Para cu¨¢ndo democracia
Magomed Yevlovev, editor del peri¨®dico digital Ingushetiya, cr¨ªtico con el r¨¦gimen, muri¨® en septiembre pasado de un disparo mientras viajaba en el coche policial en el que fue detenido tras su llegada al aeropuerto de Magas: la versi¨®n oficial sostuvo que el periodista intent¨® arrebatar el arma a un polic¨ªa y que ¨¦sta se dispar¨® accidentalmente. M¨¢s recientemente, el 19 de febrero, la periodista Anastasia Baburova era asesinada en Mosc¨² a plena luz del d¨ªa junto con Stanislav Markelov, un prestigioso abogado de derechos humanos que hab¨ªa logrado que se condenara a un coronel de las fuerzas de seguridad por el asesinato de una joven chechena. Y la semana pasada, el juicio sobre el asesinato de otra valiente periodista de Novaya Gazeta, Anna Politk¨®vskaya, famosa por sus denuncias sobre los cr¨ªmenes de las fuerzas de seguridad en Chechenia, ha concluido con la puesta en libertad de todos los acusados. El juicio ha puesto de manifiesto la infinidad de conexiones entre los aparatos de seguridad y el crimen organizado, especialmente v¨ªa el Gobierno t¨ªtere y corrupto que Mosc¨² ha instalado en Grozni.
En Rusia no existe la competencia entre partidos ni un verdadero pluralismo informativo
La absoluci¨®n de los encausados por el asesinato de Anna Politk¨®vskaya nos habla de las tremendas dificultades que enfrenta la democracia en Rusia. No deja de sorprender que Rusia sea el tercer pa¨ªs del mundo m¨¢s peligroso para los periodistas, despu¨¦s de Irak y Argelia. Seg¨²n el Comit¨¦ para la Protecci¨®n de los Periodistas (CPJ, en sus siglas en ingl¨¦s), 47 periodistas han muerto all¨ª desde 1992, sin que las autoridades se hayan tomado nunca en serio el esclarecimiento de los hechos.
En condiciones normales, solemos esperar que el crecimiento econ¨®mico permita a los reg¨ªmenes autoritarios abrir un poquito la mano o, cuando menos, mantener los niveles de represi¨®n. Sin embargo, seg¨²n los baremos m¨¢s frecuentemente usados para medir los avances y retrocesos en la democracia (Freedom House o Polity IV), Rusia es de los pocos pa¨ªses del mundo (Venezuela es otro) donde, en los ¨²ltimos a?os, crecimiento econ¨®mico y libertades pol¨ªticas han ido en sentido contrario.
Estamos ante un sistema pol¨ªtico donde no existe competencia entre partidos ni verdadero pluralismo informativo, sino un pacto entre los llamados siloviki (como Putin, herederos del KGB y los servicios de seguridad) y un n¨²mero reducido de oligarcas que controlan los principales sectores productivos del pa¨ªs vali¨¦ndose de t¨ªtulos de propiedad adquiridos fraudulentamente o en connivencia con las autoridades. Frente a la ¨¦poca de Yeltsin, donde exist¨ªa un cierto pluralismo pol¨ªtico y econ¨®mico, pero tambi¨¦n una feroz lucha por el poder pol¨ªtico y econ¨®mico, siloviki y oligarcas han acordado respetar sus derechos de propiedad respectivos: el de los primeros sobre el poder pol¨ªtico, el de los segundos sobre el poder econ¨®mico. Para los oligarcas que no han respetado el pacto, ha habido dos caminos: el del exilio a Londres o el de la c¨¢rcel en Siberia. Todo un cl¨¢sico ruso, junto con el envenenamiento, que se resiste a desaparecer.
Esta explicaci¨®n del autoritarismo en Rusia tiene importantes consecuencias desde el punto de vista de la pol¨ªtica exterior. Es com¨²n atribuir el autoritarismo de Putin y la agresividad de su pol¨ªtica exterior a las supuestas humillaciones infligidas a Rusia por Occidente durante los a?os noventa. Sin embargo, desde esta perspectiva alternativa, defendida por algunos polit¨®logos rusos, la deriva autoritaria de Rusia no tendr¨ªa causas ex¨®genas, sino que ser¨ªa end¨®gena, es decir, tendr¨ªa su origen en el pacto entre silovikis y oligarcas para repartirse el poder. L¨®gicamente, ese pacto requerir¨ªa una pol¨ªtica exterior agresiva que fomentara entre la poblaci¨®n actitudes antioccidentales, lo que a su vez har¨ªa imprescindible unos medios de comunicaci¨®n sumamente ideologizados y cercanos al Gobierno.
A decir de las encuestas, y de los resultados electorales de la coalici¨®n de Putin, esta estrategia ha tenido un gran ¨¦xito, al menos hasta la fecha: los liberales, partidarios de una integraci¨®n r¨¢pida y completa en Occidente, tanto pol¨ªtica como econ¨®mica, han desaparecido de la escena, y los tecn¨®cratas, que constituyen el otro grupo de poder importante, se encuentran marginados, albergando la secreta esperanza de que la crisis econ¨®mica arruine a los oligarcas y debilite la credibilidad de los siloviki ante la poblaci¨®n. Por su parte, aunque parezca incre¨ªble, las actitudes antioccidentales se han extendido incluso entre los j¨®venes rusos, que admiran las mismas sociedades de consumo que detestan pol¨ªticamente.
Declaraciones recientes del presidente Medv¨¦dev, que tiene todos los visos de ser un tecn¨®crata agazapado a la espera de tiempos mejores, criticando el "nihilismo legal", apoyando inesperadamente al diario Novaya Gazeta, o criticando la ineficacia de las medidas anticrisis adoptadas por el Gobierno parecen apuntar a que las cosas pueden comenzar a cambiar. ?Ser¨¢ Medv¨¦ded el Adolfo Su¨¢rez que traicionar¨¢ a siloviki y oligarcas? Sin una sociedad civil y unos medios de comunicaci¨®n que le apoyen, ser¨¢ dif¨ªcil, cuando no imposible. De ah¨ª la importancia central de la libertad de prensa en Rusia.
jitorreblanca@ecfr.eu
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.