"Mi padre me dio mucha ca?a y se lo agradezco"
Intentar recordar la contrase?a para acceder al ordenador del trabajo quiz¨¢ no sea el pensamiento esperado cuando se est¨¢ a punto de llegar al Polo Sur. Lo que pasa es que a uno le da tiempo a pensar de todo cuando se tira siete horas al d¨ªa arrastrando un trineo, entre la extenuaci¨®n y el fr¨ªo, quit¨¢ndose literalmente de la cara car¨¢mbanos que salen por el propio aliento.
Jes¨²s Noriega es un madrile?o de 37 a?os que trabaja en el mundo del marketing, le encanta la historia del arte, est¨¢ casado, tiene tres hijos y una sola mano desde que naci¨®. Hace dos a?os se enrol¨® en la organizaci¨®n de un viaje ant¨¢rtico para demostrar "la capacidad de los discapacitados". Con el tiempo, el proyecto se convirti¨®, entre diciembre y enero pasado, en la expedici¨®n Polo Sur Sin L¨ªmites de la Obra Social La Caixa, con la que Jes¨²s, Xavier Valbuena (que perdi¨® una pierna en un accidente) y Eric Villal¨®n (que tiene un 5% de visi¨®n), ayudados de dos gu¨ªas, llegaron justo donde dice el nombre del proyecto.
Sin una mano desde que naci¨®, ha llegado al Polo Sur con otros dos discapacitados
No fue nada f¨¢cil. No s¨®lo por la b¨²squeda de financiaci¨®n. Ni por el entrenamiento f¨ªsico. Ni siquiera por la dureza de los 12 d¨ªas y 170 kil¨®metros de expedici¨®n en s¨ª, monoton¨ªa incluida. Ni por una comida liofilizada convertida en salsa-engrudo, a pesar de que en el paquete dec¨ªa que era arroz con jud¨ªas al estilo caj¨²n. Tampoco se volvi¨® m¨¢s f¨¢cil por m¨¢s que la tomara pensando en zamparse un cordero con un amigo suyo que cr¨ªa ganado en Riaza (Segovia). A¨²n no ha ido a por el cordero, pero la curiosa mezcla que elige de bacalao sobre callos guisados no est¨¢ nada mal.
El caso es que Jes¨²s lleva toda su vida intentando demostrar que el hecho de que le falte una mano no es una caracter¨ªstica principal de su persona. Se ha sacado varios diplomas de buceador salt¨¢ndose alguna que otra burocracia m¨¦dica; se empe?¨® en obtener el carn¨¦ de conducir con un coche sin adaptaci¨®n, y lo consigui¨®; intent¨® lo mismo con el de moto y, aunque a¨²n no lo ha conseguido, llega en moto igualmente a la comida -"No lo digo mucho, para no quitarle m¨¦rito a la expedici¨®n, pero he pasado m¨¢s fr¨ªo en la moto que en el Polo"-. Y despu¨¦s de todo eso, resulta que se embarca en una expedici¨®n que le convierte, junto a sus compa?eros, en una especie de estandarte de las personas con discapacidad. Esa decisi¨®n fue lo m¨¢s duro de todo.
Ahora est¨¢ orgulloso, y quiere seguir dando contenido a la asociaci¨®n que han creado, Zero Limits: ¨¦l ense?ar¨¢ a bucear a personas con discapacidad, otro har¨¢ rutas de monta?a...
Siempre ha tenido "que demostrar m¨¢s que los dem¨¢s" y su padre lo sab¨ªa: "Recuerdo que me dio mucha ca?a de peque?o, y se lo agradezco, porque me ha ido mucho mejor que si hubiera sido un ni?o consentido". Ahora, ¨¦l tiene tres hijos que le miran con naturalidad -"Qu¨¦ mano m¨¢s rara", le dice la mayor, de cinco a?os-, y s¨ª le preocupa en cierta medida lo que les puedan decir sobre su discapacidad otras personas con menos sensibilidad. "Pero tampoco quiero darle importancia. Es exactamente igual que el que nace guapo, feo, rubio o moreno". ?l naci¨® con una sola mano y ha llegado al Polo Sur.
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