Descanso
En mi anterior columna, invocaba a los esp¨ªritus de Lewis Carroll y la ni?a Alicia para que me ayudaran a resolver la paradoja de mejorar empeorando. A falta de su ayuda, confi¨¦ en que fueran las pasadas elecciones las que lo hicieran, pero ¨¦stas no han hecho sino abrir una cadena de paradojas, cuya resoluci¨®n queda en suspenso. A la de mejorar empeorando se le han a?adido la de perder ganando, la de salvar condenando, la de hazte amigos para esto y un sinf¨ªn m¨¢s. As¨ª que, nada m¨¢s conocer los resultados, volv¨ª a invocarlos, y ¨¦sta vez se me aparecieron. Alizitxu jugaba con un gato, y don Lewis hac¨ªa punto de cruz a la sombra de un ¨¢rbol del que colgaban dorados frutos. Y bien, les dije, resu¨¦lvanme este l¨ªo: si el triunfo es la antesala de la derrota, ?cabe que sea tambi¨¦n cierto lo contrario y que Javier Madrazo pueda ser nuestro pr¨®ximo lehendakari? Date por satisfecho, me respondieron, y d¨¦jate de bobadas, porque lo que tenga que ser ser¨¢ y la soluci¨®n del enigma es que ha quedado decidido que no se puede decidir, o, lo que es lo mismo, que quien decide antes de decidir puede dejar la decisi¨®n indecisa, esto es, que sin peral no hay peras y con peral tampoco.
La verdad es que agradec¨ª que se evaporaran, pero aquella retah¨ªla me dejo un punto satisfecho. Era evidente que algo se hab¨ªa resuelto y que las paradojas electorales apenas significaban nada. Ustedes, amables lectores, habr¨¢n seguido ya toda clase de an¨¢lisis y tendr¨¢n sus preferencias sobre qui¨¦n haya de ser y c¨®mo el pr¨®ximo lehendakari. Tambi¨¦n yo las tengo, aunque me parecen de una importancia menor comparadas con la sensaci¨®n de que hemos salido del gran espejismo de la ¨²ltima docena de a?os. De que estamos en v¨ªas de volver a la realidad y de que ya no queda lugar para las coartadas. Desde esta perspectiva, en efecto, el que ha ganado ha perdido, pues los resultados electorales subrayan el fracaso de toda su gesti¨®n pol¨ªtica, ya que a partir de ahora la hacen inviable. Se sac¨® de la chistera un peral sin peras y nos ha hecho perder unos cuantos a?os contempl¨¢ndolo. Que ahora apele a su paz interior resulta cuando menos sarc¨¢stico. A muchos no les qued¨® otra opci¨®n que el desasosiego.
?Podemos aspirar a cierto sosiego, aunque nuestro problema mayor siga ah¨ª? ?Un acuerdo con la vida, con la vida ordinaria, de la que nos hemos visto expulsados, esa concordia m¨ªnima, a la que no pueden ser ajenos los que nos gobiernan, y que d¨¦ preferencia a los problemas de la ciudadan¨ªa sobre los de aquellos a los que s¨®lo les espera la acci¨®n de la justicia? La pol¨ªtica vasca no puede ser una c¨¢mara de resonancia de los violentos, como as¨ª ha sido en gran medida, un ¨¢mbito de resoluci¨®n de "su" problema. Es "nuestro" problema el que hay que atender, el de los ciudadanos sin distinci¨®n que aspiran a desarrollar su vida ordinaria sin atentar contra la paz civil. Esperemos que ese cambio de perspectiva sea posible a partir de ahora.
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