Los peligros de Sarkozy
En Francia, esta semana viene cargada de peligros. Mientras la situaci¨®n en las Antillas -lejanos departamentos de ultramar inmersos en una huelga contra la "carest¨ªa de la vida"- sigue bloqueada, el presidente de la Rep¨²blica recibe en el El¨ªseo a los sindicatos, que han lanzado un llamamiento a una nueva jornada de huelga y movilizaci¨®n en favor del aumento de los salarios. Al d¨ªa siguiente de esta reuni¨®n, el mundo universitario y de la investigaci¨®n tiene convocados un paro y varias manifestaciones. Todo ello en un momento de m¨¢xima impopularidad de Nicolas Sarkozy, que hace pensar que en el pa¨ªs se est¨¢ instalando un clima de desaf¨ªo que podr¨ªa privar al poder de todo margen de maniobra. M¨¢s grave a¨²n: para el poder, el riesgo -y la esperanza, para otros, especialmente la extrema izquierda- ser¨ªa que la movilizaci¨®n se extendiera y desembocase en un paro general y en una crisis pol¨ªtica, como en las Antillas -y m¨¢s concretamente, en Guadalupe-.
En Francia se est¨¢ instalando un clima de desaf¨ªo que podr¨ªa privar al poder de todo margen de maniobra
El riesgo de contagio existe, por supuesto, no en vano ciertos sectores de la opini¨®n p¨²blica parecen sufrir una verdadera alergia hacia la persona del jefe del Estado. Los movimientos implicados en las movilizaciones, entre los cuales la extrema izquierda est¨¢ bien representada -y tambi¨¦n el mismo Partido Socialista en los entornos estudiantiles-, har¨¢n todo lo posible para que se produzca. No es seguro que todo esto sea bueno para la izquierda reformista: la historia demuestra que tras unos movimientos sociopol¨ªticos duros -como los del Mayo del 68-, la mayor¨ªa bascula hacia una derecha m¨¢s autoritaria. As¨ª que la izquierda tambi¨¦n corre peligro.
Qu¨¦ duda cabe de que la situaci¨®n de las islas es espec¨ªfica debido a la pervivencia de la herencia colonial: concentraci¨®n de la riqueza en manos de algunas familias, elevado nivel de ayudas sociales y una tasa de desempleo superior al 20%. Pero la comparaci¨®n es interesante, pues las islas son una caricatura de la metr¨®polis. ?stas viven de las importaciones y las subvenciones. Ahora bien, tanto la balanza exterior como la interior de la Francia de hoy son enormemente deficitarias. El d¨¦ficit de la balanza comercial ha alcanzado el r¨¦cord y el d¨¦ficit presupuestario se acerca al 4% del PIB. La misma Francia vive, pues, de las importaciones y las subvenciones, las de sus reg¨ªmenes sociales y las que le aportan las generaciones futuras, que deber¨¢n cubrir el d¨¦ficit.
En este contexto, hay que reconocer que la tarea de Nicolas Sarkozy es particularmente dif¨ªcil, pues, para empezar, tiene que enfrentarse a la crisis mundial, que provoca un incremento del paro que, a su vez, genera un aumento de la inquietud, enerva a la opini¨®n p¨²blica y puede ocasionar verdaderos des¨®rdenes sociales. La crisis mundial requiere imperativamente una respuesta europea. ?ste es el ¨²nico nivel realmente pertinente, pues, en lo esencial, la salida a la crisis vendr¨¢ de Estados Unidos y nos tocar¨¢ vivir, bien una recesi¨®n -la situaci¨®n actual-, si se produce r¨¢pidamente, bien una verdadera depresi¨®n, si se hace esperar. Eso ser¨ªa grav¨ªsimo para la cohesi¨®n de nuestras sociedades.
Enfrente, el mundo sindical se moviliza bajo una consigna: aumento general de los salarios. El reproche que hacen al poder es que privilegia la reactivaci¨®n mediante la inversi¨®n, mientras que los sindicatos y la izquierda exigen una reactivaci¨®n a trav¨¦s del consumo y el aumento del poder adquisitivo. Pero los sindicatos se equivocan de crisis: sus reivindicaciones parecen las que cabr¨ªa esperar en una econom¨ªa en crecimiento, y no tienen en cuenta la gravedad de la situaci¨®n. Un ejemplo: piden un incremento inmediato del salario m¨ªnimo, que aumenta mec¨¢nicamente con el alza del ¨ªndice de los precios. Ahora bien, muchas peque?as y medianas empresas -un sector poco competitivo en Francia- est¨¢n sufriendo la falta de cr¨¦ditos bancarios: para ellas el riesgo de quiebra existe.
La respuesta al problema del poder adquisitivo dif¨ªcilmente puede ser la de los sindicatos, y, menos a¨²n, la del m¨¢s poderoso de ellos, la CGT, que va a adoptar posiciones "duras" para no perder el contacto con sus bases. El ¨²nico discurso posible ser¨ªa el siguiente: la reactivaci¨®n mediante el consumo es necesaria, pero s¨®lo puede ser colectiva, europea; es necesario que todo el mundo reactive el consumo al mismo tiempo, si no, los pa¨ªses deficitarios alcanzar¨¢n d¨¦ficit exteriores insostenibles. El poder adquisitivo que hay que preservar es el de aquellos que van a quedarse en paro o tienen empleos precarios y el de los j¨®venes que no van a encontrar una colocaci¨®n en el mercado laboral.
Se trata, pues, de un enfoque social de la crisis y, a trav¨¦s de la reactivaci¨®n de la inversi¨®n, de la batalla por la reactivaci¨®n del empleo. El resto es pura demagogia. Pero, desgraciadamente, en tiempos de crisis la demagogia suele ser lo que mejor funciona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.