizado a los cat¨®licos dentro y fuera del Parlamento... Incluso Bertone llam¨® personalmente al presidente de la Rep¨²blica para transmitirle su disgusto por no haber firmado el decreto salva Eluana... O conmigo, o contra m¨ª.
Pero en absoluto se trata de una sorpresa. La cosa viene de lejos. En la homil¨ªa Pro eligendo Papa, con la que el cardenal Ratzinger abri¨® el c¨®nclave de 2005 del que saldr¨ªa convertido en Benedicto XVI, todo el ¨¦nfasis reca¨ªa en una frase: "La dictadura del relativismo".
Hoy se sabe bien que el principal objetivo de Ratzinger es liberar a Occidente de esa dictadura y vencer la guerra cultural contra el laicismo, sobre todo en Espa?a e Italia.
El agresivo movimiento del Vaticano ha encontrado, esta vez, la oposici¨®n de algunos destacados miembros de la Iglesia italiana. Giuseppe Casale, obispo em¨¦rito de Foggia, se ha desmarcado de la l¨ªnea oficial, que fija que la suspensi¨®n de la alimentaci¨®n artificial es eutanasia y no encarnizamiento terap¨¦utico. Pero han sido disensiones testimoniales, no m¨¢s. Del resto, prietas las filas.
?Pero qu¨¦ ten¨ªa que ganar el Vaticano en esa pelea que le ha hecho quedar como un grupo de presi¨®n incapaz de sentir piedad? La importancia del caso es singular. La Iglesia ha hecho de la necesidad virtud, y la estrategia de Ratzinger ha sido inteligente y pragm¨¢tica. El Vaticano siempre se hab¨ªa negado a legislar en Italia sobre el testamento biol¨®gico. Al surgir el caso, con una sentencia inapelable del Supremo, vio que ya la cosa no ten¨ªa remedio. As¨ª que elev¨® el clima emotivo y ha bombardeado al pa¨ªs con argumentos simples y dogm¨¢ticos: "La vida es un bien no disponible".
Creado el clima preciso, ha presionado al Gobierno italiano para que elabore una ley del fin de vida muy favorable a sus intereses morales y econ¨®micos. Mirando a largo plazo, adem¨¢s. La norma final dir¨¢ probablemente que los m¨¦dicos no pueden negar alimentaci¨®n e hidrataci¨®n a ning¨²n paciente, salvo que ¨¦ste lo especifique antes. Las consecuencias ser¨¢n terribles. La tecnolog¨ªa m¨¦dica actual permite mantener vivos a los enfermos vegetativos durante decenios. De los 2.000 que est¨¢n en esa condici¨®n hoy en Italia, la mayor parte est¨¢ ingresada en instituciones religiosas.
En esas estamos. La guerra es la guerra, y el caso Englaro ha sido s¨®lo la ¨²ltima batalla. Ha aumentado desde luego la presencia de la Iglesia cat¨®lica en el debate p¨²blico. Si uno habla con laicos anticlericales, la duda les asalta: ?Est¨¢ capacitado para dirigir la Iglesia del multicultural, obamista y tecnol¨®gico siglo XXI este octogenario alem¨¢n que de joven visti¨® la casaca nazi, este r¨ªgido ex prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), este Papa erudito y alejado de las masas? Si uno habla con cat¨®licos, no hay dudas: "Pues claro que s¨ª".
En 2005, el periodista estadounidense John Allen contaba en su libro El ascenso de Benedicto XVI que, siendo cardenal, Ratzinger ley¨® After virtue, un ensayo de Alasdair MacIntyre (1981) que dio p¨¢tina intelectual a la revoluci¨®n conservadora de Ronald Reagan. MacIntyre hac¨ªa paralelismos entre la decadencia del Imperio Romano y la actual situaci¨®n de Occidente, sosten¨ªa que en ambos casos exist¨ªa una crisis moral, y acababa pidiendo "un nuevo san Benedicto".
San Benedicto fue el fundador de los monasterios que preservaron la cultura grecorromana y los valores judeocristianos, es decir, Europa, durante los siglos de "barbarie". Pero Ratzinger no quiere monasterios apartados. "El Papa no propone que se abandone el mundo, sino que se le desaf¨ªe", escribi¨® Allen.
La clave de su pontificado es ese desaf¨ªo. El Papa concibe la cultura laica y liberal dominante como un demonio similar, aunque benevolente, al nazismo. Y su reto no es s¨®lo hacer llegar a los fieles su magisterio moral, sino poner a Dios en el centro del debate. Parad¨®jicamente, o quiz¨¢ no, la fuerza de los actos le ha ido situando en una posici¨®n cercana a la ultraderecha. Pero no debemos descartar que eso sea, tambi¨¦n, una forma de tener m¨¢s presencia.
Uno de los mamotretos doctrinales m¨¢s significativos de Benedicto XVI es la Spe salvi (Salvados en la esperanza), su segunda enc¨ªclica, de diciembre de 2007. Un texto de 77 p¨¢ginas que cre¨® enorme pol¨¦mica porque algunos de sus conceptos recuperaban el integrismo preconciliar. Ah¨ª est¨¢ la esencia del pensamiento de Ratzinger. La historia de la humanidad se torci¨® con la Revoluci¨®n Francesa. La raz¨®n humana es insuficiente. "Sin Dios, el mundo es oscuro y se enfrenta a un futuro tenebroso". La fe no debe ser una cuesti¨®n privada. El cristianismo debe volver a ser militante y ponerse en el centro de la sociedad.
"Un mundo que administra la justicia por s¨ª solo es un mundo sin esperanza", afirma la enc¨ªclica. Una sociedad estrictamente laica, y en especial si es atea, no es capaz de administrarse a s¨ª misma y va hacia un callej¨®n sin salida. Teocracia.
El lugar donde esa batalla parece m¨¢s perdida es Espa?a. Allen escribi¨® en su libro que Espa?a iba a ser para el nuevo Papa, "en el terreno cultural, lo que en un sentido militar fue en los a?os treinta: el escenario de una guerra de ensayo, en la que las fuerzas de los dos grandes bloques probar¨ªan sus nuevas armas". Una semana despu¨¦s de la triunfal visita a Madrid del cardenal Tarcisio Bertone, con el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y la Corona unidos en el recibimiento cordial, y para muchos humillante, hasta el desnortado PP de Rajoy sabe que la estrategia del Papa ha tomado un perfil nuevo.
Tras la guerra de los ¨²ltimos a?os, con los obispos reunidos en manifestaci¨®n permanente, han llegado las sonrisas y la "colaboraci¨®n". La nueva estrategia no deber¨ªa enga?ar a nadie, aunque a veces parezca hacerlo. Como dijo un egregio ex vaticanista espa?ol, "el Vaticano y las conferencias episcopales son expertos en el juego del polic¨ªa bueno y el polic¨ªa malo; hay que ser bastante inocente para creer que son distintos. Los obispos se limitan a cumplir su papel, y hacen lo que el Papa les pide que hagan".
La bondad del Gobierno espa?ol al pensar que las buenas formas con la Iglesia de Roma son el camino hacia un verdadero respeto de la Conferencia Episcopal y el entendimiento a salvo de injerencias resulta casi enternecedora.
Con el Vaticano, los subtextos suelen explicar las cosas mejor que los textos. Cuando Bertone, orondo e impoluto en su negro y p¨²rpura, dijo durante el posado que la vicepresidenta Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega, con su terno violeta-vaticano, estaba "m¨¢s elegante", lo que estaba diciendo no es lo que dijo, sino lo que sugiri¨®: que la se?ora De la Vega intentaba competir con ¨¦l en elegancia, ignorando quiz¨¢, o quiz¨¢ no, que el protocolo vaticano sostiene que no es conveniente lucir colores cardenalicios.
Tr¨¢gicamente, no era la primera vez que pasaba. Hace dos a?os, en Roma, la vicepresidenta compareci¨® en el Vaticano con un bonito vestido rojo. El comentario de la Curia fue mordaz: "No sab¨ªamos que la se?ora tuviera aspiraciones". Dice una fuente diplom¨¢tica: "La esperanza es que la vice se vista as¨ª a sabiendas, por provocarles". Si as¨ª fuera, cabe esperar menos resultados todav¨ªa del ficticio clima de cordialidad.
Ratzinger es un Papa solitario, le gusta trabajar en su c¨¢mara acorazada. Comete errores. Escribe textos de un espesor incomprensible, a algunos les puede parecer un integrista. Quiz¨¢ ha desprestigiado al Vaticano con sus ¨²ltimos movimientos. Pero no se enga?en: es cualquier cosa, menos tonto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.