La ley est¨¢ en la calle
Imag¨ªnense: un inmenso basural al que se echan cada mes 30.000 toneladas de basura. La pestilencia es insoportable. Las moscas se cuentan por docenas de millones: cada metro c¨²bico de basura aloja unos 10 millones al mes. Succionan m¨¢s de un centenar de organismos pat¨®genos y propagan las m¨¢s variadas enfermedades: disenter¨ªa, fiebre tifoidea, c¨®lera, lepra, salmolenosis, tracoma, hepatitis....
Junto al vertedero, se extiende el lecho de un r¨ªo. Una zona inundable donde los m¨¢s pobres construyen sus chabolas con pl¨¢sticos y maderas viejas. Con el paso del tiempo, se ha convertido en una enorme barriada al costado de una gran capital.
En un lugar as¨ª vivi¨® voluntariamente F¨¢tima P¨¦rez Jim¨¦nez y dice que fue "una experiencia preciosa".
"Todos merecen una oportunidad. Lo interesante es recuperar al preso"
"Los menores con peores circunstancias sociales tienen penas mas graves"
?Est¨¢ chiflada? No. Es una cristiana de base que hac¨ªa trabajo social, tan lejos de su M¨¢laga querida.
Ese lugar existe: Ba?ado Tacumb¨², junto a Asunci¨®n, capital de Paraguay. El basural es el Cateura y los datos de su mort¨ªfero dep¨®sito han sido extra¨ªdos de un informe municipal.
Todos los d¨ªas, decenas de personas escarban en la basura del Cateura en busca de alg¨²n objeto de valor. Con frecuencia, aparece el cad¨¢ver de un beb¨¦.
- Es una de las experiencias m¨¢s impresionantes que he vivido: la familia que encuentra al beb¨¦, lo acoge en su casa, lo lava, le pone un vestidito, lo bautiza y lo entierra en el patio.
El rostro de F¨¢tima se ensombrece al recordar aquella ceremonia. Ella daba clases a ni?os del Ba?ado, en la escuela de Fe y Alegr¨ªa, un movimiento de educaci¨®n popular de los jesuitas. No era su primera experiencia como voluntaria social.
Nacida en Jaraiz de la Vega (C¨¢ceres) en 1967, F¨¢tima se siente malague?a. Su padre, inspector de Hacienda, fue trasladado a Jerez cuando ella ten¨ªa tres a?os. Al cumplir ocho, la familia recal¨® en M¨¢laga. Hasta hoy.
Altern¨® el bachillerato con el atletismo. Fue subcampeona de Espa?a junior en 400 metros lisos.
- El deporte significa esfuerzo, disciplina, tener una meta y pelear por cumplirla. A veces ganas y a veces pierdes. Los fracasos te ense?an a ser humilde.
Una virtud, la humildad, que ella practica. Quiso estudiar en el INEF, pero deb¨ªa trasladarse a Granada. Demasiados gastos, le dijo el padre, que deb¨ªa educar y alimentar a otros cuatro hijos. Un padre que hab¨ªa inculcado a sus hijos la preocupaci¨®n por lo social. A los 19 a?os, inicia Derecho y encuentra en la atenci¨®n a los presos una buena forma de seguir las ense?anzas paternas. F¨¢tima cambi¨® el deporte por el voluntariado. Visitaba asilos y sobre todo la antigua c¨¢rcel de mujeres de la Cruz de Humilladero. "En la c¨¢rcel, uno vive tantos mundos distintos, tantos dramas...". Habla con ternura de sus presos.
- Est¨¢n en la c¨¢rcel porque han cometido un delito...
- S¨ª. Pero todo el mundo merece una oportunidad. Lo interesante es recuperar a la persona. Lo dice la Constituci¨®n: reinserci¨®n.
A los 24 a?os termina Derecho. Tiene buenas notas. Su primer trabajo es como interprete de la polic¨ªa nacional. Su estancia de un a?o en Austria, tras finalizar el bachillerato, le proporciona un alem¨¢n fluido. Tambi¨¦n habla ingl¨¦s.
Se traslada a Sevilla, con su compa?ero Antonio Zamorano, maestro y escultor. Trabaja para una asociaci¨®n de ayuda a drogodependientes como educadora de calle en el conflictivo barrio de Su Eminencia: "Estoy atenta a los chicos con problemas de drogas; apoyamos a las familias, ?tienen tantas deficiencias!".
Hay boda y nuevo proyecto social: son contratados, a trav¨¦s de la iglesia, por la Vicar¨ªa de Derechos Humanos de Sicuani, un pueblo a un centenar de kil¨®metros de Cuzco, Per¨². El marido da clases en la escuela, ella ense?a a los ind¨ªgenas asociacionismo, derechos sociales. ?Cat¨®lica? Si, s¨ª. Pero con un matiz: "cristiana de base".
La vida en los Andes es dura. Mucho m¨¢s de lo que piensan los turistas que acuden en busca de bellas estampas del valle sagrado de los incas.
- Un d¨ªa, una ni?ita me vio paseando, con mi piel blanca, mis rasgos europeos, y me dijo extendiendo la mano: money, money (dinero, dinero). Se me cay¨® el alma a los pies. Me miraba como al extranjero invasor. ?Que duro es sentirte parte de una cultura que oprime!
Despu¨¦s de dos a?os en Per¨², lleg¨® Paraguay. Y el primer embarazo. Era 1997. El Ba?ado no era el mejor lugar para tener un beb¨¦. La pareja decidi¨® regresar a Espa?a. Antonio comenz¨® a dar clases. F¨¢tima trabaj¨® para M¨¢laga Acoge y prepar¨® oposiciones. Tres. Las aprobaba, pero no consegu¨ªa plaza. Hab¨ªa trabajado en un bufete de abogados. Pero no le llenaba. No persegu¨ªa el dinero. "Aunque rezongo de mi precariedad laboral".
Regres¨® a la Facultad de Derecho. Se especializ¨® en un ¨¢rea nueva, Criminolog¨ªa. Nada que ver con los detectives de CSI. Esos son criminalistas. Es profesora investigadora del Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminolog¨ªa, dependiente de la Facultad de Derecho y directora del Bolet¨ªn Criminal¨ªstico.
- Nosotros estudiamos el fen¨®meno delictivo en sus distintos ¨¢mbitos: la prevenci¨®n, las consecuencias, las personas, la sociedad, la respuesta del poder formal.
Lo que significa salir a la calle, que era lo suyo. "La realidad est¨¢ en la calle, no en el papel de la ley".
Hizo su tesis doctoral. Cum laude. C¨®mo no, con los ni?os de protagonistas: Menores infractores: estudio emp¨ªrico de la respuesta penal (Editorial Tirant lo Blanch, 2006). La ley¨® nueve d¨ªas antes de que naciera su tercer hijo. Aunque m¨¢s arriesgado fue el segundo parto.
- Hab¨ªa cogido la varicela. Quiz¨¢ en la c¨¢rcel. Me dec¨ªan que el feto pod¨ªa sufrir alguna malformaci¨®n, sordera, cardiopat¨ªa. Me recomendaron abortar, pero dijimos que no.
Por fortuna, naci¨® una hermosa ni?a. Sin problemas. Y seguro que record¨® aquellos ni?os del Ba?ado que crec¨ªan junto al basural con millones de moscas revoloteando sobre sus cabezas.
Todos hemos robado de j¨®venes
Por cada nueve delincuentes hombres, hay una mujer. Salvo en el maltrato a los padres. Ah¨ª se da paridad.
Esta es una de las conclusiones que arrojan los estudios que F¨¢tima P¨¦rez Jim¨¦nez realiza en el Observatorio de la Delincuencia en Andaluc¨ªa (ODA), del que es coordinadora.
- Mi tesis doctoral conclu¨ªa que los menores con peores circunstancias sociales tienen sentencias m¨¢s graves. Lo mismo que entre los adultos.
?Por qu¨¦? Hay un c¨²mulo de causas: las circunstancias sociales, el entorno, el barrio, el colegio; las circunstancias familiares y su propia personalidad. ?Delinquen m¨¢s los pobres? No. No hay que relacionar pobreza y delincuencia. "Lo que sucede es que tienen menos apoyos sociales y por tanto menos posibilidades de salir adelante si tienen un tropez¨®n".
Espa?a no tiene un alto ¨ªndice de delincuencia juvenil. Aunque F¨¢tima arroja este dato sorprendente:
- La adolescencia es un periodo en el que la generalidad de la poblaci¨®n comete alg¨²n delito. Un peque?o delito. Que levante la mano quien no se haya llevado algo de alguna tienda...
El mejor remedio es la prevenci¨®n. Muchos menores llegan ante el juez porque han sufrido una situaci¨®n desfavorecida social y familiar. O un simple fracaso escolar. "A un ni?o que no quiere estudiar o no tiene capacidad, hay que ofrecerle alternativas. Por ejemplo, la Formaci¨®n Profesional, pero dentro de la educaci¨®n obligatoria".
Aunque ya funcionan los Programas de Garant¨ªa Social, son minoritarios y con pocas plazas. Adem¨¢s, los colegios deben contar con psic¨®logos y trabajadores sociales.
- Ya s¨¦ que eso cuesta dinero, pero evitar¨ªa que muchos j¨®venes terminaran ante la justicia.
H¨¢gase justicia, pues.
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