Punter¨ªa y facilidades
Como dec¨ªa un buen amigo periodista en su telegrama para el informativo Hora 14 de la cadena SER, ya estaba advertido el ministro Bermejo de que las cacer¨ªas cortesanas prisiones son do el ambicioso muere. Imposible que se le ocultara que mientras las cr¨ªticas que estaba recibiendo procedieran del PP pod¨ªa considerar atornillada su continuidad en la cartera de Justicia, como ven¨ªa a confirmar el ejemplo de su colega de gabinete, la titular de Fomento, Magdalena ?lvarez. Pero, a partir del pronunciamiento adverso del socialista canario Jer¨®nimo Saavedra, empezaron los desmarques dentro del PSOE, donde por ahora nadie habla sin mirar antes hacia arriba. As¨ª que las cosas se pusieron color de hormiga y una afici¨®n inocua como la caza acababa revel¨¢ndose letal. Aqu¨ª seguiremos a medias la norma ansoniana que excluye hacer le?a del ¨¢rbol ca¨ªdo, pero intentaremos reconocer c¨®mo se han desencadenado los hechos. Estamos ante un caso que confirma de nuevo la punter¨ªa certera de Jota Pedro, quien se apunta con la dimisi¨®n de Bermejo un trofeo de muchas puntas tan s¨®lo pocas semanas despu¨¦s de haberse cobrado otro tan relevante como el del presidente del Real Madrid, Ram¨®n Calder¨®n. Recordemos que hab¨ªa cundido el desconcierto en medio de una guerra cainita abierta en el seno del PP de Madrid, al trascender el espionaje mutuo al que se dedicaban los primeros espadas del Gobierno de la comunidad que preside Esperanza Aguirre.
Recordemos que hab¨ªa cundido el desconcierto en medio de una guerra cainita en el PP de Madrid
Aparec¨ªan los nombres de Francisco Granados y de Ignacio Gonz¨¢lez, vicepresidentes segundo y primero. Concurr¨ªan a los juzgados con la pretensi¨®n de lograr esclarecimientos el vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, y brotaban los nombres del anterior tesorero nacional del PP, ?lvaro Lapuerta, y del actual, Luis B¨¢rcenas. As¨ª las cosas, apareci¨® por la banda el juez Campeador, Baltasar Garz¨®n, reactivando la instrucci¨®n de la Operaci¨®n G¨¹rtel (Correa en alem¨¢n), un caso de libro donde una pandilla de merodeadores del poder en tiempos de Aznar exhib¨ªa toda suerte de trapacer¨ªas. Como siempre, perpetradas al calor de las proximidades de quienes manejaban entonces el Bolet¨ªn Oficial del Estado y los editados por las comunidades aut¨®nomas en manos de los pol¨ªticamente afines. El bel¨¦n empezaba a poblarse de figuritas, a pie y en camello, que avanzaban hacia el portal para ofrecer sus dones y buscar compensaciones condignas. Quedaba claro, una vez m¨¢s, la pertinencia del interrogante del cupl¨¦ ?de d¨®nde sacan pa tanto como destacan? Asomaba la financiaci¨®n de los partidos imposible de colmar bajo las normas legales. Se comprobaba la vigencia de la doctrina Zaplana -"estamos en pol¨ªtica para forrarnos"- enunciada en una de sus invalidadas conversaciones con aquel sobrese¨ªdo Naseiro de origen valenciano. El p¨²blico lector empezaba a perderse en los detalles y los medios de comunicaci¨®n, embebidos en sus propios hallazgos o en las filtraciones recibidas, se olvidaban de algunos deberes elementales como el de aportar un resumen de lo publicado y actualizar un dramatis personae que facilitara el seguimiento de la historia.
En ¨¦stas est¨¢bamos cuando el ministro de Justicia se dejaba llevar por esa pasi¨®n dominante que siente por la caza y comparec¨ªa en una monter¨ªa organizada en la finca Cabeza Prieta en las inmediaciones de Torres (Ja¨¦n), localidad natal de Garz¨®n. A cualquiera le hubiera parecido un hecho irrelevante pero alguien con poder de percusi¨®n logr¨® que nos qued¨¢ramos con la imagen de un furtivo intrigando con el juez de la operaci¨®n G¨¹rtel. De las facilidades que ha dado el ministro ya se ha escrito bastante. Pero para saber qu¨¦ nos pasa se recomienda releer la biograf¨ªa de Hearst de David Nasaw (Tusquets. Barcelona, 2005). Asombra comprobar c¨®mo supo utilizar el poder de los medios para marcar la agenda pol¨ªtica escarbando en la intimidad de las personas y c¨®mo proclamaba con orgullo que, mientras otros peri¨®dicos se limitaban a plasmar las noticias, los suyos las creaban. Sombrerazo.
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