La provocaci¨®n
En una situaci¨®n de crisis como la actual, con cierres de empresas, aplicaci¨®n de expedientes de regulaci¨®n de empleo, tres millones largos de parados, adopci¨®n de medidas extraordinarias para mantener los puestos de trabajo existentes, renuncia de miles de trabajadores a derechos y beneficios conseguidos tras a?os de reivindicaciones, los se?ores jueces se pusieron en huelga unos d¨ªas antes del 23 de febrero. Aplicando una de las f¨®rmulas que estos agentes privilegiados emplean para determinar el futuro de las personas juzgadas, la medida extrema que han tomado ha sido proclamada con alevos¨ªa y nocturnidad, pretendi¨¦ndose pasar por probos funcionarios aquellos que forman parte nada menos que del tercer poder del Estado y, por tanto, celosos veladores de los usos democr¨¢ticos.
Si el decano de los jueces de Madrid argumenta con la insolencia de quienes tienen el mazo de la sentencia que "es legal lo que no es ilegal", se entiende el deambular desvergonzado del presidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n, Carlos Fabra, un tipo que se jacta de no saber la cantidad de gente que ha colocado, que arrastra m¨¢s causas que El Solitario sin que ning¨²n juez se atreva a ponerle el cascabel y que, precisamente por esa impunidad, no tiene empacho en proclamar que "pone la mano en el fuego por Camps", el presidente valenciano implicado por la fiscal¨ªa en tramas corruptas por un qu¨ªtame all¨¢ aquellos trajes. La misma impunidad y provocaci¨®n de la que hace gala un tal Federico Trillo, que pidi¨® la cabeza de un ministro por cazar ciervos cuando ¨¦l, como responsable de Defensa, no dimiti¨® tras la muerte de 62 militares.
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