Max Weber en la Casa Blanca
Ning¨²n gobernante puede eludir la disonancia entre la ¨¦tica de la responsabilidad y la ¨¦tica de la convicci¨®n estudiada por Max Weber hace casi un siglo en su conferencia La pol¨ªtica como profesi¨®n. Como Barack Obama no iba a ser una excepci¨®n, no han bastado ni siquiera cien d¨ªas para que empezaran a apuntar algunas min¨²sculas se?ales oscuras, todav¨ªa peque?as motas de polvo, sobre su radiante imagen. El nuevo presidente dio pasos contundentes, solo llegar a la Casa Blanca, con sendos decretos presidenciales en los que se proh¨ªbe la tortura y se programa el cierre de la base de Guant¨¢namo para 2010. Su compromiso con esta pol¨ªtica de respeto y promoci¨®n de los derechos humanos ha tenido un sonoro reflejo en dos de sus grandes discursos, en la toma de posesi¨®n y en su primera alocuci¨®n ante las dos c¨¢maras reunidas, que se sintetiza en su idea de hacer compatibles la seguridad nacional y la defensa de los valores democr¨¢ticos.
No es un buen comienzo que Hillary Clinton declare a China exenta en derechos humanos
Todas las exigencias que se le presentan se podr¨ªan resumir en cuatro: predicar con el ejemplo; reincorporarse a la comunidad internacional en la firma y cumplimiento de tratados y convenciones sobre derechos humanos; reformular y ajustar una pol¨ªtica exterior acorde en su actitud rigurosa ante los incumplimientos de los pa¨ªses socios; e investigar y depurar razonablemente las responsabilidades respecto a los desmanes perpetrados durante la presidencia de George W. Bush. En los cuatro puntos todo est¨¢ en mantillas, o lo que es a¨²n peor, empiezan a producirse titubeos o muestras de criterio escaso.
No es un buen comienzo que Hillary Clinton, en su primera salida al exterior, declare las relaciones con China exentas de toda exigencia en este cap¨ªtulo. La orden de detenci¨®n contra el jefe de Estado sudan¨¦s, Omar al Bashir, viene a recordar a su vez alguna de las cuentas pendientes a liquidar con urgencia: Estados Unidos, que firm¨® con Bill Clinton el estatuto de creaci¨®n de la Corte, no quiso luego ratificarlo, ya con Bush, y legisl¨® en su contra, prohibiendo colaborar con ella y protegiendo a sus ciudadanos de sus acciones; aunque toda esta acci¨®n unilateralista no le impidi¨® a Bush estar a favor de que Al Bashir fuera acusado de genocidio. Pero es evidente que Obama no podr¨¢ plantear a medio plazo una pol¨ªtica exigente respecto a la situaci¨®n de los derechos humanos en las dictaduras o democracias soberanas amigas si antes no ha dejado limpio y en orden el patio interior y a la vez se ha incorporado al grupo de pa¨ªses m¨¢s cumplidores.
Y ah¨ª es donde est¨¢n llegando noticias inquietantes. Un alto cargo del Departamento de Justicia, Neal Katyal, ha sugerido a la Casa Blanca la creaci¨®n de un tribunal de seguridad nacional que permita la detenci¨®n preventiva por tiempo indefinido y sin juicio de determinados sospechosos de terrorismo. Detr¨¢s de estas ideas se halla la resoluci¨®n del problema que plantea el cierre de Guant¨¢namo, donde hay un grupo de terroristas que podr¨ªan quedar en libertad si el Gobierno se limitara a llevar a los presos ante un tribunal ordinario.
En tres de las sesiones congresuales de confirmaci¨®n de sendos nombramientos presidenciales se han escuchado expresiones preocupantes respecto al escrupuloso respeto a los derechos humanos prometido por Obama en su campa?a. Se trata de Elena Kagan, la procuradora general del Estado, que act¨²a en nombre del Gobierno ante el Tribunal Supremo; el fiscal general, Eric Holder; y el director de la CIA, Leon Panetta. La aplicaci¨®n del c¨®digo militar a los terroristas, de nuevo el concepto de tortura y las autorizaciones excepcionales a los servicios secretos para detenciones o secuestros ilegales son los puntos que no han quedado suficientemente aclarados y descartados en estas comparecencias.
Tampoco est¨¢ claro que la nueva Administraci¨®n d¨¦ v¨ªa libre a la exigencia de responsabilidades por las acciones ilegales realizadas desde la anterior Casa Blanca en la lucha antiterrorista. La CIA acaba de reconocer que autoriz¨® la destrucci¨®n de 92 v¨ªdeos de interrogatorios, presumiblemente con uso de torturas, con una finalidad f¨¢cilmente reconocible de obstaculizar la investigaci¨®n. El Departamento de Justicia ha levantado el secreto sobre nueve de los famosos memos de los consejeros legales de Bush que cubr¨ªan las acciones ilegales del Gobierno con sus opiniones jur¨ªdicas. Pero falta por desvelar todav¨ªa el contenido de otros 35 documentos secretos.
La responsabilidad de Obama es salvaguardar la seguridad de sus conciudadanos y defender sus intereses en el mundo. Cuanto m¨¢s se aleje esta responsabilidad de sus convicciones, peor le ir¨¢n las cosas. La raz¨®n es sencilla: Obama ha hecho de la transparencia pol¨ªtica un instrumento y a la vez un objetivo; una convicci¨®n o valor dentro de su concepto de la sociedad democr¨¢tica. De ah¨ª que ser¨¢ la propia transparencia del sistema que est¨¢ construyendo la que pondr¨¢ en evidencia sus fallos, sean s¨®lo motas de polvo como ahora o se conviertan en horribles lamparones como los que rompieron la imagen de su antecesor.
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