Distracci¨®n masiva
Paul Krugman tiene dos virtudes: claridad y habilidad para interrelacionar pol¨ªtica y econom¨ªa, dando a aqu¨¦lla -cuando procede- el car¨¢cter de factor determinante de una situaci¨®n. As¨ª lo demuestra en Despu¨¦s de Bush, libro de 2007 en el que plantea una cuesti¨®n referida a Estados Unidos: si es la desigualdad econ¨®mica la que lleva a la radicalizaci¨®n pol¨ªtica, o es la radicalizaci¨®n pol¨ªtica la que trae consigo la desigualdad econ¨®mica. Parte de una doble constataci¨®n: de que, en la d¨¦cada de 1980, concluy¨® la evoluci¨®n -iniciada con el New Deal- que convirti¨® a Estados Unidos en un pa¨ªs de clases medias, en el que las diferencias entre los dos principales partidos no eran grandes; y de que, desde entonces, han aumentado las desigualdades sociales, pues, mientras una minor¨ªa medraba, la mayor¨ªa de los estadounidenses progresaba poco, al mismo tiempo que crec¨ªa la polarizaci¨®n, en la medida en que los pol¨ªticos adoptaban posiciones cada vez m¨¢s extremas a lo largo del eje derecha-izquierda. Lo que ha llevado a la situaci¨®n actual, en la que la desigualdad de ingresos es tan elevada como en los a?os veinte, y los niveles de confrontaci¨®n pol¨ªtica son mayores que nunca.
Raza, patria y religi¨®n llevan a muchos trabajadores a votar en contra de sus intereses objetivos
Para el pensamiento conservador, este proceso se explica por el hecho de que fuerzas impersonales del mercado -el cambio tecnol¨®gico y la globalizaci¨®n- han provocado que la distribuci¨®n de ingresos sea cada vez m¨¢s desigual, con una ¨¦lite minoritaria destac¨¢ndose del resto de la poblaci¨®n; lo que ha determinado que el Partido Republicano haya escogido velar por los intereses de este grupo emergente que financia sus campa?as. En consecuencia, se ha abierto una brecha entre ambos partidos, por la cual el Republicano se ha convertido en el partido de los ganadores, mientras que el Dem¨®crata pasaba a representar a quienes se hab¨ªan quedado atr¨¢s.
Para Krugman, en cambio, ha sucedido lo contrario: la radicalizaci¨®n pol¨ªtica ha sido la causa del incremento de la desigualdad. As¨ª, en los setenta, extremistas de derecha decididos a acabar con los logros del New Deal se hicieron con el Partido Republicano, provocando la ruptura con los dem¨®cratas, quienes se convirtieron en los verdaderos conservadores, en cuanto que garantes de la igualdad. El poder adquirido por la derecha dura envalenton¨® a los empresarios, que lanzaron un ataque contra el movimiento sindical, para reducir su capacidad negociadora. Y en este marco se diluyeron los controles sociales y pol¨ªticos que limitaban los galopantes emolumentos de los directores de empresas, y se redujeron los impuestos sobre los ingresos m¨¢s elevados, promoviendo la desigualdad econ¨®mica.
Sea como fuere, lo cierto es que los republicanos se hicieron con el poder desde 1980 hasta la llegada de Obama a la Casa Blanca, con el solo par¨¦ntesis de Clinton. Lo que plantea una cuesti¨®n: ?qu¨¦ dieron los republicanos a muchos de sus electores para que ¨¦stos, siendo pobres, les votasen en contra de sus propios intereses? O, dicho de otra manera, ?qu¨¦ tuvieron que hacer para alejar a los trabajadores de raza blanca del amplio grupo de votantes que hab¨ªa prestado su apoyo al New Deal?
La respuesta incluye diversas acciones que Krugman etiqueta como "armas de distracci¨®n masiva": 1. Remover la cuesti¨®n racial apelando al impulso segregacionista vivo en los Estados del Sur, con el pretexto de que la ampliaci¨®n de los derechos sociales beneficia a los negros en perjuicio de los blancos. 2. Insistir en que la seguridad nacional es mayor cuando est¨¢ en manos de los firmes patriotas republicanos, en vez de las de los d¨¦biles liberales dem¨®cratas. 3. Destacar la superioridad moral de los valores religiosos defendidos por los republicanos frente al relativismo ¨¦tico atribuido a los dem¨®cratas. Raza, patria y religi¨®n. Buena tr¨ªada.
Esta deliberada "distracci¨®n" de parte del electorado, que le impulsa a votar en sentido contrario a sus intereses, no es exclusiva de Estados Unidos. Tambi¨¦n se da aqu¨ª. As¨ª, para el Partido Popular la perenne apelaci¨®n tremendista a la unidad de Espa?a -"Espa?a se quiebra"- cumple una funci¨®n aglutinadora, que ampl¨ªa el ¨¢mbito de los que ser¨ªan sus votantes naturales por raz¨®n de intereses. Y, para el Partido Socialista, id¨¦ntica funci¨®n expansiva desarrolla su sostenida revisi¨®n de la memoria hist¨®rica y su impostada invocaci¨®n a la laicidad del Estado.
Son maniobras de distracci¨®n de los aut¨¦nticos problemas, que quedan aplazados y sustituidos en el diario debate pol¨ªtico por estas cuestiones, bajo las que ambos partidos enmascaran su aut¨¦ntico objetivo: la lucha por el poder, con olvido de las reformas estructurales que exigen los intereses generales. Ambos partidos van a la suya. Son en esto, como en tantas cosas, iguales. Con olvido, tambi¨¦n ambos, de que -como dijo Roosevelt tras la crisis de 1929- "siempre hemos sabido que buscar el propio inter¨¦s ignorando el de los dem¨¢s era malo moralmente; ahora tambi¨¦n sabemos que lo es econ¨®micamente". Pronto tendremos ocasi¨®n de comprobarlo.
Juan-Jos¨¦ L¨®pez Burniol, notario, es miembro de Ciutadans pel Canvi.
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