Ni ¨¢ngeles ni demonios, s¨®lo banqueros
?Debe el Gobierno obligar a la banca a dar cr¨¦dito? ?Tiene medios eficaces para hacerlo? Si no es as¨ª, ?hay alguna forma, que no sea el cr¨¦dito bancario, de aumentar la capacidad de endeudamiento de empresas y familias solventes, que no tienen problemas para devolver esos cr¨¦ditos? Antes de responder a estas cuestiones d¨¦jenme que describa el escenario del que surgen.
Los banqueros se han transformado en algo parecido a demonios a los ojos de muchos ciudadanos. Tres percepciones son la causa de este malestar.
La primera es que las patronales, c¨¢maras de comercio, sindicatos y familias entienden que los banqueros, para salvarse ellos, est¨¢n racionando la liquidez a las empresas y a las familias, provocando quiebras y desempleo.
Las cosas pueden mejorar recuperando h¨¢bitos financieros perdidos en la etapa de drogodependencia crediticia
La segunda es que la gente entiende que las ayudas p¨²blicas a la banca son para que aumente el cr¨¦dito. Empresas y familias ven el cr¨¦dito como un servicio p¨²blico esencial, como la electricidad. Si las ayudas aumentan pero el cr¨¦dito disminuye, el malestar social y empresarial ir¨¢ creciendo.
La tercera es que mientras empresas y familias comienzan a pasarlo mal, la banca anuncia buenos beneficios y reparte tan jugosas retribuciones entre su alta direcci¨®n que ofenden al sentido com¨²n y son una ostentaci¨®n indecente y provocativa. Algo que hace dif¨ªcil pedir simpat¨ªa hacia los banqueros.
Los banqueros han reaccionado diciendo que se les demoniza por puro populismo. Pero no tuvo su mejor d¨ªa el presidente de la patronal bancaria, Miguel Mart¨ªn, cuando, con altivez, respondi¨® presentando a los banqueros casi como ¨¢ngeles. Su defensa se apoya en tres argumentos.
El primero es decir que ahora las familias y las empresas no piden cr¨¦dito.
El segundo, que si no dan m¨¢s cr¨¦dito no es porque a la banca le falte liquidez, sino porque la crisis hace insolventes a muchas empresas y familias al no poder devolver el pr¨¦stamo. Y altivo, le ha dado la vuelta a la acusaci¨®n para afirmar que no es la banca la que pone en peligro a las empresas, sino ¨¦stas las que est¨¢n poniendo en riesgo a la banca al no devolver los cr¨¦ditos. Curiosa argumentaci¨®n, dado que nadie, que sepamos, les oblig¨® a dar esos cr¨¦ditos malos y arriesgados. Fue su negligencia.
El tercero consiste en negar que el Gobierno les est¨¦ ayudando. Dicen que lo que hace es financiarles a precio de mercado. Vamos, que el Gobierno est¨¢ haciendo un negocio.
El problema con este argumento es que entonces todos, empresarios y familias, podr¨ªan pedir que el Gobierno les financie tambi¨¦n a precios de mercado, dado que la banca no cumple con su funci¨®n social. Probablemente, la mayor¨ªa de empresarios estar¨ªa de acuerdo. S¨®lo hace falta ver el inter¨¦s de muchos empresarios en conocer a mi buen amigo y colega el presidente del Instituto Oficial de Cr¨¦dito.
?Debe el Gobierno obligar a la banca a dar cr¨¦dito? ?Puede? Ni debe, ni puede. Veamos por qu¨¦.
Ni ¨¢ngeles ni demonios, simplemente banqueros. Contra lo que se piensa, los banqueros no son personas prudentes, son bipolares. Otros dicen avariciosos. Dan cr¨¦dito con ligereza en las ¨¦pocas de vacas gordas, y lo racionan indiscriminadamente en las de vacas flacas. M¨¢s que compensar el ciclo econ¨®mico, refuerzan la tendencia maniaco-depresiva del capitalismo.
Durante los ¨²ltimos a?os la banca y las cajas dieron m¨¢s cr¨¦ditos (b¨¢sicamente al sector inmobiliario) de los que le permit¨ªan los dep¨®sitos de sus clientes. Para ello, pidieron prestado en los mercados internacionales de capitales. Ahora tienen que devolverlo, y como la crisis financiera internacional no les permite seguir endeud¨¢ndose en el exterior necesitan acumular liquidez.
Adem¨¢s, algunos de los activos que compraron y de los cr¨¦ditos que dieron son de mala calidad y dudoso cobro. Eso aumenta la morosidad y las p¨¦rdidas por ca¨ªda de los precios de esos activos. Como a¨²n no saben la magnitud de esa morosidad y esas p¨¦rdidas, su avidez por la liquidez aumenta.
En esa situaci¨®n, no es posible forzar a los banqueros a dar m¨¢s cr¨¦dito. M¨¢s bien, como ocurre ya en otros pa¨ªses, habr¨¢ que estar preparados para intervenciones de mayor calado que las actuales ayudas. Intervenciones que pueden llegar a la creaci¨®n de "bancos malos", como fue la "UVI" bancaria espa?ola de la d¨¦cada de 1980, o a la nacionalizaci¨®n temporal, como sucedi¨® con Rumasa.
El objetivo de esas posibles intervenciones no debe ser rescatar a los banqueros imprudentes, sino mantener el cr¨¦dito. El cr¨¦dito tiene algo de servicio p¨²blico y, como sucede con otros servicios p¨²blicos, si el proveedor privado falla, los gobiernos no se pueden quedar parados lament¨¢ndolo.
Pero, aunque necesaria, la recuperaci¨®n del cr¨¦dito tardar¨¢. Mientras tanto, las cosas pueden mejorar algo recuperando h¨¢bitos financieros perdidos durante la etapa de drogodependencia crediticia.
Si quieren mejorar sus ventas, productores y vendedores tienen que ser capaces de financiar a los compradores mediante letras o aplazamientos. Recuerdo que cuando hace m¨¢s de 15 a?os mi mujer y yo compramos la casa en que vivimos, pagamos el 20% de entrada con nuestros ahorros, el 50% con cr¨¦dito hipotecario y el resto lo financi¨® el propio vendedor con tres letras a dos a?os. Lo mismo se hac¨ªa con los electrodom¨¦sticos.
Por su parte, los empresarios tienen que entender que se acab¨® el financiar su negocio con el 100% del cr¨¦dito y volver a la pr¨¢ctica tradicional de financiar las inversiones, m¨¢s o menos, con el 40% de capital propio y el 60% con cr¨¦dito.
La demonizaci¨®n de los banqueros no nos debe hacer olvidar que hay que volver a capitalizar las empresas.
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