En un lugar llamado Alcobendas
El padre y las profesoras de Pen¨¦lope Cruz dibujan sus inicios - Su colegio primaba la ense?anza del teatro - De peque?a "no s¨®lo bailaba, interpretaba"
"I grew up in a place called Alcobendas...". Y ah¨ª estaba ella, viviendo su gran momento de gloria, en el escenario del Kodak Theatre, metida en un vestido vintage y segundos despu¨¦s de que la actriz Tilda Swinton pronunciara su nombre: "Pen¨¦lope Crus". Dice que no sab¨ªa si decirlo o no, pero lo dijo. Y al pronunciar el nombre de ese lugar donde creci¨®, la estrella de Hollywood se pos¨® rotundamente en la tierra, con los pies bien asentados en ese lugar que hace realidad los sue?os de cine. Treinta y cuatro a?os y hab¨ªa saltado de la periferia de Madrid al coraz¨®n de Los ?ngeles.
Alcobendas: "...Where this was not a very realistic dream" ("...donde ¨¦ste no era un sue?o muy realista"), prosegu¨ªa su discurso la que, adem¨¢s de ser la primera actriz espa?ola que consigue un Oscar, desde hoy ser¨¢ hija predilecta de este municipio madrile?o de 107.500 habitantes, situado 13 kil¨®metros al norte de la capital y, desde ayer tambi¨¦n, a 9.351,88 kil¨®metros de L.A.
La maestra de danza recomend¨® que, por su talento, tomase m¨¢s clases
"?Jes¨²s, Padre! ?Que nos vais a echar la puerta abajo!" Fue su primera frase como Mencig¨¹ela, su primer papel, por el que la recuerdan en el colegio Juan XXIII, donde estudi¨® hasta los 14 a?os. Era el paso de Las Aceitunas, de Lope de Rueda, representado en una fiesta de final de sexto de EGB. Una obra en la que ella pagaba el pato por la frustraci¨®n de un sue?o ajeno. El suyo, en cambio, no ser¨ªa realista pero es real desde ayer. Su padre, Eduardo Cruz, estaba ayer "todav¨ªa en una nube". Hab¨ªa pasado la noche en vela en su casa de La Manga, viendo desfilar a su hija por la alfombra roja, acompa?ada por su madre, Encarna y su hermana M¨®nica. Se acordaba tambi¨¦n de aquellas noches que Pen¨¦lope pasaba despierta, en el sal¨®n de su casa, viendo la ceremonia, y en aquellos "acu¨¦state ya, que ma?ana tienes que madrugar".
"Always, the night of the Academy Awards I stayed up to watch the show..." ("Siempre, la noche de los premios de la Academia me quedaba despierta para ver la gala..."), dec¨ªa ayer la actriz con la estatuilla en la mano. "Cuando vi Jam¨®n, jam¨®n, supe que llegar¨ªa lejos", confesaba ayer un padre orgulloso.
Pero mucho antes de aquello, antes incluso de aquel papel inici¨¢tico de Mencig¨¹ela, contando s¨®lo cinco o seis a?os, Pen¨¦lope ya se encargaba de llevar el vestuario, las pelucas que cog¨ªa de la peluquer¨ªa de su madre, "?y hasta el gui¨®n pensado!", a las clases de educaci¨®n art¨ªstica y dramatizaci¨®n que impart¨ªa Amelia Garc¨ªa Casado desde 1975 en el colegio. "Desde que ten¨ªa cuatro a?os ya dec¨ªa que quer¨ªa ser artista", aseguraba ayer la maestra. "Era capaz de montar una historia en cuesti¨®n de minutos, ella misma repart¨ªa los papeles".
Aquella peluquer¨ªa de la calle de Concilio, bautizada con su mismo nombre, Pen¨¦lope (y ya cerrada), fue un poco (y tambi¨¦n) su primer escenario. De hecho, la fundadora del colegio, Luz Hern¨¢ndez, clienta asidua de su madre, la recuerda cogiendo las pinturas, las pelucas y las pinzas y "danzando por all¨ª haciendo de las suyas", contaba ayer a las puertas del centro que cre¨® en 1967 junto a su marido (ya fallecido), Juan Miguel S¨¢nchez, un pedagogo que quiso montar su proyecto educativo y que hoy dirige su propia hija Luz, tambi¨¦n compa?era de Pen¨¦lope en las clases de baile.
Todo queda en casa, porque los primeros a?os de la actriz se desarrollaron entre las calles de un vecindario que abarcaba no m¨¢s de tres manzanas del municipio madrile?o. Todo alrededor de la plaza del pueblo. De la casa de sus padres, en un humilde edificio de ladrillo visto en la calle de Soria, a otro edificio similar de una calle aleda?a, convertido en colegio, el Juan XXIII. Un centro con una educaci¨®n innovadora para la ¨¦poca debido a la preparaci¨®n de su fundador, convencido de que no se pod¨ªa aprender bajo el lema de "la letra con sangre entra" y que implant¨® un tipo de aprendizaje activo y pr¨¢ctico, en el que "nunca hab¨ªa deberes para casa", dec¨ªa su hija ayer. En aquellas aulas, adem¨¢s de las materias convencionales, se estudiaban y se estudian hoy -en muchos casos impartidas por los mismos profesores que instruyeron a Pen¨¦lope Cruz-, m¨²sica, danza o artes marciales. "Todav¨ªa la estoy viendo trepando por esas barras, no paraba quieta...", contaba ayer Emilia Mart¨ªn Rodr¨ªguez, conocida como Curri, en la sala donde la actriz dio sus primeros pasos de baile, con cuatro a?os. "Tan peque?a y no s¨®lo bailaba, interpretaba". Curri le recomend¨® a la madre que la ni?a, con su talento, deb¨ªa tomar m¨¢s clases de baile que las que pod¨ªa recibir en el colegio.
Pen¨¦lope, a pesar de que el cura se negaba a bautizarla; Pen¨¦lope, "un nombre con historia m¨¢s all¨¢ de la canci¨®n de Serrat", dec¨ªa ayer su t¨ªo en la ferreter¨ªa que regent¨® con el padre de la actriz. Pen¨¦lope, desde ayer, la estrella de un lugar llamado Alcobendas.
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