El br¨ªo del teatro
El teatro est¨¢ viviendo un buen momento. Hay una cifra muy resultona para contarlo: el a?o pasado fueron en Madrid m¨¢s de cuatro millones de personas a ver alg¨²n espect¨¢culo teatral, mientras que no llegaron a tres millones y medio los que fueron al campo a ver jugar al Real Madrid, al Atl¨¦tico y al Rayo. Es una cifra que puede ocultar las dificultades que tienen las salas para llenar, las complicaciones de los locales para sostener una programaci¨®n coherente, los problemas de los grupos para obtener subvenciones, la falta de solidez de un p¨²blico que sepa ser plural en sus gustos y que no s¨®lo acuda a las funciones por el tir¨®n de una figura c¨¦lebre.
?Vuelve el teatro entonces? ?O no se ha ido nunca? ?O renace (como la novela) cada vez que se le da por muerto? Hay indicios, muchas veces s¨®lidos, que se?alan variaciones relevantes en las pautas de consumo cultural en tiempos de crisis. Los libreros hicieron su agosto las ¨²ltimas navidades, lo que parece mostrar que la lectura es una buena opci¨®n mientras pasa el temporal. No se vender¨¢n muchos discos, pero las salas de conciertos siguen llen¨¢ndose, incluso ahora. Y luego est¨¢n los teatros, que tambi¨¦n est¨¢n teniendo una fuerte inyecci¨®n de vitaminas.
Parte de la nueva energ¨ªa viene de la presencia en los escenarios de int¨¦rpretes que han triunfado en las pantallas, acaso porque lo que s¨ª parece en crisis es el cine. Otra inyecci¨®n procede del ¨¦xito que han tenido en los ¨²ltimos a?os muchas comedias musicales. Y seguro que han colaborado los festivales, al traer el magisterio de los grandes de la escena internacional. Pero quiz¨¢ hay un componente m¨¢s dif¨ªcil de apresar, y que florece cuando las cosas vienen mal dadas.
Y es la fuerza de la presencia f¨ªsica, su inmediatez. El latido del cuerpo y la palabra. El car¨¢cter ceremonial de la tragedia, la empat¨ªa que provocan los dramas, el flujo de alegr¨ªa que desencadena una comedia bien hecha. Del teatro se ha dicho que es el arte m¨¢s pol¨ªtico porque, como en la polis, convoca a los ciudadanos en un espacio p¨²blico. Y cuando hay crisis, surgen m¨¢s preguntas y se exigen m¨¢s respuestas. El teatro las pone en escena. ?O acaso no hay momentos de Hamlet o Ricardo III que son mucho mejores que un gol de Ra¨²l o del Kun Ag¨¹ero?
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