La paradoja vasca
Las urnas avalan a los socialistas para liderar el cambio en Euskadi; la clave es con qui¨¦n hacerlo
Vistos con calma, los resultados de las elecciones vascas parecen hacer realidad la paradoja de una victoria amplia del PNV que es a la vez una derrota de su candidato, Ibarretxe. Y tambi¨¦n de Egibar, l¨ªder del sector independentista de ese partido, que hace un a?o propuso la presentaci¨®n de una candidatura conjunta de todas las formaciones del tripartito (m¨¢s Aralar) con la propuesta de consulta soberanista de Ibarretxe como programa. El hundimiento de esos socios del lehendakari ha dejado a ¨¦ste sin mayor¨ªa y sin programa. De ah¨ª la complejidad de la situaci¨®n. Las urnas no han dictaminado con claridad el fin del PNV como partido gobernante, pero s¨ª de la etapa de frente nacionalista con programa soberanista encabezado por Ibarretxe.
Precisamente porque el panorama es complicado conviene respetar escrupulosamente la l¨®gica institucional. Al PNV le corresponde tomar la iniciativa y plantear, como partido m¨¢s votado, su propuesta de Gobierno. En principio, pueden ser dos: monocolor en minor¨ªa o de coalici¨®n con los socialistas, que sumar¨ªa mayor¨ªa absoluta. S¨®lo si ambas opciones se demostraran inviables en las conversaciones previas ser¨ªa el turno para Patxi L¨®pez de plantear leg¨ªtimamente su propia alternativa.
Por lo que ha venido diciendo, se propone presentar su candidatura y pedir apoyo a todos los grupos y gobernar luego en solitario. En la pr¨¢ctica significa ser investido con los votos del PP (y en su caso de UPyD) y gobernar con un equipo que incluya independientes con sensibilidades plurales. Ello plantea dos problemas principales: la contradicci¨®n entre su mensaje a favor de Gobiernos transversales y la opci¨®n en la pr¨¢ctica por el acuerdo entre no nacionalistas; tambi¨¦n (y no es cuesti¨®n menor) si es razonable pretender gobernar con s¨®lo una tercera parte de los 75 esca?os de la C¨¢mara; todo gracias al frente constitucionalista que ¨¦l mismo descart¨® a la hora de hacerse con la direcci¨®n del PSE y presentarse a las elecciones y cuya tenaza no podr¨ªa m¨¢s que ir cerr¨¢ndose al avanzar una legislatura harto complicada. Los votos gratis del PP para la investidura se transmutar¨ªan a los pocos meses en letra de cambio con apremiante orden de pago.
El argumento de los socialistas es que para hacer posible una superaci¨®n de la ruptura radical entre nacionalistas y no nacionalistas de la ¨²ltima d¨¦cada es necesario que el PNV ponga fin a la aventura frentista-soberanista iniciada en Lizarra y continuada por Ibarretxe desde 1998; y para ello, enviar a ese partido a la oposici¨®n, lo que acarrear¨ªa la retirada de Ibarretxe (los propios nacionalistas consideran impropio que quien ha sido lehendakari pase a portavoz de la oposici¨®n).
Quedar¨ªa el problema de los escasos apoyos, por m¨¢s que la desaforada reacci¨®n del PNV m¨¢s bien da argumentos para intentarlo. Ya en campa?a llam¨® a votar nacionalista para evitar que gobernasen los que quer¨ªan "llevar a Madrid el centro de decisi¨®n". Y ahora advierte de los efectos "desestabilizadores" de que el lehendakari lo sea gracias al apoyo del PP, cuando ellos contaron con los de Batasuna y sucesores en dos investiduras y otras votaciones trascendentales. Pero el argumento principal es que constituye un atropello desplazar a un partido que ha obtenido una victoria tan "contundente". Y lo es sin discusi¨®n sacar ocho puntos y seis esca?os al segundo, aunque pueda alegarse como reproche que el PNV gobierna mediante pactos en las diputaciones de Guip¨²zcoa y ?lava pese a haber sido la segunda y tercera fuerza, respectivamente.
El mandato de las urnas es que hay que poner fin a la d¨¦cada marcada por el empecinamiento de Ibarretxe. Y que los socialistas tienen la llave del futuro Gobierno. Y que deben jugar un papel determinante en el cambio que los ciudadanos han votado en Euskadi. Todo eso est¨¢ meridianamente claro. Que eso mismo pueda o deba hacerse sin el PNV est¨¢ bastante menos claro.
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