El fin de la impunidad
Argentina da un paso adelante al derogar la justicia militar; otros pa¨ªses deber¨ªan tomar ejemplo
Con la liquidaci¨®n de la jurisdicci¨®n militar, un sistema cerrado que ha avalado todos los cr¨ªmenes de las dictaduras castrenses que han azotado el pa¨ªs a lo largo del siglo XX, Argentina ha dado un paso que deber¨ªa ser tomado como ejemplo por muchos Estados latinoamericanos. Los soldados argentinos ser¨¢n a partir de ahora como cualquier otro ciudadano, con sus derechos y obligaciones. Y aunque dicho as¨ª parece sencillo, el cambio supone un hito en la historia de un pa¨ªs cuya ¨²ltima dictadura, la m¨¢s sangrienta, dej¨® como herencia, entre otros muchos horrores, 30.000 desaparecidos.
La derogaci¨®n del C¨®digo de Justicia Militar, adem¨¢s, acaba definitivamente con la pena de muerte en Argentina. No se aplicaba desde hace m¨¢s de medio siglo, pero exist¨ªa como figura penal en las leyes castrenses y pod¨ªa por tanto ser invocada. Desaparece tambi¨¦n el delito de homosexualidad, una supresi¨®n de enorme valor simb¨®lico en unas Fuerzas Armadas estrechamente vinculadas al catolicismo, y se incorporan al C¨®digo Penal ordinario figuras delictivas espec¨ªficas, como el acoso sexual cometido contra inferiores.
El encaje de las Fuerzas Armadas en la sociedad civil argentina, la p¨¦rdida de su absoluta excepcionalidad, ha llevado un cuarto de siglo. Ha sido un proceso arduo y lleno de reveses para intentar conseguir que los militares, una casta con frecuencia todopoderosa en el pa¨ªs suramericano, sean parte, y no meros observadores, de este profundo cambio. Fue finalmente el Gobierno del ex presidente N¨¦stor Kirchner el que comenz¨® a cerrar esa etapa oscura, zanjando una divisi¨®n hist¨®rica entre ciudadanos de primera -los uniformados- y los dem¨¢s. Bien que en volandas de una opini¨®n p¨²blica que, como la argentina, se muestra un¨¢nime en la necesidad de hacer justicia a todos aquellos que padecieron los excesos de los militares en el poder.
Con las Fuerzas Armadas ya en el siglo XXI desde el punto de vista jur¨ªdico, la presidenta Cristina Fern¨¢ndez, esposa de Kirchner y su ¨¢lter ego pol¨ªtico, tiene ante s¨ª el reto formidable de acabar con otra profunda divisi¨®n: la de la enorme desigualdad social que padece Argentina. Probablemente no es tarea para una sola legislatura, pero es sin duda un supremo desaf¨ªo. Y para ¨¦ste no sirven herramientas ret¨®ricas y populistas.
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