Una dura prueba de resistencia
Los reguladores financieros estadounidenses parecen estar emprendiendo lo imposible. En s¨®lo dos meses esperan poder comprobar los balances contables de los 19 bancos m¨¢s grandes del pa¨ªs para ver c¨®mo resistir¨¢ su capital si la econom¨ªa se deteriora m¨¢s.
Quienes conocen este tipo de pruebas de resistencia afirman que reunir datos y elaborar modelos para proyectos de esta escala podr¨ªa llevar un a?o o m¨¢s. ?C¨®mo entonces conseguir¨¢ el Estado realizar esta haza?a con tanta rapidez? Bas¨¢ndose en las previsiones de los bancos. Es casi como dejar que el corredor sostenga el cron¨®metro.
Ciertamente, los reguladores inspeccionar¨¢n las previsiones y los banqueros ser¨ªan poco listos si maquillasen descaradamente las cifras. Pero tendr¨¢n cierto incentivo para hacerlo un poco por los bordes.
Despu¨¦s de todo, los bancos que suspendan la prueba de resistencia se ver¨¢n obligados a obtener capital en los mercados o a aceptar inversi¨®n preferente convertible del Estado, que exigir¨¢ un dividendo del 9%. La primera no es una opci¨®n al alcance de la mayor¨ªa de los bancos, y desde luego no para los que suspendan la prueba. Esto ¨²ltimo comporta todo tipo de injerencia estatal.
Tasar activos complejos y prever su comportamiento en una variedad de condiciones de mercado es precisamente lo que los banqueros no hicieron bien en estos ¨²ltimos a?os. Y el valor de gran parte de sus activos -los que los contables denominan de Nivel 2 y especialmente los de Nivel 3- est¨¢ sujeto a interpretaci¨®n.
L¨®gicamente, los reguladores pueden contrastar entre s¨ª las valoraciones que los bancos hacen de diferentes activos para ver si en general son congruentes. Pero tendr¨¢n que confiar mayoritariamente en los c¨¢lculos que los banqueros hagan sobre activos il¨ªquidos y ¨²nicos, como el capital riesgo.
Bancos con problemas como Citigroup y Bank of America parecen destinados a suspender la prueba; de hecho, para que la administraci¨®n p¨²blica obtenga alguna credibilidad, probablemente necesitar¨¢n hacerlo. Otros, como JPMorgan, deber¨ªan superar el obst¨¢culo con facilidad. Pero los intermedios podr¨ªan estar terriblemente tentados de enga?ar al menos un poquito a los reguladores.
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