M¨¢s y mejor ciencia ante la crisis
En tiempos de crisis se buscan, con premura, alternativas para mejorar la econom¨ªa. Una posible opci¨®n es explorar nuevos conocimientos cient¨ªficos que, posteriormente, puedan ser aplicados. Aunque ello no sea una soluci¨®n a corto plazo, la experiencia se?ala que los pa¨ªses con mayor peso cient¨ªfico tienen un mayor desarrollo econ¨®mico y les proporciona cierta ventaja para superar momentos dif¨ªciles. Algunos puntos merecen especial atenci¨®n.
Un modo, no siempre riguroso, de valorar la ciencia es hablar de su "excelencia" ignorando su contenido. De esta manera se habla de ¨ªndices de impacto de las revistas en las que se publica y no del tema de la investigaci¨®n. Afortunadamente, podemos encontrar ejemplos de buenas pr¨¢cticas de valoraci¨®n cient¨ªfica en instituciones como la Fundaci¨®n Nobel. El Premio Nobel de Medicina del pasado a?o fue concedido al doctor Luc Montagnier por su descubrimiento del virus del sida, no por publicar en revistas de cierto impacto. Aparecer en buenas revistas es de inter¨¦s para la publicidad del trabajo, pero lo verdaderamente importante es la validez de lo publicado y su repercusi¨®n para futuros trabajos. Uno de los defectos actuales es la apetencia por aparecer en los medios; se sacrifica el rigor en aras del ¨¦xito fugaz. Deber¨ªa sustituirse la palabra "excelencia" por calidad, algo que, afortunadamente, tienen con creces muchos de nuestros honestos investigadores, aunque sean modestos.
Los mensajes que se env¨ªen, encaminados al desarrollo de la ciencia, no deben ser contradictorios con los hechos. Se indica en los medios de comunicaci¨®n que debe facilitarse el desarrollo de la investigaci¨®n cient¨ªfica. En ese empe?o, toda la atenci¨®n se dirige, con machacona insistencia, hacia el porcentaje del PIB destinado a I+D. M¨¢s dinero s¨ª, pero acompa?ado de la gesti¨®n eficiente de los recursos existentes. En el momento actual, el sistema parece estar saturado; la aportaci¨®n de m¨¢s dinero al sistema no produce un incremento en la transferencia de los resultados de investigaci¨®n. La financiaci¨®n es mero gasto, no inversi¨®n. Ello es, en parte, consecuencia de que en vez de organizar la gesti¨®n buscando el funcionamiento del d¨ªa a d¨ªa, las instituciones p¨²blicas incrementan la burocracia y su af¨¢n por recaudar parte de los recursos que las diferentes instituciones privadas aportan al sistema. A veces, el tiempo que deber¨ªa dedicarse a la gesti¨®n se gasta en un continuo nuevo redise?o de posibles nuevas estructuras, que no da tiempo a que empiecen a funcionar pues, inmediatamente, se est¨¢n pensando otras nuevas. Afortunadamente, como se ha indicado en un art¨ªculo recientemente publicado (EL PA?S, 4 de febrero), esta din¨¢mica parece, prudentemente, atenuarse.
Es imprescindible que los ciudadanos en general y el entramado industrial en particular reclamen, adem¨¢s de los pactos de Estado por la ciencia, que los cient¨ªficos piden de vez en vez, m¨¢s y mejor ciencia. Empresarios y financieros deben entrar en el juego, para cofinanciar el sistema de ciencia y tecnolog¨ªa. Si la investigaci¨®n b¨¢sica debe ser soportada por la v¨ªa de los Presupuestos Generales del Estado, la inversi¨®n privada debe ocuparse, principalmente, de la transferencia tecnol¨®gica, algo que, afortunadamente, est¨¢n realizando unas pocas instituciones privadas de nuestro pa¨ªs.
Se dice que los becarios espa?oles no funcionan como anta?o, sin tener en cuenta que hay bastante responsabilidad nuestra en ello; que nuestras plantillas son escasas -en lo que estamos de acuerdo-, y que para solucionar el problema hay que buscar la entrada de investigadores for¨¢neos para desarrollar nuestra investigaci¨®n. Bienvenidos sean los cient¨ªficos -en edad de merecer- que vienen ya formados -y nos evitamos formarlos, algo que ¨²ltimamente no se hace muy bien-; pero nos tememos que tras la llegada se desanimen del mismo modo que les ha pasado a los de la tierra. Creemos que lo importante para la formaci¨®n es la motivaci¨®n por el trabajo, las ganas de conocer; y a los senior, no abrumarlos con la burocracia, incluso con la tan reclamada transferencia de tecnolog¨ªa. Cuando se disfruta y vibra con lo que se hace la ciencia se desarrolla, sea tiempo de crisis o tiempo de bonanza, y ello es igualmente aplicable a la profesionalizaci¨®n del proceso de transferencia. Con ambos factores -investigaci¨®n y transferencia-, el pa¨ªs prospera.
Jes¨²s ?vila es profesor de Investigaci¨®n del CSIC y Pedro Garc¨ªa Barreno es catedr¨¢tico de Universidad. Ambos son miembros de la Real Academia de Ciencias.
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