Libro electr¨®nico: ruegos y preguntas
El sector editorial se debate entre el papel y el imparable avance del soporte digital
Un enviado del futuro ha puesto la galaxia Gutenberg patas arriba. El libro electr¨®nico es el tema de conversaci¨®n definitivo -con permiso de la crisis- en el mundo editorial de 2009. Est¨¢n los apocal¨ªpticos -que niegan la revoluci¨®n digital y proclaman la insuperable m¨ªstica del libro-, los integrados -al d¨ªa del ¨²ltimo ingenio- y los despistados -la mayor¨ªa-. Dos a?os despu¨¦s de la aparici¨®n del Kindle, el e-book de Amazon, ha vendido medio mill¨®n de unidades y se ha convertido en el s¨ªmbolo de esa revoluci¨®n. La cara visible de un giro copernicano lleno de malentendidos y preguntas.
- ?Por qu¨¦ se ve como una amenaza? B¨¢sicamente, por ser lo que m¨¢s se parece a un libro despu¨¦s del propio libro. Pese a lo que podr¨ªa dar a entender la terminolog¨ªa cibern¨¦tica, la pantalla de un libro electr¨®nico tiene m¨¢s en com¨²n con una p¨¢gina de papel que con el monitor de un ordenador. Empezando por la llamada tinta electr¨®nica. Permite que el texto no parpadee y que los p¨ªxeles, enemigos de la salud ocular, se eliminen de la ecuaci¨®n. La vista no se cansa porque la pantalla, al contrario que la de una computadora, no est¨¢ retroiluminada; necesita un foco de luz externo.
Todos destacan dos virtudes en el libro electr¨®nico: su capacidad y su peso. El eReader, de Sony, principal competidor del Kindle, permite almacenar 160 t¨ªtulos y pesa 260 gramos, menos que un best seller de tapa dura. Adem¨¢s, se puede subrayar, aumentar el cuerpo de la letra y cambiar los m¨¢rgenes para facilitar la lectura.
- ?C¨®mo se repartir¨¢ la tarta del futuro? En el antiguo r¨¦gimen, un escritor percibe una media del 10% del precio de venta de un libro de papel como derechos de autor. En su pariente electr¨®nico, eliminados los gastos de impresi¨®n y almacenaje, y reducidos los de distribuci¨®n, ese porcentaje sube hasta el 40%. En el caso del gigante Amazon, con su poder negociador, cifras oficiosas fijan la cuota para el autor en un exiguo 20%. Eso s¨ª, el precio para aplicar el porcentaje es menor. La edici¨®n de bolsillo de Viaje a la Alcarria, de Camilo Jos¨¦ Cela, cuesta 8,50 euros. En el portal Leer-e, 4,99. Y eso porque se considera una novedad digital: El proceso, de Kafka, cuesta 2,16 euros.
Para liar a¨²n m¨¢s el asunto, la aparici¨®n de Kindle2, a la venta esta semana en EE UU, ha a?adido otro fente a la batalla. Puede leer textos en voz alta, lo que ha provocado un nuevo litigio: los derechos de audio han de pagarse aparte, cosa que el dispositivo de Amazon no hace.
- ?Nos desharemos de los intermediarios? No. Como apunta Ignacio Latasa, director de Leer-e, "las editoriales tradicionales son un sello de calidad y ellas son las que tendr¨¢n que hacerse cargo del libro electr¨®nico". El portal de Latasa ha sido elegido por Carmen Balcells para distribuir online algunos t¨ªtulos de escritores representados por su agencia. Al margen de los sellos tradicionales. Latasa lo explica porque tantearon "a muchas editoriales y no se decidieron".
Balcells ya ha colgado t¨ªtulos de Garc¨ªa M¨¢rquez, Vargas Llosa, Delibes y Mars¨¦. A final de a?o ser¨¢n 100 obras de 50 escritores. Javier Mart¨ªn, gerente de la agencia, recuerda que los derechos digitales se negocian aparte de los de la edici¨®n en papel. ?C¨®mo ven esta iniciativa los editores tradicionales de esos autores? Juan Gonz¨¢lez, del grupo Santillana, que publica a Vargas Llosa en Alfaguara, matiza: "Por ahora esas ediciones digitales se limitan a t¨ªtulos muy concretos, que no suelen ser los m¨¢s importantes. Como nosotros, los agentes todav¨ªa viven del papel. Ser¨ªan unos insensatos si actuaran al margen de sellos que les pagan anticipos enormes. Nuestra intenci¨®n es no separar los derechos digitales de los del papel".
- ?Y qu¨¦ hay de las librer¨ªas? Algunas se reciclar¨¢n. Ya hay tiendas que venden c¨®digos de descarga de algunos t¨ªtulos, cupones con una clave para bajar en Internet los libros. En ese caso, el porcentaje de derechos de autor desciende al 25%. Otros, entre tanto, siguen optando por confiar en "un lector que todav¨ªa conserva el placer de encontrar libros". Como Antonio Ram¨ªrez, de la librer¨ªa La Central, de Barcelona y Madrid. "No podemos competir en una estructura que nos excluye. El libro digital lo dominan megacorporaciones. Tenemos que apostar por los que todav¨ªa dan valor al soporte m¨¢s all¨¢ del texto. A¨²n nos quedan dos generaciones de compradores de libros".
- ?Est¨¢ preparada la industria espa?ola? "Es una herramienta fant¨¢stica y si no le prestamos la atenci¨®n que merece nos equivocaremos", opina el escritor Juan Jos¨¦ Mill¨¢s. "Parece mentira que nadie se preocupe por esto. Yo le pregunt¨¦ a mi agente sobre el tema y me dijo que no sab¨ªa nada. Mal hecho. Es un cambio tan grave como aquel al que se enfrentaron las f¨¢bricas de hielo con la llegada de los frigor¨ªficos". La situaci¨®n del libro digital en Espa?a es una pescadilla que se muerde la cola: se venden pocos dispositivos de descarga porque hay pocos contenidos para descargar. Y viceversa. Leer-e tiene 750 t¨ªtulos. En EE UU, Amazon ha puesto al alcance de su Kindle2, segunda versi¨®n del cacharro, 230.000. Adem¨¢s est¨¢ el precio de los dispositivos, de 400 a 700 euros. Todos coinciden en que el boom llegar¨¢ cuando se acerque a los 100.
- ?Se piratear¨¢n las novelas? Parece inevitable establecer paralelismos entre el sector editorial y la maltrecha industria musical. Desde luego, hay ense?anzas que aprender de la debacle ajena. La pirater¨ªa no parece que se vaya a extender como el contagio planetario que toc¨® en suerte a la m¨²sica o el cine; las barreras idiom¨¢ticas son importantes esta vez. El sector del libro se defiende de momento echando mano de un guirigay de formatos y de sistemas de DRM, similares protecciones anticopia a las que iTunes, plataforma musical de Apple, ha acabado por eliminar ante el avance de la tecnolog¨ªa. Para Javier Mart¨ªn lo dif¨ªcil es copiar el formato exacto: "Ya hay miles de libros en la Red. Sobre todo en Am¨¦rica Latina, donde se escanea y se cuelga casi todo. Pero no es igual un PDF que un archivo espec¨ªfico de e-book".
- ?Cu¨¢ndo ser¨¢ historia el papel? Nunca. En eso coinciden todos los expertos. La pregunta parece ser m¨¢s bien cu¨¢ndo la nueva tecnolog¨ªa superar¨¢ en ventas al viejo libro. En el extremo del triunfalismo cibern¨¦tico se sit¨²a Juan Gonz¨¢lez de la C¨¢mara, fundador de Grammata, empresa granadina que comercializa Papyre ("el ¨²nico libro electr¨®nico espa?ol", del que se han vendido "4.500 unidades") considera que en 10 a?os el 95% de lo que leamos ser¨¢ digital. "Soy capaz de apostarme una cena con quien opine otra cosa". Sin ir tan lejos, en la ¨²ltima feria de Francfort se hizo p¨²blica una encuesta entre mil profesionales del sector con una conclusi¨®n: en 2018, los libros electr¨®nicos superar¨¢n en volumen de negocio a los editados en papel.
Seg¨²n Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n, autor del informe La lectura en Espa?a, uno y otro ser¨¢n complementarios: "El papel desaparecer¨¢ en manuales de instrucciones y gu¨ªas de viaje". ?Y los libros de texto? Mill¨¢n espera que no: "Hay estudios sobre psicolog¨ªa cognitiva que demuestran que los conocimientos se asimilan mejor en hoja". Incluso en estos tiempos, alguna victoria le queda al viejo y algo derrotado papel.
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