?Igualdad en tiempos de crisis?
En la historia reciente de nuestro pa¨ªs, sistem¨¢ticamente las mujeres han registrado niveles de paro superiores a los masculinos. Durante d¨¦cadas se han justificado las pol¨ªticas de igualdad en el empleo por la necesidad de equilibrar el nivel de inserci¨®n laboral entre ambos sexos. Sin embargo, la crisis financiera en un principio y, posteriormente, la econ¨®mica, con sus graves consecuencias sobre el empleo, han derivado en un hecho ins¨®lito y sin posible comparaci¨®n con ning¨²n otro periodo hist¨®rico asimilable: por primera vez, las mujeres tienen un nivel de paro inferior al masculino. La explicaci¨®n se halla en que los sectores que mayormente han acusado la situaci¨®n est¨¢n fuertemente masculinizados, como la construcci¨®n y la industria.
Inmediatamente han surgido voces que alertan sobre la oportunidad de continuar con pol¨ªticas de igualdad en el ¨¢mbito de la promoci¨®n econ¨®mica. ?Para qu¨¦ vamos a realizar acciones positivas hacia las mujeres si ya tienen un nivel de desempleo inferior al de los hombres? No obstante, esta apreciaci¨®n es enga?osa.
Si bien el empleo femenino en el ¨²ltimo a?o no ha descendido en t¨¦rminos absolutos, la tasa de empleo de los hombres supera en 13 puntos a la de las mujeres. Los datos de la EPA nos muestran que acaparan la gran mayor¨ªa de los contratos a tiempo parcial y tambi¨¦n son las que m¨¢s optan a contratos temporales, como muestra el hecho de que la tasa de temporalidad de las mujeres es 2,1 puntos superior a la de los hombres. Estos datos se explican por la obligaci¨®n de someterse a las dobles jornadas que muchas tienen: una en el empleo remunerado y otra dom¨¦stica, cuando se vuelve a casa, donde siguen siendo las principales responsables y contin¨²an trabajando una media de 21,3 horas semanales, frente a 7,9 los hombres. La mayor precariedad en el tipo de contratos, junto a los prejuicios tradicionales en el ¨¢mbito empresarial, implica tambi¨¦n que sufran una importante desigualdad retributiva, hasta el 17% menos en salario bruto anual.
Sin embargo, no todo son malas noticias. Bien al contrario, cada d¨ªa surgen ejemplos de c¨®mo afrontan la crisis con eficacia y sensatez. Son capaces de hacer frente a situaciones econ¨®micas dif¨ªciles de forma eficiente y solidaria, y eso lo saben bien los gobernantes de muchos pa¨ªses latinoamericanos que articulan ayudas espec¨ªficas hacia ellas, sabiendo que repercutir¨¢n directamente en la calidad de vida de toda la poblaci¨®n. El Banco Mundial tampoco ofrece cr¨¦ditos a las mujeres por casualidad: ellas han demostrado ser capaces de generar proyectos comunitarios e incluso empresariales que aumentan la riqueza de sus pueblos.
Si nos detenemos a observar qu¨¦ ocurre en el otro extremo del arco femenino, el de las directivas, observamos actitudes muy similares. Una prueba reciente la encontramos en el Gobierno de Islandia, que, vi¨¦ndose en la necesidad de intervenir en algunos de los principales bancos del pa¨ªs, especialmente afectados por la crisis financiera, ha colocado en su cabecera a mujeres de trayectoria impecable. El liderazgo femenino se configura como un valor en alza en el ¨¢mbito empresarial y ya hay quien contabiliza la p¨¦rdida de talento femenino como un coste demasiado caro para que una sociedad moderna como la nuestra pueda permit¨ªrselo. La C¨¢mara de Comercio de Barcelona calcul¨® en m¨¢s de 700 millones de euros el impacto econ¨®mico de esta p¨¦rdida en Catalu?a: un 0,5% del PIB.
Por todo ello, las pol¨ªticas de igualdad son especialmente relevantes ahora, lo fueron en el pasado y lo ser¨¢n en el futuro. Catalu?a no puede quedar al margen de esta apuesta de futuro. Ma?ana, 8 de marzo, se celebra el reconocimiento al trabajo femenino, convertido posteriormente en el D¨ªa Internacional de las Mujeres. Los poderes p¨²blicos tenemos tambi¨¦n un papel importante que desempe?ar. As¨ª lo entendemos desde Trabajo, donde seguiremos apostando por una sociedad mejor en la que las mujeres ocupen los puestos que, por justicia, formaci¨®n y talento, sin duda merecen.
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