El temperamento de Contador
El ciclista gana su primera carrera del a?o y muestra que est¨¢ mejor que el pasado
La primera ca¨ªda grave, contra una tapa de alcantarilla, en el Giro del Trentino hace casi diez a?os, dej¨® a Paco Mancebo sin dientes, lo que tuvo curiosas consecuencias. Una foto de ganador en el Peyresourde en una Ruta del Sur en la que no se sabe qu¨¦ tiene m¨¢s fuerza: su pu?o en alto o su boca desdentada, exhibici¨®n de mellas. Corr¨ªa sin pr¨®tesis porque unas semanas antes, en una carrera en Asturias, se le cayeron en un momento de esfuerzo. Tuvo suerte. Como era en un circuito, la segunda vez que pas¨® por all¨ª, un espectador que las hab¨ªa recogido del suelo se las devolvi¨®.
El s¨¢bado por la noche, Mancebo volvi¨® a caerse, un hecho al que est¨¢ ya acostumbrado, pero que, aunque no le reporte ya curiosas consecuencias, le sigue resultando doloroso. Se cay¨® al tropezar su bicicleta con una piedra camino del Rose Bowl de Pasadena durante la pen¨²ltima etapa de la Vuelta a California. Mancebo, que pedaleaba feliz con el maillot rojo de rey de la monta?a y un d¨¦cimo puesto asegurado en la general, qued¨® inconsciente y se rompi¨® un pulgar. Hab¨ªa ganado la primera etapa y en la contrarreloj de 20 kil¨®metros s¨®lo hab¨ªa perdido 6 segundos con Lance Armstrong, lo que dice tanto de las carencias del tejano resucitado como de la tenacidad y resistencia al dolor del de Navaluenga.
Mancebo se rompi¨® la mano en California tras dejar s¨®lo 6s a Armstrong en la crono
"Esto no ha sido un mensaje para Lance", dice Contador. "?l es mi compa?ero"
Mientras el tejano continuaba con la b¨²squeda e identificaci¨®n de sensaciones perdidas tras tres a?os de ausencia del ciclo b¨¢sico del ciclismo por etapas, cansancio, sufrimiento, recuperaci¨®n, su compa?ero de equipo, Alberto Contador descubre, en provecho propio, la clave del yudo, c¨®mo la fuerza del rival es tambi¨¦n su condena c¨®mo el estruendo que acompa?a toda acci¨®n de Armstrong aumenta, en la misma proporci¨®n, su propia tranquilidad. En California gan¨® Levi Leipheimer, el tercero del equipo, el m¨¢s fuerte, en teor¨ªa, en febrero, aunque hace un par de semanas, durante la concentraci¨®n en Santa M¨®nica, su pueblo, sufriera para aguantar el ritmo de Contador, el escalador que llega incluso donde Bahamontes no pudo en las ascensiones.
A Contador, que seguir¨¢ hasta el Tour un programa muy estudiado -carrera de una semana, descanso de 15 d¨ªas, carrera, descanso, carrera, descanso, Par¨ªs-Niza, Vuelta a Castilla y Le¨®n, Pa¨ªs Vasco, hasta abril, descanso en mayo y retorno en junio con la Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦ antes del Tour-, le dicen en el equipo que vaya tranquilo, que no necesita ganar nada, que no tiene que demostrar nada. "Pero eso son consejos de corredor frustrado, la prudencia del ex ciclista fracasado", dice el m¨¦dico del Astana, Pedro Celaya, se?al¨¢ndose a s¨ª mismo. "Su cabeza, como la de todos los artistas, la de todas las personas dotadas de un talento extraordinario, es un pozo insondable en el que los normales no podemos descender. Vive en un mundo aparte. Su temperamento hace otros c¨¢lculos. Y casi siempre acierta".
A Contador le dijeron que fuera tranquilo en la Vuelta al Algarve, su primera competici¨®n del a?o en el que buscar¨¢ su segundo Tour, y en la primera etapa dura, con un final en alto, termin¨® segundo y quej¨¢ndose: "Es una pena que la carrera no haya sido lo suficientemente dura hasta el pie del puerto. No he podido hacer diferencias". Las diferencias las hizo Contador, que no pasa por ser un especialista, el d¨ªa siguiente, el s¨¢bado, en una contrarreloj de casi 34 kil¨®metros, un marat¨®n largu¨ªsimo para el mes en que se disput¨®. Sali¨® convencido y con unas ganas tremendas, como el d¨ªa en que defendi¨® el maillot amarillo del Tour del asalto de Cadel Evans y Leipheimer. Rod¨® de una manera incre¨ªble, aunque, dado que a¨²n no est¨¢ al 100% de forma, a veces le costaba mantener el ritmo. Gan¨®. Dobl¨® a uno como Rub¨¦n Plaza, un especialista. Dej¨® atr¨¢s a Bert Grabsch, actual campe¨®n del mundo; a David Millar, que lo fue en su momento; a Sylvain Chavanel, el mejor de los franceses.
"Va mejor que el a?o pasado", dice Celaya. En 2008 comenz¨® chocando ante Valverde y un error de informaci¨®n en la Vuelta a Murcia, aunque luego ganara Castilla y Le¨®n, Pa¨ªs Vasco, Giro y Vuelta, carreras en las que cultiv¨® su signo de distinci¨®n, la doble l¨ªnea del moreno en sus brazos, la distinta longitud de los maillots de l¨ªder y los del equipo. "Cada d¨ªa tiene m¨¢s nivel. No s¨¦ d¨®nde va a parar...". Celaya habla de la campana de Gauss, la curva estad¨ªstica que encierra el rango de normalidad de cualquier lista de valores: "Pero Contador se sale de la campana. Es el error estad¨ªstico".
Pero Contador, de 26 a?os, piensa diferente. M¨¢s simple. "Yo s¨®lo me dedico a ir a las carreras y, si gano, mejor, porque eso es lo que me gusta, correr en bici", dice; "y, desde luego, esto no ha sido ning¨²n mensaje para Armstrong. ?l es mi compa?ero".
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