Futurismo, un siglo a toda velocidad
Se cumplen 100 a?os del manifiesto de Marinetti, germen de las vanguardias
A finales del a?o 1908 Marinetti, uno de los principales protagonistas del vanguardismo europeo, es arrojado por su coche a una zanja llena de agua tras un rocambolesco viraje para evitar a dos ciclistas. Ser¨¢ el primer accidente moderno que dar¨¢ lugar a una narrativa m¨ªtica, la de los or¨ªgenes; cerrar una etapa de forma violenta, como ocurrir¨¢ casi medio siglo despu¨¦s con James Dean primero y el pintor abstraccionista Jackson Pollock despu¨¦s, ambos fallecidos en un choque de autom¨®vil, muertos a manos de la velocidad, incapaces de soportar los anticuados esquemas de los cincuenta, ¨¢vidos de comenzar de cero incluso a costa de la propia vida.
Tambi¨¦n Marinetti va a perder la vida en su accidente, o por lo menos la vida que conoce hasta aquella tarde. Como si de un bautismo laico se tratara -cuenta la leyenda que m¨¢s circula- reemerge de la zanja futurista. No est¨¢ mal el nombre acu?ado para la ocasi¨®n, pues no hay pasado ni hay ancestros: s¨®lo el futuro por delante.
Ideol¨®gicamente, el grupo fue relacionado con las posiciones fascistas
Se pone a la tarea sin perder ni un momento, porque el futuro va muy deprisa, y apenas unos meses despu¨¦s est¨¢ concluido el texto que aparece en Figaro hace ahora 100 a?os, el 20 de febrero de 1909. Es un escrito program¨¢tico en el que no caben dudas respecto a lo que se espera del porvenir y con ese Primer manifiesto del futurismo se inaugura mucho m¨¢s que el amor a la velocidad. Con ¨¦l se da el pistoletazo de salida para la vanguardia como va a entenderse y a organizarse a partir de entonces: una actitud renovadora en el terreno art¨ªstico y, sobre todo, existencial. Hay que ser sobre todo modernos, como dijeran los poetas franceses de finales del XIX.
Modernidad radical
Y Marinetti se propone serlo desde sus or¨ªgenes decadentistas que apenas un a?o despu¨¦s, en 1910, le llevan a escribir -casi a destiempo- una novela indescriptible, Mafarka el futurista, paroxismo de desenfreno colonial africano pese a dedicarse el protagonista, en ese colmo de las paradojas que acarrea el movimiento, a "la construcci¨®n de p¨¢jaros mec¨¢nicos".
Porque si la modernidad propuesta desde el manifiesto no puede ser m¨¢s radical, tampoco puede ser m¨¢s contradictoria. Son internacionales y son nacionalistas, revolucionarios sin intereses sociales; quieren cantar al peligro, exigen poetas ardorosos y rebeldes, glorifican la guerra -higiene del mundo-; son antifeministas y aspiran a quemar los museos, las bibliotecas y "las academias de todo tipo" en un mundo que deber¨¢ estar gobernado por la velocidad y en el cual "un autom¨®vil de carreras que ruge es m¨¢s bello que la Victoria de Samotracia".
La pol¨¦mica est¨¢ servida por el poeta y animador cultural Marinetti, que sabe promocionar su producto como nadie y a la manera m¨¢s contempor¨¢nea, se dir¨ªa, recurriendo con frecuencia al esc¨¢ndalo, como ocurre en las famosas seratas futuristas, veladas con mucho de actuaci¨®n teatral -con insultos y provocaciones al p¨²blico incluidos- y en las cuales se halla el origen del cabaret dad¨¢ y hasta de los happenings. Con un mejor manejo de los medios que habilidad intelectual, como ocurre con tantos animadores hoy, Marinetti logra promocionar el movimiento dentro y fuera de Italia hasta convertirse en referente de lo moderno en c¨ªrculos tan variopintos, pol¨ªticamente hablando, como Revista de Occidente y los c¨ªrculos ramonianos de Madrid; la revista Actual de los estridentistas mexicanos, comprometida con la revoluci¨®n rusa; o Mart¨ªn Fierro de Borges en Buenos Aires, donde se parafrasea a Marinetti al escribir que "un Hispano-Suiza es una obra de arte m¨¢s bella que una silla Luis XV".
Sin embargo, pese a la diversidad de facciones que el movimiento fue capaz de atraer, suele verse demasiado pr¨®ximo a las posiciones mussolinianas, en parte debido a las lecturas de Walter Benjamin sobre el totalitarismo y las asociaciones con los futuristas.
Parte de raz¨®n no falta en las cr¨ªticas hacia su militarismo y su peligrosa esencia nacionalista, aunque visto con la distancia del tiempo y tras las lecturas que Fluxus hizo del movimiento en la d¨¦cada de los sesenta, a partir de los experimentos musicales de Russolo y su Arte de los ruidos parece claro que las relaciones con el fascismo italiano no fueron tan armoniosas como se ha tratado de enfatizar. La constante revisi¨®n de posiciones del grupo, que les hizo tambi¨¦n ser feministas y antifeministas a un tiempo, hace que resulte complejo establecer las aut¨¦nticas y perdurables filiaciones ideol¨®gicas de los futuristas.
As¨ª, hoy d¨ªa el Futurismo tiende a leerse como un soplo de arte fresco, al menos en lo que a las propuestas art¨ªsticas se refiere. Si personajes como Boccioni o Balla trataron de mostrar el movimiento en la escultura, el cine y la foto de Bragaglia y sus sobreimpresiones din¨¢micas -la ilusi¨®n ¨®ptica de atrapar el movimiento mientras ocurre- se enra¨ªzan con la famosa obra de Duchamp Desnudo bajando una escalera, que convulsionar¨ªa la escena de los primeros a?os diez. No s¨®lo. Es posible que todas y cada una de las provocaciones de la vanguardia, su fascinaci¨®n por convertir el arte en la vida y la vida en el arte, por romper las fronteras entre ambos, deban volver la mirada hacia las primeras performances marinettianas.
Por eso, tratar de encontrar la herencia futurista en la actualidad no parece de ninguna manera desatinada. Los planteamientos de los futuristas siguen vivos tanto en nuestra pasi¨®n de hoy por la t¨¦cnica como en la cr¨ªtica cultural a los museos, si bien, m¨¢s mediocres que ellos, no terminamos de quemarlos.
Dejando a un lado las radicalidades vanguardistas, est¨¢ claro que el Futurismo nos ense?¨® algunas cosas esenciales de la modernidad: a vivir deprisa, por ejemplo, pues como dijo Lacan, la realidad no nos espera.
Estrella de Diego es ensayista y catedr¨¢tica de Historia del Arte de la Universidad Complutense.
El a?o de las m¨¢quinas
- 'Velocidad, arte y acci¨®n'. ?se es el subt¨ªtulo de la gran exposici¨®n Futurismo 1909-2009, que puede verse hasta el 7 de junio en el Palazzo Reale de Mil¨¢n, la ciudad en la que Marinetti fund¨® la m¨ªtica revista Poes¨ªa. La muestra re¨²ne 400 obras entre pinturas, vestidos y esculturas. De Giacomo Balla a Carlos Carr¨¤ pasando por los arquitectos Antonio Sant'elia y Virgilio Marchi.
- Futurismo 100. Un programa para todo el a?o con tres grandes exposiciones en toda Italia: < Iluminaciones. La vanguardia frente a frente. Italia, Alemania, Rusia (en Mart di Rovereto, hasta el 7 de junio). Abstracciones (Museo Correr de Venecia, a partir del 5 de junio) y Simultaneidad (en el Palazzo Reale de Mil¨¢n, a partir del 15 de octubre). Esta ¨²ltima ser¨¢ una de las grandes muestras del oto?o. Un homenaje al escultor Umberto Boccioni con obras de colegas suyos como Brancusi, Tatlin, Naum Gabo, Jacques Lipchitz o Jean Arp.
- Leer el futuro. Las editoriales espa?olas llevan meses rescatando a Marinetti con t¨ªtulos como Expresiones sint¨¦ticas del futurismo (DVD), una selecci¨®n de manifiestos, o las novelas Los indomables (Ellago), una alegor¨ªa pol¨ªtica, y Mafarka (Renacimiento), una mezcla de erotismo descarnado y apolog¨ªa de la guerra.
Babelia
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