"Aqu¨ª no puede haber fallos"
El encargado de la organizaci¨®n del Palacio Real entr¨® como mozo
Es un hombre serio, de verbo estricto y claro. Se llama Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez Guerra, tiene 52 a?os y es madrile?o por parte de hija y esposa, Almudena, nombre tambi¨¦n de la catedral donde se casaron, situada frente al lugar donde trabaja, el Palacio Real. Practic¨® el alpinismo y el barranquismo, pero, casi desde su boda, el trabajo le absorbe de siete de la ma?ana hasta la ca¨ªda del sol. Desde los 14 a?os en que comenz¨® a ganarse la vida, fue barrendero, t¨¦cnico de una tienda de electrodom¨¦sticos en Torrej¨®n de Ardoz, luego parado y m¨¢s tarde sindicalista de la Uni¨®n General de Trabajadores, de cuya Federaci¨®n de Servicios P¨²blicos fue secretario de Organizaci¨®n.
En 1984 entr¨® como mozo en palacio; tras una oposici¨®n, dos a?os despu¨¦s ascendi¨® a encargado de nivel 4. Est¨¢ adscrito a la Direcci¨®n de Actos Oficiales. Lo dicen quienes trabajan a su lado: "Gonz¨¢lez Guerra es ese tipo de persona imprescindible para que las cosas funcionen bien". En su caso, la cosa es el Palacio Real de Madrid, cuya log¨ªstica mueve con desenvuelta firmeza. Hasta 150 personas, entre empleados p¨²blicos y de diferentes contratas privadas, reciben directrices suyas. "Cuando alguien aqu¨ª no sabe qu¨¦ hacer me pregunta a m¨ª", admite mientras sus ojos parecen decir con humildad: "?F¨ªjese usted!".
Gonz¨¢lez camina cuatro kil¨®metros diarios por pasillos y estancias del recinto
"Hacemos tres inventarios distintos de cada pieza trasladada"
A las siete de cada ma?ana, Jos¨¦ Luis se traza un plan mental de trabajo. Pocas veces toma notas. "Todo lo tengo en la cabeza", dice. "Luego, hasta las ocho, reparto tareas". Parece combatir siempre contra un adversario m¨¢s grande, el tiempo, pero ¨¦l est¨¢ acostumbrado a reaccionar instant¨¢neamente ante todo tipo de desaf¨ªo -como el de repartir 200 paraguas entre los invitados a la ¨²ltima gran boda regia- y armonizar un aut¨¦ntico turbi¨®n de variables e imprevistos. ?l es el responsable de los miles de muebles, cubiertos y enseres, desde alfombras hasta platos trincheros, que contiene el palacio madrile?o, as¨ª como del traslado, adecentado y puesta a punto del m¨¢s leve o grave objeto que Patrimonio Nacional administra en el interior del recinto palaciego madrile?o.
Mover la impedimenta que all¨ª se maneja requiere de un esfuerzo f¨ªsico ¨ªmprobo. Y ello porque la propia estructura del palacio es en s¨ª misma un desaf¨ªo: "Contiene un laberinto de calles, pasos y pasadizos comunicados entre s¨ª, pero de forma segmentada", explica el aparejador Juan Manuel Rojo, responsable de Mantenimiento de la Direcci¨®n de Arquitectura que colabora codo con codo con Gonz¨¢lez Guerra. El trabajo, pues, se prolonga a lo largo de estas distancias fabulosas, con fachadas de 200 por 200 metros, hasta siete plantas y entreplantas, centenares de ventanas y miles de puertas con sus correspondientes llaves.
"Una cena de gala puede congregar a 120 comensales. Hay que calcular cinco copas, m¨¢s cinco cubiertos y otros tantos platos por cabeza... Unas 1.500 piezas" detalla. "Adem¨¢s", matiza, "hacemos hasta tres inventarios distintos de cada pieza trasladada", precisa. "Y nadie se marcha hasta que no se hace el recuento completo".
?l responde asimismo de la limpieza de los 100.000 metros cuadrados de superficie construida por el arquitecto italiano Sachetti entre 1734 y 1762, que cada d¨ªa visitan entre 2.000 y 3.000 personas. "Todo ha de estar en perfecto estado de revista, sin que la afluencia de gente da?e los objetos expuestos", remarca. Suya es la competencia de desplegar miles de metros de alfombras limpias que forran los suelos de palacio y de eliminar hasta la m¨¢s m¨ªnima brizna de polvo de los 634 relojes que -"puestos a punto por uno de los mejores relojeros de Espa?a, Manuel Santolaya", precisa- tictaquean por los aparadores palaciegos.
"Lo normal es que un d¨ªa recorra cuatro kil¨®metros ¨²nicamente en desplazamientos de una dependencia a otra", se?ala Gonz¨¢lez Guerra. "Los almacenes los tenemos en el s¨®tano cero". Dicen de ¨¦l que sabe formar equipos. ?C¨®mo seduce a su gente? "Dejo que cada trabajador opine sobre la tarea encomendada, que participe de la decisi¨®n; si no est¨¢ seguro, intento escuchar sus razones, y si no lo ve claro, modifico la orden".
?Cu¨¢l es el gran desaf¨ªo de un trabajo como el suyo? "El principal reto es adecuar las nuevas tecnolog¨ªas al palacio, no el palacio a la nueva tecnolog¨ªa", explica. ?Y ello? "Pues porque estamos dentro de un recinto hist¨®rico que pertenece a todos los espa?oles, donde no se puede tocar ni un solo muro". Es este compromiso de conservar en perfecto estado cuanto administra lo que m¨¢s le alecciona en su trabajo: "Me satisface saber que dejar¨¦ impecable este legado a quienes vengan luego", reconoce. Otra de sus m¨¢s gratas satisfacciones: "Las personas que trabajan conmigo son polifac¨¦ticas, lo mismo trasladan una alfombra de ocho tramos que montan una magn¨ªfica mesa de gala". A su juicio, "claro que puede haber cosas mejorables, pero aqu¨ª no puede haber fallos, no se contemplan", asegura.
La gente que lo visita puede pensar que el Palacio Real es s¨®lo un museo, pero para Jos¨¦ Luis se trata de algo muy distinto. En Versalles, por ejemplo, se percibe algo suntuoso, pero lleno de frialdad. "Aqu¨ª, el saber que su titular, el Rey, es de carne y hueso, da mucha vida al palacio".

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