Ca¨ªnes y truhanes
"La envidia de la virtud hizo a Ca¨ªn criminal. / ?Gloria a Ca¨ªn! Hoy el vicio es lo que se envidia m¨¢s". Paco Ib¨¢?ez cantaba en la tumba de Antonio Machado en Colliure, con el pie sobre la humilde losa que recuerda el ¨²ltimo paso del poeta, muerto hace 70 a?os del otro lado de la frontera cainita. "Espa?olito que vienes al mundo te guarde Dios / una de las dos Espa?as te ha de helar el coraz¨®n". En estos d¨ªas de Gamones y Granados, de tah¨²res y de hampones, los versos de Machado est¨¢n de rabiosa actualidad, rabiosa y envidiosa, viciosa y viciada actualidad. La una, y a veces las dos Espa?as, duelen y hielan, el vicio es m¨¢s envidiado que la virtud. D¨ªas de carnaval descarnado. De tanto ponerse y quitarse m¨¢scaras los protagonistas de la farsa muestran los rasgos de sus calaveras, sus coartadas se desmoronan, sus intrigas y sus traiciones, sus delaciones y sus felon¨ªas forman el tel¨®n de fondo de la esperp¨¦ntica tragicomedia espa?ola.
La cacer¨ªa m¨¢s cruenta no ten¨ªa lugar en Ja¨¦n, sino en las proximidades de la Puerta del Sol
Carnaval de Madrid devaluado porque aqu¨ª el carnaval dura todo el a?o, nada es lo que parece pero todo parece lo que es. Hubiera sido un buen a?o para las chirigotas, pero Do?a Cuaresma se impuso a Don Carnal antes de tiempo. A finales de los a?os sesenta del pasado siglo, Paco Ib¨¢?ez volvi¨® del exilio de Par¨ªs con una guitarra y una maleta llena de canciones de poetas: El Arcipreste de Hita, G¨®ngora, Lope y Quevedo, pero tambi¨¦n Lorca, Blas de Otero, Cernuda, Gabriel Celaya o Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo. Una de las canciones de su disco, la de Blas de Otero, fue calificada como no radiable por una censura que no se atrevi¨® a enmendarle la plana a los cl¨¢sicos.
Paco Ib¨¢?ez cant¨® en el teatro de La Comedia, en el que unas d¨¦cadas, tr¨¢gicas y siniestras d¨¦cadas, antes hab¨ªa pronunciado Jos¨¦ Antonio el discurso fundacional de su Falange. Radio Nacional de Espa?a retransmit¨ªa el concierto y durante la interpretaci¨®n de la canci¨®n prohibida, el locutor cumpli¨® la orden censora hablando sobre la m¨²sica para tapar las palabras: "Aqu¨ª no se salva ni Dios, le asesinaron".
El cainismo del que se dol¨ªa Antonio Machado rebosa de las cloacas. En el PP achican aguas y acumulan desprop¨®sitos, sus ca¨ªnes y sus judas se revuelven y se muerden entre s¨ª, dicen y se desdicen, mientras gastan sus ¨²ltimos cartuchos de p¨®lvora mojada, disparando sobre los cazadores justicieros. A Bermejo no le echaron los jueces revoltosos con sus huelgas, sino los c¨¦rvidos abatidos por una escopeta sin licencia, el m¨¢ximo responsable de la justicia cometi¨® una infracci¨®n legal tentado por las doradas cornamentas de los ciervos que los sufridos monteros hab¨ªan conducido hasta ponerlos delante de sus ojos y de su mira telesc¨®pica.
La caza mayor puede ser un deporte de riesgo. Baltasar Garz¨®n sufri¨® un ataque de ansiedad, un subid¨®n de la tensi¨®n despu¨¦s de la descarga de adrenalina que debe producirse cuando el gran cazador blanco, c¨®modamente apostado, aprieta el gatillo y mata.
Venados cazan venados. Pero la cacer¨ªa m¨¢s cruenta no ten¨ªa lugar en los montes de Ja¨¦n, sino en las proximidades de la Puerta del Sol donde la tigresa Aguirre se siente acosada en sus dominios. Paco Ib¨¢?ez cantaba por G¨®ngora: "... Y tah¨²res muy desnudos / con dados ganan condados; / ducados hacen ducados, / y coronas majestad, / ?Verdad!". La irresistible ascensi¨®n del escolta Gam¨®n, los papeles reservados del consejero Granados.
L¨¢stima de chirigotas, pero hacer parodia sobre la parodia resulta redundante y fatigoso. Hay un bosque de dossiers que se ha puesto en movimiento y cerca entre las sombras el castillo de Lady Aguirre, tocados est¨¢n sus paladines, diezmados sus escuderos. Unos hacen las maletas para ir a presidio y otros para cambiar de bando y domicilio. ?Sobrevivir¨¢ a la desbandada? ?Pasar¨¢ sin romperse ni mancharse a trav¨¦s de los cristales rotos? ?Habr¨¢ suficientes chivos expiatorios para oficiar un holocausto que aplaque a los dioses implacables que le han vuelto la espalda?
La cr¨®nica sigue en todas partes menos en Telemadrid, los lectores voraces hincan sus picos cada d¨ªa en nuevas y enjundiosas revelaciones, las fichas del domin¨® se precipitan en vertiginoso derrumbe, pero ella permanece impasible, enrocada, crispada en un rictus que algunos siguen tomando por sonrisa. Como escribi¨® alguien, puede que Cela, en este pa¨ªs el que resiste gana, y Esperanza Aguirre no se arruga. La procesi¨®n va por dentro y si la fuerzan a una resistencia numantina no se inmolar¨¢ ella sola, ni ser¨¢ la primera en la pira y entre las llamas seguramente urdir¨¢ planes para resurgir de las cenizas.
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