Justicia o venganza
"La venganza tuvo que ser un desahogo pasional, la hija loca y desmedida de la furia. Pero muy pronto fue limitada por reglas".
Las reglas, los jueces y los legisladores forman el bloque que llamamos justicia. Hacer justicia es poner a salvo los valores fundamentales de una sociedad. La justicia ha caminado a trav¨¦s de la historia junto a la compasi¨®n y la humanidad.
A veces es bueno aislarse del ruido medi¨¢tico y repasar los textos de pensadores como Jos¨¦ Antonio Marina. Reconozco haber llegado tarde a los libros del fil¨®sofo toledano, a los que me ha empujado una de las personas que m¨¢s sabe sobre ellos, Nativel Preciado (Hablemos de la vida, una conversaci¨®n entre la periodista y el profesor).
La desaparici¨®n y posible muerte de la joven sevillana Marta del Castillo ha vuelto a colocar en primer plano la implantaci¨®n de la cadena perpetua. Movidos por una sed de venganza comprensible, los padres de Marta exigen el cumplimiento integro de las penas para asesinos, violadores y pederastas y piden al presidente Zapatero que convoque un refer¨¦ndum sobre la cadena perpetua.
Miles de personas apoyan sus peticiones. Algunos obran de buena fe. Otros, empujados por los buitres del tele circo montado en torno al dolor de una familia. Algunos pol¨ªticos, como los dirigentes del PP Mariano Rajoy y Javier Arenas, porque esperan sacar un pu?ado de votos.
Pero lo que est¨¢ en juego es si queremos justicia o venganza.
La humanidad se provey¨® de leyes precisamente para erradicar la venganza. Todos los humanos, incluso "los m¨¢s crueles, malvados e indignos, est¨¢n dotados de dignidad", escribe Nativel Preciado tras muchas horas de conversaci¨®n con Marina.
Los conflictos sociales los resuelven los jueces aplicando las normas redactadas por los legisladores. Con compasi¨®n y humanidad. No es de recibo que el individuo se tome la justicia por su mano, como acaba de hacer un joven vasco de Lazkao, que destroz¨® una taberna de la izquierda abertzale a mazazo limpio, despu¨¦s de que una bomba de ETA da?ara su vivienda el pasado lunes. La soluci¨®n tampoco est¨¢ en endurecer m¨¢s las penas, hasta hacerlas perpetuas. Porque de hecho ya se han endurecido: el C¨®digo Penal, reformado en 2003, fija condenas de 30 y 40 a?os. "Es como si fuera una cadena perpetua", le ha dicho Zapatero al padre de Marta.
Es cierto que algunos pa¨ªses europeos mantienen la cadena perpetua, pero todos la revisan entre los 15 y 25 a?os y muchos de los presos son liberados. En Espa?a, hay m¨¢s presos proporcionalmente que en Europa y se ha doblado en los ¨²ltimos a?os su tiempo de permanencia en las c¨¢rceles. Las penas son mas largas, se ha abolido la redenci¨®n por el trabajo y cada vez menos presos obtienen la condicional. El Estado ha apostado por una represi¨®n carcelaria cada vez mayor.
Pero es que adem¨¢s la c¨¢rcel no es la soluci¨®n. Isabel Mora, coordinadora general de la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos en Andaluc¨ªa, ha estado visitando presos desde que inici¨® sus estudios de Derecho. Sus conclusiones son desoladoras: "La prisi¨®n no es un lugar reeducador y s¨®lo produce mal y odio en las personas. El sufrimiento y el aislamiento no constituyen un argumento base para reeducar, sino que integran los ingredientes natos de la venganza, de la pura y dura represi¨®n".
La apuesta est¨¢ en la prevenci¨®n. El debate que deber¨ªa llenar las ondas es qu¨¦ sociedad estamos construyendo para que una cuadrilla de j¨®venes asesine. Qu¨¦ valores se inculcan a las nuevas generaciones y como debemos afrontar y prevenir los conflictos sociales.
Y cuando alguien cometa un delito, no dejarnos llevar por ese sentimiento leg¨ªtimo, pero irracional, de la venganza. La humanidad ha luchado largo tiempo por sustituirlo por el de justicia.
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