La absoluta soledad de la locura
Este libro empieza con la siguiente frase: "El 5 de julio de 1996 mi hija se volvi¨® loca". Y a partir de ah¨ª comienza el relato de un verano feroz, de un viaje aterrador al coraz¨®n de la oscuridad. La chica se llama Sally y en aquel momento ten¨ªa quince a?os. El padre, Michael Greenberg, es un escritor norteamericano. Durante un par de meses, mientras su hija desaparec¨ªa en el espacio exterior de la llamada locura, que es el lugar m¨¢s remoto al que un ser humano puede trasladarse, Greenberg intent¨® no perder el contacto con ella. Intent¨® entender lo incomprensible. Ahora ha contado todo eso en Hacia el amanecer, uno de los textos m¨¢s singulares que he le¨ªdo en mi vida. Greenberg narra estas memorias desde un extra?o, extraordinario lugar, con una frialdad que quema como el ¨¢cido. Es probable que no se pueda hablar del infierno de otro modo.
A Sally acabaron diagnostic¨¢ndole un trastorno bipolar, pero en realidad la etiqueta es irrelevante. Lo crucial es que ese 5 de julio padeci¨® una crisis psic¨®tica aguda y fue secuestrada por el delirio. Secuestrada es la palabra exacta: Michael explica que era como si su hija hubiera desaparecido "y en su lugar hubiera un demonio (...) ?La antigua superstici¨®n de la posesi¨®n! ?C¨®mo, si no, entender esta grotesca transformaci¨®n?". La calamidad llega en un instante, como la ola de un tsunami. El cerebro se enciende, el cerebro se apaga, la pesadilla comienza. La chica tiene una s¨²bita visi¨®n. Cree entender de golpe el sentido del mundo, pero, por desgracia, ese sentido para ella luminoso es totalmente impenetrable para los dem¨¢s. Es un galimat¨ªas sobre el Genio y la Pureza. Sally es el profeta de la Verdad y puede parar los coches con la mente. Habla como un or¨¢culo y sus palabras espantan porque, pese a tener sujeto, verbo y predicado, pese a sostenerse en el aire con las convenientes reglas de la sintaxis, resultan tan incomprensibles como un discurso alien¨ªgena. O como el ruido que producen los grillos al frotar sus ¨¦litros: "Su voz me atraviesa como un dardo. Est¨¢ enrojecida, hermosa, profundamente inhumana". De ahora en adelante, Greenberg ser¨¢ como un entom¨®logo que describe con precisi¨®n la cat¨¢strofe que asuela un hormiguero. Una colonia de insectos de la que su hija y ¨¦l tambi¨¦n forman parte.
La absoluta soledad de la locura es inefable. No se puede expresar y no se puede ni siquiera imaginar si no la has rozado de alg¨²n modo. De adolescente padec¨ª algunas crisis de angustia que hoy agradezco, porque me permitieron asomarme por un instante al abismo interior e intuir la extrema desolaci¨®n de ese paisaje. Piensa en un cosmonauta al que un error ha hecho perder contacto con su nave y que, embutido en su traje espacial, flota lentamente a la deriva en la inmensa negrura del espacio, y quiz¨¢ consigas aproximarte un poco. Y eso es lo que hace Greenberg en su libro: luchar por acercarse y por entender. Intenta traducir en palabras audibles el silencio pavoroso de los confines.
La crisis maniaca de Sally es tan fulminante que no hay otro remedio que internarla en un psiqui¨¢trico. Pero eso crea culpabilidad, naturalmente. Que se suma a la inevitable culpabilidad que las familias sienten cuando uno de sus miembros pierde la raz¨®n: ?habremos hecho algo mal para que enloquezca? Hacia el amanecer describe el inmediato y violento rechazo de la gente hacia el enfermo ("la burla, la crueldad, el primitivo distanciamiento que es la respuesta universal a la locura") y la devastaci¨®n atroz de los medicamentos, que tal vez consigan atenuar los delirios, pero que tambi¨¦n colapsan el cuerpo y la mente de la paciente. En el hospital atiborran a Sally de f¨¢rmacos: tiene que tomar un relajante muscular, un anticonvulsivo ¨¢cido valproico, el antipsic¨®tico haloperidol, un ansiol¨ªtico, una p¨ªldora para dormir y una dosis de litio. Arrastra los pies, carece de concentraci¨®n, se apaga an¨ªmicamente, se queda r¨ªgida. Una cr¨®nica de la devastaci¨®n.
Al principio, la familia intenta buscar una causa para el brote psic¨®tico: estaba borracha, estaba drogada, tom¨® LSD. Cuando este tipo de explicaci¨®n se hace insostenible, el entorno, curiosamente, parece intentar plegarse al delirio de la enferma de la misma manera que las sombras se adhieren a los cuerpos. Quieren creer en sus palabras visionarias, quieren otorgarle el lugar del or¨¢culo. "Sally est¨¢ sufriendo una experiencia, estoy segura de ello", dice la madre de la ni?a: "No se trata de una enfermedad. Es una chica sumamente espiritual (...) Es una persona como t¨² y como yo, con un don para ver lo que la mayor¨ªa de nosotros no puede". Es una actitud muy com¨²n; como Greenberg cuenta en el libro, Joyce dec¨ªa lo mismo de su hija Luc¨ªa, que tambi¨¦n padec¨ªa una dolencia mental. Cuando alguien enferma ps¨ªquicamente su entorno se contagia, probablemente porque la cordura es una convenci¨®n m¨¢s bien precaria. Y as¨ª, a medida que avanza Hacia el amanecer van desdibuj¨¢ndose las fronteras entre la loca y los normales. Los personajes empiezan a parecer un coro de chiflados de tragedia griega y, hacia el final del libro, los mismos polic¨ªas que trajeron al principio a la hija demente vienen a buscar al padre, que ha tenido un s¨²bito arrebato de violencia.
Y es que, en realidad, ?d¨®nde est¨¢ la frontera? ?Qu¨¦ diferencia a un profeta venerado de un enfermo mental estigmatizado salvo el hecho de que su alucinaci¨®n haya sido aceptada por otras personas? Ya digo que la locura es soledad: tal vez sin soledad no haya locura. Al final, Sally consigue regresar de ese lugar remoto al que se hab¨ªa ido y volver al colegio y a su vida. Que es, y ser¨¢ siempre, una vida en lucha contra la psicosis. Pero, ?acaso no es toda existencia una batalla? Este libro conmovedor y fascinante nos habla justamente de esa dif¨ªcil ¨¦pica. -
Hacia el amanecer. Michael Greenberg. Traducci¨®n de Francisco Lacruz. Seix Barral. Barcelona, 2009. 267 p¨¢ginas. 17 euros.
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