De cumbres, muros y 'cerdos'
Ayer domingo, los Veintisiete se reunieron en una cumbre extraordinaria convocada por la presidencia checa para tratar de suavizar las tensiones generadas en las ¨²ltimas semanas por las acusaciones de proteccionismo cruzadas entre varios socios. Significativamente, unas horas antes de la cumbre oficial, nueve pa¨ªses de Europa central y oriental se reunieron en la Embajada polaca en Bruselas para coordinar sus posiciones y hacer visible su malestar con los miembros m¨¢s antiguos de la UE. Ambas reuniones, fuera de calendario y sin objetivos concretos, son una prueba m¨¢s de hasta qu¨¦ punto esta crisis est¨¢ debilitando los mimbres m¨¢s delicados que sostienen la integraci¨®n europea.
El presidente checo, el euroesc¨¦ptico Klaus, se ha convertido en una especie de Ch¨¢vez ultraliberal europeo
Entre las declaraciones m¨¢s desafortunadas de las ¨²ltimas semanas han estado las de Nicolas Sarkozy exigiendo que las ayudas al sector del autom¨®vil no acabaran en terceros pa¨ªses, pero tambi¨¦n el premier brit¨¢nico, Gordon Brown, ha tenido su momento de gloria con su apelaci¨®n xen¨®foba reclamando trabajadores brit¨¢nicos para los trabajos brit¨¢nicos. E incluso en Espa?a hemos tenido un episodio de "compre espa?ol" a cargo del ministro de Industria.
Cuando est¨¢n a punto de cumplirse 20 a?os de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, provoca verdadera inquietud comprobar hasta qu¨¦ punto la unificaci¨®n de Europa est¨¢ incompleta y, sobre todo, cu¨¢n lejos est¨¢n las "solidaridades de hecho" que los padres fundadores de la Uni¨®n reclamaron el 9 de mayo de 1950.
En 2003, coincidiendo con las disputas en torno a la guerra de Irak, Jacques Chirac, entonces presidente de la Rep¨²blica Francesa, tuvo la ocurrencia de mandar callar a los nuevos socios de Europa central y oriental. Las palabras de Chirac reflejaban bien las reticencias de Par¨ªs ante los nuevos socios, excesivamente liberales y proestadounidenses para el gusto franc¨¦s. La imagen de Francia en la regi¨®n se resinti¨® profundamente, y eso que hist¨®ricamente Par¨ªs fue para muchos una referencia pol¨ªtica y cultural de primer orden. La llegada de Nicolas Sarkozy hizo pensar que las cosas pod¨ªan cambiar: su ascendencia h¨²ngara, un cierto liberalismo econ¨®mico y una actitud distinta ante Washington ofrec¨ªan se?ales imposibles de ignorar. Lamentablemente, el d¨¦ficit de percepciones entre las dos Europas no se ha cerrado, sino que se ha agravado por la concatenaci¨®n de las presidencias francesa y checa de la Uni¨®n Europea, que ha desembocado en un verdadero choque de egos institucional.
El contrapunto a la inoportunidad francesa lo ha puesto el presidente checo, el euroesc¨¦ptico V¨¢clav Klaus, en un sonado discurso ante el Parlamento Europeo la semana pasada en el que carg¨® contra la Uni¨®n Europea compar¨¢ndola con la extinta Uni¨®n Sovi¨¦tica. Klaus, afamado negacionista del cambio clim¨¢tico, se ha convertido en una especie de Hugo Ch¨¢vez europeo, un histri¨®n del ultraliberalismo. Pese a que no tenga ninguna responsabilidad ejecutiva, Klaus pesa como una losa porque hace de im¨¢n de todos los t¨®picos y prejuicios existentes en este lado sobre el llamado Este.
Pero la fractura intraeuropea no acaba en la divisoria que marcaba el muro de Berl¨ªn. La canciller alemana, que hace unos meses era admirada y homenajeada por todos los medios econ¨®micos por su tenacidad a la hora de introducir unas reformas tan dolorosas como necesarias, es hoy vilipendiada por muchos por su reticencia a secundar la v¨ªa del d¨¦ficit masivo para salir de la crisis. En el pasado, se dec¨ªa: "Europa es cuando todo el mundo se pone de acuerdo y Alemania paga". Pero esos tiempos ya han pasado y en el fondo, Angela Merkel est¨¢ siendo criticada por hacer lo mismo que todos los dem¨¢s: poner primero los intereses nacionales y luego, si fuera el caso, los de Europa.
Igualmente grave y revelador es el rescate en medios econ¨®micos y de opini¨®n europeos del t¨¦rmino PIGS para definir al grupo formado por Portugal, Italia, Grecia y Espa?a, que nada casualmente significa tambi¨¦n cerdos. El acr¨®stico, usado en los noventa para referirse peyorativamente a los pa¨ªses del sur de Europa, en teor¨ªa incapaces de tener unas econom¨ªas saneadas y cumplir los criterios de convergencia necesarios para acceder al euro, hab¨ªa desaparecido al calor de la bonanza econ¨®mica de los ¨²ltimos a?os (especialmente mientras Francia y Alemania se encontraban con importantes problemas para cumplir esos mismos criterios), pero ha vuelto ahora con una fiereza que revela una psicolog¨ªa en la que quedaban algunas importantes cuentas pendientes por saldar.
Se ha dicho que esta crisis reivindica la centralidad de los Estados. Es posible, pero desgraciadamente muchos no parecen estar a la altura. Aunque les pese a las capitales, las instituciones europeas lo est¨¢n haciendo mucho mejor, como se ha puesto de manifiesto en el paquete de rescate financiero para el Este recientemente aprobado por varias instituciones de cr¨¦dito europeas (BEI y BERD). Quiz¨¢ deber¨ªan dejarlas hacer, especialmente a la Comisi¨®n Europea, forzada por los 27 Gobiernos a mantener un perfil bajo, casi invisible, a pesar de ser la garante del inter¨¦s europeo.
jitorreblanca@ecfr.eu
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