Darse a la bebida
No s¨¦ por qu¨¦ se ha criticado tanto al ministro de finanzas japon¨¦s Shoichi Nakawaga por comparecer "altamente bebido" en una rueda de prensa. Imag¨ªnese que es usted el que asiste a la cumbre del G-7 en Roma, donde le comunican oficialmente, no solo que las cosas est¨¢n muy mal, sino que ni siquiera saben cuan mal puedan llegar a estar la pr¨®xima semana. Y luego, cuando vuelve a casa, a¨²n con el jet lag a cuestas que no le deja dormir, sus asesores le comunican que el PIB de su pa¨ªs ha ca¨ªdo nada menos que el 12%. ?Qu¨¦ har¨ªa usted? Pues, efectivamente, lo mismo que Nakawaga. O sea se atiborra de medicamentos y se bebe dos litros de sake, todo a la vez, y as¨ª soportar las impertinentes preguntas de unos periodistas ociosos, ¨¢vidos de carnaza. Es la ¨²nica manera de afrontar la situaci¨®n. En lugar de ponerse nervioso, cuando le urg¨ªan explicaciones sobre la tremenda debacle econ¨®mica acaecida en el Pa¨ªs del Sol Naciente, el responsable de las finanzas niponas se limit¨®, ora a balbucear frases incoherentes, ora a dormitar sobre el respaldo de la silla recordando la flor de loto y las verdes laderas del Fujiyama.
Naturalmente, unas horas despu¨¦s, cuando se vio por la tele, mientras se tomaba una aspirina para la resaca, decidi¨® hacerse el harakiri pol¨ªtico para lavar el honor propio y el de su familia. Una soluci¨®n a lo samur¨¢i. M¨¢s propia de ¨¦pocas feudales, s¨ª, pero soluci¨®n al fin y al cabo. Sin ir m¨¢s lejos, hay mucha gente aqu¨ª, en Espa?a, que no ver¨ªa nada mal que esta pr¨¢ctica de ra¨ªz oriental se difundiera por ayuntamientos, diputaciones, comunidades aut¨®nomas y gobiernos de la naci¨®n, con o sin ministros cazadores, incluso en ausencia de premonitorias comparecencias et¨ªlicas.
En todo caso, ahora es muy f¨¢cil meterse con el pobre ministro por recurrir en exceso al arroz destilado en horas de trabajo, pero, al ritmo que van los acontecimientos, no me extra?ar¨ªa que dentro de poco vi¨¦ramos correr el whisky a raudales en las reuniones del G-20, FMI, el Banco Mundial, la Reserva Federal, o el ECOFIN, con los presidentes y ministros de econom¨ªa tambaleantes hablando de cosas ¨ªntimas ante su incapacidad manifiesta para enmendar el curso de los acontecimientos.
Y es que si algo tiene esta crisis de novedoso es el desconocimiento general de la enormidad del desastre provocado por tan largos, e incontrolados, a?os de chanchullos financieros y depredaci¨®n inmobiliaria por doquier. Por eso ahora, cuando cada ma?ana nos despertamos con una noticia a¨²n peor que la del d¨ªa anterior, y los organismos estad¨ªsticos nos informan, no exentos de cierto s¨¢dico rigor, de las cifras del desempleo, la acumulaci¨®n de suspensiones de pagos, la elevaci¨®n de las cifras de morosidad, la detecci¨®n de los fondos de inversi¨®n fraudulentos, etc., y, adem¨¢s, constatamos que el presupuesto est¨¢ agotado, el d¨¦ficit sobrepasado y nuestra capacidad de endeudamiento pr¨¢cticamente anulada, puede que la ¨²nica v¨ªa que nos quede para sobrellevar la situaci¨®n sea recurrir a la botella. Seguro que esta no es la manera. Pero qu¨¦ otra cosa podemos hacer ante tan descomunal guirigay financiero.
En fin, oremos todos para que, en medio de la gran bacanal alcoh¨®lica que se avecina, Obama se mantenga sobrio en su reci¨¦n estrenado Despacho Oval durante un tiempo razonable. Aunque pueda parecer extra?o, ¨¦l puede ser nuestra ¨²ltima esperanza blanca. Son las paradojas de la globalizaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.